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Lo que aprendí sobre el sexo real cuando dejé de ser prostituta
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Lo que aprendí sobre el sexo real cuando dejé de ser prostituta

La percepción del sexo y la manera en que lo practicas cambia mucho si has trabajado comerciando con él. Como explica Melissa Petro, encontrar el amor tras haber vendido tu cuerpo es complicado

Foto: Melissa Petro, en su foto de perfil de Twitter. (@melissapetro)
Melissa Petro, en su foto de perfil de Twitter. (@melissapetro)

Durante casi una década –entre los 19 y los 27 años– Melissa Petro trabajó como prostituta. Fue una de las pioneras de lo que hoy se conoce como girlfriend experience: ofrecía a sus clientes la posibilidad de simular una cita, conociéndose y tomando algo, pero, al contrario que en el mundo real, el encuentro acababa siempre con sexo. Pagando.

Petro lleva muchos años retirada de la prostitución pero, como ha narrado en Salon, sigue teniendo dificultades para ligar y tener pareja. “Salir con alguien siempre es complicado”, asegura. “Ademásde la química y la compatibilidad, está el complicado asunto de hablarle a la gente sobre mi pasado. Sé que todo el mundo tiene uno, pero aun así no todos los chicos sobrellevan el salir con una antigua prostituta”.

La estadounidense conoce bien el estigma que supone haber sido una callgirl. En 2010 escribió una columna en The Huffington Post criticando el cierre de la sección para adultos de Craiglist, un popular portal estadounidense de anuncios clasificados que utilizaba para contactar con sus clientes. Y, a diferencia de la mayoría de extrabajadores del sexo, lo hizo sin ocultar su verdadero nombre.

Aunque tiene dos posgrados, cinco años de experiencia en el tercer sector y ha trabajado como profesora, en 2010 un artículo del New York Post en el que se le bautizaba como la “maestra puta” dio al traste con su carrera en la enseñanza. Ocho meses después de que se publicara el artículo fue despedida, y no encontraba trabajo de profesora, así que se tuvo que dedicar a escribir: no aceptamos a antiguas trabajadoras del sexo en trabajos convencionales, pero nos encanta que cuenten sus historias.

Reencontrando la intimidad

Petro asegura que lapercepción del sexoy la manera en que lo practicascambian mucho si has trabajado comerciando con él: “La prostitución difumina la línea que separa la autenticidad de la actuación. Trabajando como stripperochica de compañía jugaba a ser un objeto sexual pasivo. El estar más experimentada con la rutina que mi compañero me dabauna sensación de ventaja. Como él era obediente, me sentía acargo”.

“Con 19 años, sentía que había encontrado el trabajo para el que me había estado entrenando toda la vida”, asegura la exprostituta. “El sexo era una fuente de poder incluso antes de que fuera una fuente de riqueza. Tanto en los encuentros de pago como en los que no lo eran, usaba mi sexualidad para sentirme deseable, como una forma de tener seguridad, pero también para sentir amor”.

La prostitución difumina la línea que separa la autenticidad de la actuación

En su día, asegura, esto le hacía sentirse poderosa. Pero ahora, habiendo abandonado el negocio, Petro se ha dado cuenta que este tipo de mecánica no funciona en una relación real. Tras numerosos intentos, la columnista ha encontrado el amor –un chico llamado Arran que conoció por internet– Y ahora es capaz de diferenciar entre el tipo de sexo que tenía antes y el que practica ahora.

“Antes de Arran, el sexo nunca había sido un acto íntimo”, reconoce Petro. “Aunque había tenido relaciones monógamas antes, por varias razones no describiría ninguna como íntima, y nunca tuve una vida sexual que pueda considerar saludable. En este sentido, Arran ha sido el primero, y está siendo un desafío para ambos entender cómo el sexo de pago que tenía cuando trabajaba como prostituta es similar o diferente al que ahora practico gratis con mi novio”.

Vídeo: Melissa Petro anuncia su renuncia como profesora.

“El sexo puede ser un trabajo, y a la vez sentirse como amor”

Una de las mayores diferencias que ha descubierto Petro es que su novio actual se preocupa por ella. Parece una obviedad, pero no lo es tanto cuando te acostumbras a practicar sexo con gente que lo que busca realmente es su propio disfrute, y sólo se preocupa por ti como una vía para aumentar su propio goce. “Si Arran siente que no estoy disfrutando o no quiero continuar, para”, explica la columnista. “Nos comunicamos todo el rato, verbalmente o de otra manera, y antes, después o durante el acto. El hecho de que este comportamiento me sorprenda muestra lo poco acostumbrada que estaba, y no sólo por el sexo de pago. Muchos de los compañeros que he tenido nunca se han preocupado de lo que estaba sintiendo, y dejaban que me las arreglara para disfrutar de la experiencia”.

Por extraño que pueda parecer, en un principio a Petro la actitud de su novio le pareció sospechosa, y se sentía intimidada: “La insistencia de Arran enque disfrutara me recordaba a estar con un cliente, y la presión que tenía para hacer una buena actuación. El hecho de que él no se preocupara por mí sólo para encontrar su propia gratificación sexual era diferente, pero a veces era incómodo. Ahora he aprendido a lidiar con ello. Si quiero intimidad tengo que tolerar ser observada”.

Trabajando en la industria del sexo, me apagué. Me volví insensible. Perdí mi habilidad para empatizar

Petro también ha tenido que aprender a preocuparse por tener sexo. Algo que nunca ha necesitado en sus días de prostituta. “Mi estado de ánimo no ha sido nunca un problema cuando tenía sexo de pago o una aventura”, explica. “En primer lugar, no tenía por qué hacer el amor gratis cuando realmente no lo deseaba. Pero una vida sexual saludable, he aprendido, requiere esfuerzos. Aunque nunca me he considerado una amante egoísta, he tenido que enfrentarme a la actitud de “ellos están aquí para mi” que venía de haber cobrado por mi compañía”.

Como asegura Petro una de las características principales del sexo de pago es que no es afectivo. Las prostitutas aprenden estrategias para distanciarse de sus clientes sin que ellos lo noten, y para separar su trabajo de lo que son en realidad. Y esto es algo que no puede hacerse en una relación de pareja.

“El problema es que no puedes cambiar la modalidad de sexo que estás practicando como el que apaga o enciende un interruptor”, explica la exprostituta. “Sólo puedes apagarlo. Cuando habitualmente te disocias, acabas acotando tu espectro de experiencias emocionales. Trabajando en la industria del sexo, me apagué. Me volví insensible. Perdí mi habilidad para empatizar. Volver a estar presente en mi cuerpo, casi una década después, está siendo una práctica diaria”.

“Cuando paré de practicar sexo a cambio de dinero sufrí la falacia de que el sexo gratis nunca debe parecer un trabajo”, continúa Petro. “Lo que he aprendido es que a veces lo es. Pero también puede sentirse diferente. Puede sentirse como amor”.

Durante casi una década –entre los 19 y los 27 años– Melissa Petro trabajó como prostituta. Fue una de las pioneras de lo que hoy se conoce como girlfriend experience: ofrecía a sus clientes la posibilidad de simular una cita, conociéndose y tomando algo, pero, al contrario que en el mundo real, el encuentro acababa siempre con sexo. Pagando.

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