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La mejor manera de enseñar 'mates', ciencia e historia, según la Academia de EEUU
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LAS CLAVES DE LA EDUCACIÓN

La mejor manera de enseñar 'mates', ciencia e historia, según la Academia de EEUU

Un volumen publicado por la Academia Nacional de las ciencias de Estados Unidos da algunas pistas sobre las mejor forma de que los alumnos sientan más interés por estas tres asignaturas

Foto: El mundo estará pronto en sus manos. (iStock)
El mundo estará pronto en sus manos. (iStock)

Uno de los reproches más habituales que se hacen a la educación que se imparte en colegios e institutos, pero también en la universidad, es que apenas ha cambiado durante los últimos siglos. Y aunque sea una generalización que pasa por alto multitud de matices, no le falta parte de razón. La tan denostada clase magistral ha dejado paso a nuevas propuestas que consisten en favorecer la participación del alumno y proporcionar un enfoque más práctico que teórico. De igual manera que leer un manual sobre ingeniería no te convierte en ingeniero, la mera transmisión de información no constituye conocimiento.

Como explicaba en un reciente artículo José Antonio Marina, la motivación ha terminado por obsesionar tanto al mundo educativo que ha terminado por convertirse en un tópico. No siempre deberíamos pensar que el único problema del alumno cuando no estudia es que no se siente motivado, de igual manera que nuestro jefe no aceptaría nuestra falta de profesionalidad por haber perdido las ganas. Pero sí es cierto que gran parte de los esfuerzos educativos que se realizan en las aulas se centran en conseguir que el alumno conecte de forma emocional e inteligible con lo que aprende.

Los cambios cognitivos no se producen como resultado de la acumulación del conocimiento

Un volumen publicado por la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos bajo el nombre de How People Learn. Brain, Mind, Experience and School da algunas pistas sobre los métodos más efectivos de aprendizaje, al estudiar de forma concreta cómo algunos profesores imparten Matemáticas, Ciencia e Historia e interpretar sus métodos a través de las investigaciones científicas recientes. La tesis principal es de sentido común, pero nos olvidamos a menudo de ella: “los cambios cognitivos no se producen como resultado de la acumulación del conocimiento, sino de los procesos relacionados con la reorganización conceptual”.

A partir de dicho principio, la investigación establece una jerarquía de las competencias que los profesores deben poseer y de aquello de loque deben ser conscientes si quieren que su práctica sea exitosa. En primer lugar, que no trabajan sobre un vacío, sino que los alumnos poseen unos conocimientos previos que pueden favorecer o dificultar el aprendizaje. En segundo lugar, que ni la memorización ni la capacidad para resolver problemas es lo más importante, sino “un conocimiento bien organizado de conceptos, principios y procedimientos de investigación”. Pero, ¿de qué forma se traduce de forma práctica en las distintas materias este principio tan poco concreto?

Matemáticas

Para los más pequeños, de unos siete u ocho años, los ejercicios más efectivos eran los que implicaban aspectos cotidianos o relacionados con la clase para entender el contenido de la materia. Por ejemplo, utilizar la comida del almuerzo para contar o realizar operaciones con fracciones, o el número de alumnos en clase para entender la relación de la parte con el todo.

Cuando los estudiantes son mayores el mejor método es el razonamiento basado en modelos, es decir, una clase de inferencia que intenta explicar las reglas causales que rigen el mundo. Es un nivel más abstracto, en el que aparecen las operaciones algebraicas y las soluciones basadas en la geometría, y que podría resumirse conceptualmente con el esquema de un diagrama de flujo.

“Este acercamiento hace más hincapié en la comprensión sobre la memorización de fórmulas y proporciona a los estudiantes una herramienta de aprendizaje que los permiteaveriguar nuevas solucionescuando las viejas se quedan antiguas”, explica el estudio. Como sugiere esta investigación, la práctica meramente computacional (dos más dos son cuatro) debe ser relativizada a favor de “inventar estrategias para resolver problemas y discutir con otros por qué funcionan o no”.

Ciencia

Pocas disciplinas resultan tan perjudicadas por los falsos mitos que las ciencias, señala la investigación. Por eso, gran parte del esfuerzo del profesor y del estudiante debe centrarse en identificar ydesterrar las concepciones falsas. Por ejemplo, ideas que provienen de la observación empírica, como que los objetos pesados caen más rápido que los ligeros (ya demostróGalileoque caen a la misma velocidad). El error es, no obstante, un buen punto de partida: “Poniendo a prueba los conocimientos de los alumnos y ayudándoles a desarrollar herramientas para resolver los puntos de vista conflictivos, los profesores pueden ayudar a los estudiantes a construir un entendimiento amplio y coherente de los conceptos científicos”, señala el libro.

Historia

Hasta ahora, las dos disciplinas de las que habíamos tratado eran carreras de ciencias. ¿Qué ocurre con una materia considerada de letras, como la Historia? Que se sustituye lo factual, el aprendizaje del dato, por lacreación de unanarrativaen la que se conecten todos los eventos. “Este proceso implica aprender que cualquier relato histórico es ‘una’ historia y no ‘la’ historia”, señala la investigación, reflejando la visión que del aprendizaje de esta materiase tiene en la posmodernidad.

En esta materia, entender qué es lo que hace a un evento “históricamente significante” es esencial y puede dar pie a un sugestivo debate en clase con el objetivo de que los alumnos entiendan “la naturaleza interpretativa de la historia”. En el caso expuesto en el libro, el profesor pide a los alumnos a comienzos de curso que listen cuáles son los artefactos más importantes de la historia del hombre. Un mecanismo, como otros de los aquí expuestos, muy habitual en los colegios y universidades para comprobar el nivel del alumno, pero también para comprender su visión del mundo.

Uno de los reproches más habituales que se hacen a la educación que se imparte en colegios e institutos, pero también en la universidad, es que apenas ha cambiado durante los últimos siglos. Y aunque sea una generalización que pasa por alto multitud de matices, no le falta parte de razón. La tan denostada clase magistral ha dejado paso a nuevas propuestas que consisten en favorecer la participación del alumno y proporcionar un enfoque más práctico que teórico. De igual manera que leer un manual sobre ingeniería no te convierte en ingeniero, la mera transmisión de información no constituye conocimiento.

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