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No triunfarás en el trabajo si no haces esto. Y lo mismo te acaba gustando
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las guerras internas de la empresa

No triunfarás en el trabajo si no haces esto. Y lo mismo te acaba gustando

La política dentro de la empresa es un juego habitual en el mundo laboral, y es la razón principal de que unos suban y otros salgan. Tienes que saber cómo desenvolverte en ese entorno competitivo

Foto: Se ríe porque se la acaba de jugar a los de la reunión. (Samantha Mitchell / Corbis)
Se ríe porque se la acaba de jugar a los de la reunión. (Samantha Mitchell / Corbis)

Hacer política en la empresa es una actividad inevitable. A veces etá relacionada con aquello que Richard J. Badham, autor de Power, Politics and Organizational Change (Sage), llama Turf wars o guerras por el territorio, y que define como “un juego inevitable en las organizaciones, que es jugado incluso por las personas de mayor prestigio, y que conlleva la puesta en marcha de los medios de influencia disponibles para fijar una agenda concreta y asegurarse de que será implementada”; en otras tiene que ver con una competición creciente en las compañías por los puestos disponibles o por las posiciones de privilegio, pero que siempre pone en juego mecanismos de poder, esto es, medios a través de los cuales conseguir que otras personas hagan lo que tú quieres.

Es una pelea soterrada, en la que reinan las buenas formas, y donde hay que saber manejarse con soltura

La cuestión de fondo es que es algo a lo que raramente puede alguien sustraerse. Pertenece a esa clase de prácticas que, cuando se ponen en marcha, todos quedan obligados a jugar, porque quien no lo haga saldrá perdiendo. Es un mecanismo infeccioso, en el que unos ganan y otros quedan arrinconados, y en el que, para que no tenga lugar, todos deben estar de acuerdo, algo que raramente sucede.

Las dinámicas intraempresa se construyen a menudo a través de la competencia contenida, de una pelea con buenas formas pero soterrada e insistente, en la que hay que saber manejarse. El éxito en este juego político en el trabajo lo suelen obtener quienes gozan de determinadas cualidades personales, no siempre positivas, quienes conocen bien los códigos del juego, y quienes están rápidos para sacar partido a sus opciones. Los demás, simplemente reaccionan como pueden.

Las reglas del juego

Para quienes no controlen este tipo de prácticas, Dan Walsdschmit ha publicado unos consejos en el Business Insider que permitan sacar partido de estas situaciones, argumentando que, cuando les coges el tranquillo, te acaban gustando:

1. Señalar con el dedo es correcto, siempre y cuando se tenga la honestidad suficiente para señalarse a uno mismo si es preciso.

2. Que otras personas actúen de manera inapropiada no es una excusa válida cuando te pillan comportándote del mismo modo.

3. Si quienes te rodean no saben bien lo que haces, supondrán que no estás haciendo nada.

4. El respeto y la humildad harán que tus relaciones con otras personas sean exitosas.

5. La culpa de que no tengas tanto éxito como te gustaría es tuya, de modo que deja de proyectar tu frustración en los demás.

6. Los pequeños detalles que se dejan sin resolver se convierten siempre en enormes obstáculos con graves consecuencias.

7. No respondas a las preguntas si no tienes claro qué te están pidiendo.

8. Si no estás seguro de lo que vales, no esperes quedar satisfecho con el reconocimiento que los demás te den.

9. Las conversaciones personales, y no las reuniones, son el secreto para que la gente vea las cosas de la manera en que tú quieres.

10. Cómo dices lo que quieres decir es mucho más importante que lo que dices.

Las cartas definitivas

Más allá de formas concretas de actuación, que en cada contexto serán diferentes, lo importante es sintetizar las constantes que recorren estas luchas internas por la visibilidad, el prestigio y el poder. Una de ellas es la necesidad de aparentar: cuanto mejor parezca que eres, mejor serás. En este sentido, las redes sociales son cada vez más utilizadas por empleados y profesionales para ampliar a una escala mucho mayor lo que antes se denominaba hacer pasillo. Muchos de ellos llevan a cabo allí las actividades que antes tenían lugar en la máquina de café, a la hora de la comida o con la cerveza tras acabar el trabajo: darse importancia, meterse con los compañeros, alabar a los amigos, hacer la pelota, tratar de medrar.

La otra consiste en tener las relaciones clave dentro de la firma, es decir, alcanzar el número adecuado de aliados que permita sostener las propias pretensiones con éxito. Y eso supone buenas habilidades relacionales.

Pero, en todo caso, se sepa jugar bien o no a estas Turf wars, lo cierto es que la política dentro de la empresa es cada vez más una competencia que todos deberíamos aprender, al menos como autodefensa.

Hacer política en la empresa es una actividad inevitable. A veces etá relacionada con aquello que Richard J. Badham, autor de Power, Politics and Organizational Change (Sage), llama Turf wars o guerras por el territorio, y que define como “un juego inevitable en las organizaciones, que es jugado incluso por las personas de mayor prestigio, y que conlleva la puesta en marcha de los medios de influencia disponibles para fijar una agenda concreta y asegurarse de que será implementada”; en otras tiene que ver con una competición creciente en las compañías por los puestos disponibles o por las posiciones de privilegio, pero que siempre pone en juego mecanismos de poder, esto es, medios a través de los cuales conseguir que otras personas hagan lo que tú quieres.

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