Es noticia
Esto es lo que ocurre la primera vez que ves porno en realidad virtual
  1. Alma, Corazón, Vida
MILAGROS DE LA CIENCIA

Esto es lo que ocurre la primera vez que ves porno en realidad virtual

Para una generación que se educó dejándose la vista en el codificado de Canal+, la posibilidad de ver porno en realidad virtual suena a ciencia-ficción, pero es posible

Foto: Los participantes sintieron el mismo miedo que los primeros espectadores de cine en el siglo XIX. (Corbis)
Los participantes sintieron el mismo miedo que los primeros espectadores de cine en el siglo XIX. (Corbis)

Para toda una generación que se educó sexualmente gracias a las revistas que se esconden en lo más profundo de los kioskos y que se dejó un buen puñado de dioptrías intentando adivinar un pecho entre las líneas del codificado de Canal+, pensar que se puede ver pornografía en realidad virtual suena poco menos que a utopía salida de la mente de Philip K. Dick. Pero no, es posible y cada vez se encuentra más cerca gracias a adelantos tecnológicos como Oculus Rift o las gafas Samsung Gear VR.

La redacción de la revista Complex ha cogido este último artilugio y se lo ha encasquetado a un puñado de jóvenes, que han asistido atónitos (por no decir otra cosa) a varios vídeos pornográficos en rigurosa realidad virtual. Un vídeo y un artículo recogen las reacciones de los participantes en el experimento, que como mucho, habían jugado a videojuegos con un casco de ese tipo. Ahora, el joystick que han de manejar es otro muy distinto.

Algunos de ellos desvelan ser consumidores habituales de pornografía por sus respuestas evasivas, mientras que alguna de las chicas señala no haber visto nunca un vídeo erótico. Al igual que ocurría con aquellos primitivos espectadores del cinematógrafo que se apartaban al ver entrar al tren en la estación de La Ciotat, los participantes en el estudio reaccionan con un poco de miedo a las imágenes que vívidamente se presentan antes sus ojos. Algunos de ellos se apartan, otros exclaman “esto es peligroso”. Una de las chicas mira hacia abajo –el movimiento de la cabeza influye en lo que estamos viendo– y se pregunta “¿esto es mi polla?”

Ese es quizá uno de los puntos más interesantes del experimento: si en un pasado la pornografía se vivía en tercera persona, cada vez más nos ha obligado a identificarnos forzosamente con sus protagonistas. Ello puede dar lugar a situaciones, cuando menos, particulares: por ejemplo, uno de los hombres exclama de repente “ahora soy una chica, ¿qué es esto?” cuando el relato cambia de punto de vista. Efectivamente, muchos de los participantes masculinos no parecen disfrutar demasiado de la sensación de ser penetrados por otro hombre. “Esto me asusta”, “oh, Dios mío, no” o “ten cuidado” son tres de los comentarios que se pueden escuchar en este breve vídeo.

No obstante, hay algo en lo que parecen ponerse de acuerdo varones y hembra: todos prefieren ser hombres. Una de las chicas participantes en el estudio lo reconoce al término de este, lo que quizá sea un síntoma muy evidente de que, efectivamente, la mujer juega un rol mucho más pasivo y menos divertido en las películas pornográficas que los hombres. El vídeo que presenciaron los participantes en el experimento tenía un poco de todo: mujeres haciendo el amor con hombres acostados, bañistas con bikinis de R2D2 e incluso alguna clase de fluido que impacta la pantalla de la cámara.

¿El veredicto final? No precisamente positivo, aunque es probable que, como suele ocurrir con otros adelantos cinematográficos –del 3D a la Olorvisión maquinada por John Waters–, se trate más bien de un gusto adquirido. Un par de chicos se quejan de que todo se veía demasiado cerca (cerca en relación a un vídeo porno, seguramente lejos para las personas que mantienen relaciones sexuales de verdad) y de que era “mucho más desagradable” de lo que pensaban de entrada. Otro, no obstante, explica que uno puede mirar arriba y abajo y verlo todo, todo.

Es precisamente una chica la que recomienda más fervientemente el invento, aunque otro de sus compañeros masculinos advierte, muy juiciosamente, que “hay gente que nunca se lo quitaría”. Hace tan sólo unos días, contábamos cómo una madre ciega había podido observar por primera vez a sus hijos gracias a unas nuevas gafas inteligentes, y hoy podemos ver porno en realidad virtual. De lo más entrañable a lo más frívolo, la tecnología puede aplicarse a prácticamente todas las situaciones de nuestra vida.

Para toda una generación que se educó sexualmente gracias a las revistas que se esconden en lo más profundo de los kioskos y que se dejó un buen puñado de dioptrías intentando adivinar un pecho entre las líneas del codificado de Canal+, pensar que se puede ver pornografía en realidad virtual suena poco menos que a utopía salida de la mente de Philip K. Dick. Pero no, es posible y cada vez se encuentra más cerca gracias a adelantos tecnológicos como Oculus Rift o las gafas Samsung Gear VR.

El redactor recomienda