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Los 7 propósitos de Año Nuevo que siempre fracasan
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que tus deseos para 2015 sean realizables

Los 7 propósitos de Año Nuevo que siempre fracasan

A final de año nos da por proponernos una lista de propósitos con los que creemos que seremos más felices en el siguiente. Pero, ¿por qué no conseguimos hacerlas?

Foto: Existen una serie de propósitos de Año Nuevo generalizados que abandonamos antes de que sea febrero... ¿Por qué ocurre esto? (iStock)
Existen una serie de propósitos de Año Nuevo generalizados que abandonamos antes de que sea febrero... ¿Por qué ocurre esto? (iStock)

Las culturas occidentales celebran la llegada del Año Nuevo desde hace tan sólo 400 años, pero esta tradición se remonta a hace nada más y nada menos que 4000 años. La fiesta como tal comenzó en la antigua Babilonia (hoy Irak) alrededor del año 2000 a.C., y aunque el que era el año nuevo de los babilonios coincide con nuestro mes de marzo, podemos apuntar hacia ellos como los responsables de iniciar esta hermosa tradición de los propósitos de año nuevo.

Sí. No hemos inventado nada. Claro que el que era el más popular de sus deseos dista mucho de quitarnos vicios o perder unos kilos: devolver las herramientas agrícolas. Quizás nos acerquemos un poco más al de los antiguos romanos cuyo propósito más generalizado era el de pedir el perdón de sus enemigos, algo que cuadra más con nuestra idea de empezar el año nuevo sin cargas emocionales y siendo buenos y positivos.

Como cada 365 días, se acerca el final del año y nos da por proponernos una lista de cosas con las que creemos –tenemos una gran capacidad para autoconvencernos– que seremos más felices en el que está a punto de empezar. Quién más y quien menos, en estos días a casi todos nos da por revisar nuestra existencia para ver qué cosas podemos incluir, cuántas matizar y las que debemos exterminar de nuestro día a día para mejorar nuestras vidas.

Lo cierto es que tampoco somos muy originales en esto y existen una serie de deseos generalizados que cada año muchas personas no dudan en verbalizar –incluso asegurar– que harán a lo largo del siguiente. Sin embargo, es bastante común que cuando llega el mes de febrero se hayan abortado al menos la mitad de esos buenos propósitos y se empiece a ver claramente que los restantes son más bien irrealizables

Como si de otra tradición navideña más se tratase, vuelven a salir a la palestra los propósitos que nadie consigue cumplir. ¿Por qué ocurre esto? ¿Nos falta constancia en la obtención de nuestras metas, somos demasiado impacientes, o realmente nos hemos venido demasiado arriba con esos deseos a realizar?

La doctora Andrea Bonior plantea en Psychology Today que para que los propósitos se cumplan y sean todo un éxito, la clave está en reajustar y amoldar estos deseos a nuestras verdaderas capacidades y posibilidades de mantener ese compromiso: “Hay que encontrar el equilibrio adecuado para que sea un reto, pero no irreal, y también tenemos que plantear estrategias y métodos para cumplir esas metas”.

Bonior insiste en que hay que ser realistas y ofrece algunos consejos como centrarnos sólo en un propósito en lugar de ponernos una numerosa lista para buscar “una transformación extrema de todo nuestro ser” o dar más importancia al proceso que al resultado. Toma nota de estas sugerencias y revisa tu lista, porque seguro que te toca tachar alguno de estos siete propósitos típicos que suelen terminar en fracaso.

1. Perder equis kilos

Es cierto, el final de año se une con las comilonas navideñas en las que solemos añadirnos unos kilos de más. Pero no te engañes, ya tenías también acumulados los de las vacaciones de verano que, está claro, hicieron piña con los que te echaste en Semana Santa, en las fiestas de tu pueblo o, sí, comiendo lo que bien te ha parecido a lo largo de todo 2014.

Ponerle solución es una meta estupenda, pero es importante encontrar una dieta –y acompañarla de algo ejercicio– que podamos adaptar a nuestra alimentación y estilo de vida. No. Puede que si tu jornada de trabajo excede las 8 horas no vayas a ir todos los días al gimnasio y ¡eh!, no tiene que ser el fin del mundo si un día se te olvida el tupper y te toca comer un bocadillo. Recuerda, para que este propósito tienes todo el año. No lo dejes a la primera de cambio y espera a los resultados a medio y largo plazo.

2. Dejar de fumar

“Este es un objetivo muy saludable, por supuesto, pero también puede ser una gran frustración”, explica Bonior. De hecho, el problema de la adicción al tabaco es que no se puede establecer cuánto tiempo tiene que pasar para asegurar que uno ha dejado de fumar: ¿Tres meses? ¿Un año? ¿Diez?

Cualquier pequeño hito que se marque en este proceso debe traducirse en un refuerzo positivo. Esto nos servirá para convencernos de que se puede ganar la batalla y que vamos en buen camino. Contar con apoyo médico y tratamientos específicos siempre será un aliado ideal, pero recuerda que este propósito sólo es posible con tu fuerza de voluntad y esta debe estar presente durante todo el año que viene y en adelante.

3. Gastar menos (y ¿ahorrar?)

Como ocurría con el primer deseo compartido, en Navidad gastamos más dinero y vemos como nuestras cuentas bajan y bajan. Luego la cuesta de enero que de pronto se une con las vacaciones de primavera, las de verano… Vamos, que manteniendo tu ritmo de vida se te hace complicado recuperarte de tantas deudas.

Si quieres que este propósito pueda ser real –al margen de darte al juego y tener muchísima suerte– lo mejor es ir guardando dinero poco a poco, en cantidades que no supongan un cambio radical en tu día a día. “Ponte una cantidad baja sólo para el mes de enero, con el fin de no abrumarte a ti mismo, y ve subiendo el reto cada semana”, recomienda Bonior. Puede ser tan sencillo como introducir nuevas rutinas de gastos que te ayuden a ahorrar sin notarlo demasiado: con comprar productos de marca blanca algo más baratos o quitarte uno de los dos cafés diarios, puede valer.

4. Ser una persona organizada

Como dice la doctora, antes de plantearnos algo así debemos saber qué tipo de personas somos. Mientras unas son organizadas de manera natural, a otras les cuesta mucho más plantearse una rutina tan sencilla como bajar la bolsa de basura cada noche o, en términos de dejadez suma, cepillarse los dientes en algún momento del día. En casos así, es mucho más adecuado ponerse como propósito minimizar el desorden que tratar de transformarnos por completo, apunta la doctora.

5. Apuntarse al gimnasio

Como bien sabemos, los gimnasios hacen su agosto en enero. Mes en el que los buenos propósitos de adelgazar y comer sano tienen que ir sí o sí acompañados de algún tipo de ejercicio. Y como estamos convencidos de que en casa no vamos a hacer nada, acercarnos a esas nuevas instalaciones deportivas con todo tipo de clases y máquinas va a ser, sin duda, nuestra nueva rutina diaria. Ya.

Una vez más la doctora plantea una rutina realista que seamos capaces de hacer. Tan sencillo como comenzar subiendo un día a la semana por escaleras en lugar de usar el ascensor, y una vez afiances el hábito incorporarlo en tu día a día en adelante hasta que hacerlo te salga casi de manera automática.

6. Comer sano

Un propósito que suele implicar un deseo aspiracional: “Después de todo, nuestra forma de comer es una parte bastante importante de nuestro ser”, comenta Bonior. Si de la noche a la mañana queremos cambiar radicalmente nuestra alimentación es igual que empezar el día 1 de enero corriendo una maratón en lugar de bajarnos a tomar unas cañas.

La clave está en empezar introduciendo poco a poco alimentos que hasta ahora apenas comíamos como pasta integral o determinados pescados, o establecer días determinados de la semana en los que comer carne o verduras. “Estos cambios permiten que te des una palmadita en la espalda a medida que avanzas y se reduce significativamente la posibilidad de que te centres en el ‘todo o nada’ y sientas que has ‘fallado’ incluso antes de que quiten la decoración navideña”, aconseja la doctora.

7. Ser mejor persona

El principal problema de este propósito es lo sumamente abstracto que es: ¿Qué es una buena o una mala persona? Y es más, ¿quién va a certificar que este nuevo año eres mejor persona? Está claro que esa figura, esa mejor persona que queremos ser, dependerá en gran medida de nuestras creencias y valores y es difícilmente medible por personas externas.

Una vez más, es mejor ponernos metas cortas que seamos capaces de percibir. Escoge un comportamiento en particular que puedas medir tú mismo, recomienda Bonior: “Incluso algo tan simple como mantener contacto visual y sonreír cuando le das las gracias a la cajera del supermercado o esperar medio segundo más antes de hacer sonar el claxon cuando el semáforo se pone verde”.

Las culturas occidentales celebran la llegada del Año Nuevo desde hace tan sólo 400 años, pero esta tradición se remonta a hace nada más y nada menos que 4000 años. La fiesta como tal comenzó en la antigua Babilonia (hoy Irak) alrededor del año 2000 a.C., y aunque el que era el año nuevo de los babilonios coincide con nuestro mes de marzo, podemos apuntar hacia ellos como los responsables de iniciar esta hermosa tradición de los propósitos de año nuevo.

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