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No te pases de listo: palabras extranjeras que no debes usar porque ya existen en español
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No te pases de listo: palabras extranjeras que no debes usar porque ya existen en español

Un extranjerismo es “un vocablo o expresión que un idioma toma de otro”. A veces, no queda más remedio que emplearlos. Otras, lo hacemos por vaguería o desidia

Foto: No hace falta acudir al diccionario para recordar que muchas palabras en inglés tienen su equivalente en castellano. (iStock)
No hace falta acudir al diccionario para recordar que muchas palabras en inglés tienen su equivalente en castellano. (iStock)

Un extranjerismo es, según la definición de la tan socorrida Wikipedia, “un vocablo o expresión que un idioma toma de otro, sea para llenar un vacío semántico o como alternativa a otras expresiones ya existentes en la lengua de destino o simplemente palabras de otros idiomas que hemos adoptado a lo largo de los años”. Es decir, a veces utilizamos palabras de otras lenguas porque, efectivamente, no existe ningún término similar en la nuestra propia, y en otras, por una mera cuestión de costumbre, vaguería o falsa sofisticación.

Como explica El buen uso del español, editado por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, los extranjerismos crudos (es decir, aquellas voces de otros idiomas que se usan en textos escritos en español sin que hayan sufrido adaptación formal a los patrones gráfico-fonológicos de nuestra lengua), suelen emplearse por razones expresivas. En ocasiones, se emplean para “aludir a una realidad exclusiva de la cultura o la civilización relacionadas con la lengua a la que pertenece el extranjerismo”, y en otras, “porque el hablante o el autor del texto quiere presentarse ante los demás como una persona culta y moderna”.

Será en este último aspecto en el que nos centremos en este artículo, que refleja estas palabras que por desidia o contaminación utilizamos en inglés cuando buenamente podríamos emplear palabras de nuestro idioma. No se trata tanto de preservar la lengua –afortunadamente, el español se encuentra en una situación privilegiada a nivel global– como de preservar la riqueza de nuestro léxico. Es evidente que en muchas ocasiones se recurre a algunas de ellas por una cuestión de economía –casting es más eficiente que “prueba de reparto”– y que, en otras, el significado no es exactamente igual en inglés que en español –coolhunter suena un rato mejor que “cazatalentos”–, pero en otras, no hay tanta diferencia como para no recurrir al término castellano. No se trata de que sean incorrectas –muchas de ellas han sido admitidas por la RAE–, sino simplemente, de optimizar nuestro léxico.

  • Celebrity: el famoso de toda la vida, sólo que seguramente más internacional. Ana Obregón es una famosa; Kim Kardashian, una celebrity.
  • Delicatessen: las “delicias” parecen un poco más sabrosas si se pronuncian en alemán. No olvidemos que, en muchos casos, el término extranjero proporciona un matiz cool (¿ven?) a la hora de vender un producto o servicio.
  • Denim: a base de verlo escrito en catálogos de moda, hemos empezado a pensar que es algo diferente a la tela vaquera. Pero no.
  • Disc jockey: ahora que vuelve el vinilo, y por lo tanto se vuelve a pinchar la aguja del plato en los discos de 33 o 45 revoluciones por minuto, quizá sea momento de recuperar el añorado “pinchadiscos”.
  • Fair play: un término que bien puede ser sustituido por “juego limpio” o, mejor aún, por el bello “deportividad”, reveladora palabra en cuanto que señala como parte esencial del deporte su limpieza. Una de las acepciones de “deportivo”, según la RAE, es “ajustado a normas de corrección semejantes a las que deben observarse en el deporte”.
  • In crescendo: a veces, son locuciones o frases hechas de otras lenguas lo que se incorporan a la nuestra, como ocurre con in crescendo o tour de force. Si bien la primera puede ser fácilmente traducida como “en aumento”, más complicado resulta traducir la expresión francesa sin que pierda parte de su significado.
  • Input: uno de esos términos empleados en contextos muy distintos, del mundo de la empresa al de la educación, y que en la mayor parte de casos podría sustituirse por el sencillo “aportación”.
  • Link: ya sabemos que la globalización informática favorecida, entre otras cosas, por la utilización del inglés como lengua franca, provoca que incorporemos a nuestra habla muchos términos en otro idioma, pero no pasa nada si llamamos “enlace” al link.
  • Look: una de las de traducción más complicada, aunque pueda sustituirse por “apariencia”, “estilo” o “imagen”… O una mezcla de todas esas cosas.
  • Password: aunque no lo hagamos por economía lingüística, hagámoslo por sonoridad. ¿O es que no resulta bastante más sencillo pronunciar “contraseña” que la abundante en consonantes password?
  • Planning: un caso peculiar, en cuanto que el término en inglés es más largo que algunos de sus sinónimos en castellano, como “plan”. Es cierto que no todas las veces planning puede traducirse por dicha palabra, pero para ello, el castellano dispone de multitud de términos como “horario”, “agenda” o “cronograma”, como recuerda Fundeu.
  • Première: “estreno” suena a algo a lo que todo el mundo puede acudir: “hoy estrenan la última de Santiago Segura”. Pero la cosa cambia mucho si hablamos de première. Ahí sólo hay gente famosa y guapa con vestidos de noche bebiendo champán: “Michael Fassbender y Scarlett Johansson acudieron a la première”.
  • Royalty: ¿por qué renunciar a utilizar una palabra tan bella como “regalía”? En caso de que nos resulte demasiado exótica, siempre podemos decir “derechos de autor”.
  • Scouting: un término cada vez más utilizado en la prensa deportiva como equivalente a “ojeador” o, como explica la Fundeu, también como “analista técnico-táctico” en el caso de que su tarea sea recabar información sobre los equipos rivales.
  • Self-service: por mucho que lo vistan de seda, el autoservicio, autoservicio se queda.
  • Shopping: quizá porque “ir de compras” nos recuerda a ir al supermercado, e ir de shopping a visitar tiendas de ropas, cada vez utilizamos más este último término, relacionado íntimamente con la adquisición de productos como alternativa de ocio.
  • Swinger: la Fundeu propone una alternativa al término empleado para referirse a aquellos que intercambian sus parejas sexuales, y es “liberal”. No, lamentablemente, “neoliberal” no equivale a neoswinger (pues tal cosa no existe).
  • Vedette: un término bastante peculiar, en cuanto que era más utilizado en España hace unas décadas, con el auge de las revistas teatrales, que en la actualidad. ¿Puede un extranjerismo caer en desuso? Esta es la mejor muestra de que sí, quizá porque el teatro ha dejado el camino libre a los actores de televisión y cine.

Un extranjerismo es, según la definición de la tan socorrida Wikipedia, “un vocablo o expresión que un idioma toma de otro, sea para llenar un vacío semántico o como alternativa a otras expresiones ya existentes en la lengua de destino o simplemente palabras de otros idiomas que hemos adoptado a lo largo de los años”. Es decir, a veces utilizamos palabras de otras lenguas porque, efectivamente, no existe ningún término similar en la nuestra propia, y en otras, por una mera cuestión de costumbre, vaguería o falsa sofisticación.

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