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Las 7 personas que están impidiendo que te hagas asquerosamente rico para siempre
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DECÁLOGO DEL UTILITARISMO

Las 7 personas que están impidiendo que te hagas asquerosamente rico para siempre

Una breve guía para conseguir que los que te rodean no te quiten ese dinero tan duramente ganado, pero también para vivir completamente solo, eso sí, forrado

Foto: Vigila con quién te juntas: las personas gastan más dinero que las propiedades privadas. (iStock)
Vigila con quién te juntas: las personas gastan más dinero que las propiedades privadas. (iStock)

Ay, si yo fuera rico. Como sugería la canción de El violinista en el tejado, todos tendríamos casas por docenas, no nos veríamos obligados a ir a trabajar y pasaríamos toda la jornada debatiendo sobre literatura con otros diletantes como nosotros (eran otros tiempos; quizá ahora nos limitaríamos a viajar en yate), nuestra opinión sería tenida en cuenta y vestiríamos a nuestras esposas con los ropajes más lujosos y bellos del mundo.

Espera un momento. ¿Cómo? ¿Gastar dinero en nuestra mujer para hacerla un poco más feliz? Nada de eso, parece sugerir un reciente artículo publicado en Wisebread por Max Wong. Definir que este texto es políticamente incorrecto es como decir que Messi es un jugador de fútbol apañado: en su texto, la autora realiza un listado de todas aquellas personas que están impidiendo que ahorremos dinero y que, probablemente, podría ser también una relación de nuestros seres más queridos o todos los que nos ayudan cuando no va mal.

En definitiva, y siguiendo el refrán que rezaba que “quien bien te quiere, te hará llorar”, “quien mucho amas, te sacará la pasta”. Resulta paradójico que muchas de las personas y comportamientos que, en teoría, están perjudicando nuestra economía, sean aquellas mismas que nos apoyan emocionalmente y que contribuyen a nuestra realización y felicidad diarias. O quizá sea que el texto, si bien tiene razón en muchas de las cuestiones que plantea, es una buena muestra de la mentalidad que nos lleva a pensar en los demás como medios y no como fines.

Como explicaban Elizabeth Dunn y Michael Norton en Dinero feliz. La ciencia de gastar dinero de forma inteligente (Simon & Schuster), ganar dinero no es lo que nos convierte en personas felices, sino saber cómo gastarlo. Y en dicha relación se encontraban algunas de esas inversiones que, a priori, pueden parecer inútiles, como gastar el dinero en experiencias, en cosas que adquirimos porque sentimos que nos lo merecemos o, por qué no, ¡en los demás! ¡Sí, en esos mismos que impiden que nos hagamos ricos!

Aquí reproducimos parte de esa lista negra de malvadas personas que están aprovechándose esas ganancias que tanto nos cuestan ganar. Su aplicación corre a cuenta y riesgo del lector: es el camino más corto para ahorrar unos cuantos miles de euros más al año, pero también, para vivir solo en la cumbre, rodeado de montañas de dinero en una mansión vacía. O, simplemente, para convertirse en el amargado Tío Gilito de tu barrio.

Tu mujer

No sólo porque sea una manirrota, que también puede ser, como sugiere la autora. También porque su calificación de crédito puede impedir que nos den una hipoteca, aunque nosotros tengamos una buena reputación financiera o porque el hecho de que trabaje puede ser poco rentable en términos económicos, ya que quizá está provocando que paguéis demasiados impuestos e invirtiendo demasiado en el transporte o en pagar a alguien para que cuide de los niños mientras está fuera de casa. Por eso hay que tener un poco de tacto: “descubrir que aportas más al presupuesto familiar dependiendo de los impuestos de tu marido que como una profesional respetada es una experiencia que puede herir el ego de las mujeres que adoran su trabajo pero ganan menos que sus maridos”. No, no es una adaptación: Wong utiliza continuamente los términos “marido” (husband) y “esposa” (wife).

Tus hijos

Criar un niño es caro, y aunque en España exista una gran diferencia entre comunidades autónomas, nadie da duros a peseta y tener descendencia supone un fuerte y constante desembolso. Moraleja: si quieres ser rico, piénsatelo dos veces antes de traer a niños a este mundo o, por lo menos, intenta evitar los embarazos no deseados. No sabemos muy bien qué pensarán algunos de esta visión economicista de la paternidad, aunque quizá no les haga mucha gracia pensar en los hijos como otro gasto a descontar en la columna de pasivos.

Tus mascotas

Como tus hijos, comen mucho, y además enferman. La autora calcula que un animal puede suponer un gasto de entre unos 7.700 y 15.000 dólares a lo largo de toda su vida. Incluso las mascotas económicas –el calificativo es suyo– como las tortugas salen caras, así que sigue la máxima del punto anterior: si no te los puedes permitir, no tengas animales, y utiliza todos los medios a tu alcance para evitar contar con uno más en la familia.

Tus padres

Que, al contrario de lo que ocurría en el pasado inmediato, no tienen la bonita costumbre de morirse a los 60 años dejándote una cuantiosa herencia. Se ha hablado con frecuencia de los problemas que acarrea pertenecer a la generación sándwich, aquella que debe mantener al mismo tiempo a sus hijos y a sus padres, y la autora lo traduce a términos económicos. “Lo que encuentro llamativo es el número de jóvenes forzados a apoyar a sus padres financieramente irresponsables que viven de manera extravagante sin saber cómo pagarán las facturas una vez abandonen el mercado laboral”, señala Wong. ¿La solución? Sé un buen hijo según las reglas del mercado: no les des dinero, pero recomiéndales que consulten cuanto antes a un asesor financiero antes de que sea demasiado tarde.

Tu señora de la limpieza

Cabría pensar que si uno puede disponer de una mujer que cuide la casa, es porque ya es rico, pero no, parece ser que nunca se tiene suficiente dinero. La autora nos anima a plantearnos la siguiente pregunta: ¿tienes que recurrir a otras personas porque trabajas mucho o trabajas mucho porque tienes que seguir pagando a otros para que hagan aquello de lo que tú (o tus padres, ¡que se lo curren!) pueden encargarse? Una observación: como ocurría en el caso de la mujer, Wong habla todo el rato de lady; parece ser que no existen hombres que formen parte del servicio. O puede ser que sea así y, sin embargo, salgan rentables.

Tus amigos ricos

Ah, la paradoja de seguir un elevado tren de vida cuando no tienes un euro en el bolsillo para mantener las apariencias pensando que el dinero llama al dinero. Sin embargo, es probable que ello nos haga incurrir en gastos desmesurados. “Aunque hay beneficios financieros obvios de tener amigos ricos que son felices de elevar tu estándar de vida simplemente limpiando su casa, tus amigos ricos pueden también hacer mucho más difícil vivir de forma económica”, explica Wong. Siempre se puede aprender del pequeño Nicolás y su capacidad de infiltración para codearse con la élite a precio de saldo.

Tu jefe

Es de cajón: no es sólo es el que decide que no va a subirte el sueldo, sino también el que ratea con tu sueldo ofreciéndote a cambio independencia o reconocimiento, que están muy bien, pero no te hacen más rico. Como recuerda Wong, la libertad en el trabajo puede salir muy cara, así que es preferible que te suban el sueldo de forma que aumente tu calidad de vida fuera del trabajo, algo más rentable que uno siente que hace lo que ama. ¿O no?

Ay, si yo fuera rico. Como sugería la canción de El violinista en el tejado, todos tendríamos casas por docenas, no nos veríamos obligados a ir a trabajar y pasaríamos toda la jornada debatiendo sobre literatura con otros diletantes como nosotros (eran otros tiempos; quizá ahora nos limitaríamos a viajar en yate), nuestra opinión sería tenida en cuenta y vestiríamos a nuestras esposas con los ropajes más lujosos y bellos del mundo.

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