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Aprender inglés: esto es lo que se hace en Europa (y lo que se hace en España)
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CONGRESO SOBRE MULTILINGÜISMO EN SALAMANCA

Aprender inglés: esto es lo que se hace en Europa (y lo que se hace en España)

España va bien, al menos en el inglés. Esa es una de las sensaciones que parecen respirarse en el congreso "Multilingual education: policy, practice and reality"

Foto: El aula magna del Palacio de Anaya, durante la apertura del congreso 'Multilingual education: policy, practice and reality'.
El aula magna del Palacio de Anaya, durante la apertura del congreso 'Multilingual education: policy, practice and reality'.

España va bien, al menos en el inglés. Esa es una de las sensaciones que parecen respirarse en el congreso Multilingual education: policy, practice and reality celebrado este lunes y martes en la Universidad de Salamanca, y organizado por Cambridge English. No cabe duda, y en ello coinciden todos los ponentes,de que se ha realizado una gran inversión en programas bilingües en diferentes comunidades autónomas –buen ejemplo de ellos son los llevados a cabo en la Comunidad de Madrid, el programa BEDA de las Escuelas Católicas o el modelo trilingüe del País Vasco, recurrentes ejemplos de éxito en el ámbito internacional–, sino que ha cambiado la mentalidad tanto entre los más pequeños como en los adultos, incluso entre aquellos que quizá nunca pensaron que necesitarían el inglés para su trabajo.

Como recuerda Román Álvarez, antiguo decano de la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca y manager del centro de exámenes de Cambridge English en dicha ciudad, “incluso en el mundo académico de altos vuelos hay más gente de la que parece que se maneja en inglés, porque cuando van a congresos tienen que realizar sus ponencias en inglés y las publicaciones periódicas no se traducen”. No cabe duda de que el inglés es la lengua franca de la actualidad en casi todos los ámbitos, como si por fin se hubiese cumplido el sueño de Lázaro Zamenhof, creador del esperanto. Como varios ponentes recuerdan, no hay ninguna dificultad en que un japonés se entienda con un español, un sueco o un mexicano en esa variante del inglés que todos aprendemos; más complicado es, precisamente, entender al hablante nativo, en cuanto que este inglés internacional que solemos conocer tiene una finalidad absolutamente comunicativa. Y, de ahí, que sea económicamente tan relevante.

El inglés es dinero, trabajo y riqueza cultural… en Europa

“Nosotros creíamos que estábamos en una situación mala en el contexto europeo, pero estamos en la media, aunque la gente no lo crea”, recuerda Álvarez, a la sazón orgullo anfitrión del encuentro internacional. “Desde luego, no estamos a la cola, y en los últimos años se está notando la mejora el interés de otras lenguas”, que ha revertido la larga tradición de desprecio al aprendizaje de lenguas extranjeras en nuestro país. A ello contribuyen las políticas educativas, los programas multilingües y el apoyo de la Comisión Europea, a la que pertenece Kristina Cunningham, responsable de la unidad de plurilingüismo de la misma y que nos puso en nuestro lugar para bien y para mal. Es decir, mejorando a pasos agigantados, especialmente en lo referido a las generaciones más jóvenes, pero aún lejos del mínimo deseable –la independencia lingüística en inglés a los 15 años–, y no digamos de países prácticamente bilingües como los escandinavos.

Resulta llamativo cómo la Unión Europea ha acogido el inglés como la lengua de los negocios, frente a otras con multitud de hablantes por todo el mundo, como el español o el chino, o con una mayor tradición en el uso internacional, como el francés, la lengua diplomática por excelencia. Como explica Cunningham, un conocimiento amplio del inglés permitirá una mayor cohesión en el mercado laboral interno y una fuerza laboral mucho más adaptable. Sin embargo, la mayor parte de países aún están muy lejos de obtener los resultados ideales –un nivel B1 al final de la secundaria– y se produce la particularidad de que quienes tienen un gran manejo de la primera lengua extranjera suelen hacerlo mucho peor en la segunda. Es el caso de Suecia, donde a pesar de ser uno de los países que más manejan el inglés, desaprovechan sus estudios de español. España, por el contrario, muestra un buen manejo del francés, su segunda lengua extranjera. ¿Otro consuelo? Francia, celosa de su pasado histórico, no puede presumir precisamente de un gran manejo del inglés.

Como explica Cunningham a El Confidencial respecto a España, “tenéis un sistema que funciona, como el de escuelas bilingües, habéis realizado una gran inversión y los resultados son buenos”. Por otra parte, recomienda que nos aseguremos de “que los profesores sepan de verdad qué están haciendo, hay que encontrar estrategias de cooperación efectiva entre los profesores de las materias y los profesores de idiomas, para que se tenga una visión comprehensiva de la enseñanza”. Por último, la representante de la Comisión recuerda que “hay una gran cantidad de nuevas fuentes educativas de libre acceso, y es maravilloso cómo los profesores, incluso en primaria, las utilizan de forma muy creativa. Pero son la minoría, muchos no saben qué hacer”. Ahí se encuentra el próximo reto en un mundo, el educativo, que ha evolucionado durante la última década a velocidad de vértigo.

No es la cantidad de tiempo que se dedica al inglés, sino el método

Si hay una idea particularmente potente en la intervención de Cunningham es que no hay apenas relación entre el tiempo que se dedica a la enseñanza del inglés y el manejo del idioma de los alumnos. Por el contrario, la metodología es un factor mucho más importante a la hora de conseguir resultados efectivos, en cuanto que países que dedican la mitad de tiempo al estudio del inglés que otros obtienen mejores resultados. Como coinciden los ponentes, uno de los grandes problemas en España ha sido el speaking o conversación, aunque también el listening (comprensión oral). Sin embargo, el aprendizaje del inglés a una edad cada vez más temprana y estos programas han dado un empujón parece que definitivo a la ardua relación entre el inglés y los españoles.

Es el caso del CLIL (content and language integrated learning o, en otras palabras, aprender los contenidos tradicionales directamente en inglés) del que la Comunidad de Madrid ha sido pionero, pero también Italia. Como explicó la inspectora de lenguajes extranjeros italiana Gisella Langé, son tres las claves para conseguir que el inglés sea natural entre los más pequeños: identificar correctamente las necesidades de cada país (o incluso comunidad o centro) así como los recursos de los que se dispone, entrenar a los profesores –en muchos casos, buscando colaboraciones internacionales e intercambios con otros centros– y desarrollar buenos materiales con los que trabajar. Convergencia, flexibilidad y sostenibilidad en el tiempo son los tres principios por los que se ha regido la implantación del sistema desde 2010, y que tiene el ambicioso objetivo de conseguir que todos los jóvenes tengan un B2 antes de entrar en la universidad.

Pero si hay algún proyecto que llame particularmente la atención es el presentado por Helder Sousa, presidente del comité ejecutivo del Ministerio de Educación y Ciencia de Portugal, por varias razones. Por una parte, porque la complicada situación económica obligó a buscar sponsors que apoyasen el Key for Schools, un examen cuyo objetivo era identificar el nivel real de los alumnos portugueses, especialmente bajo en aspectos como la conversación debido al rápido crecimiento de la escolarización en el país vecino después de 1974, algo que provocó la masificación en las aulas.

Se trata de un examen que encontró una gran oposición dentro del país, tanto por parte de los padres como de los sindicatos, pero que era necesario para saber en qué se fallaba y qué había que mejorar y que, por lo tanto,tuvo que ser complementadocon una compleja campaña de concienciación sobre el aprendizaje del inglés. La vía de Portugal, aunque polémica, puede indicar ciertas fórmulas –colaboración con entidades como Cambridge, búsqueda de vías alternativas de financiación oreeducación de las costumbres del país– que permitan alcanzar los objetivos del idioma en un momento en el que el inglés ya es la lengua franca. Sí, la lengua del imperio, pero también la de la ciencia, las humanidades y, sobre todo, la comunicación.

  • Román Álvarez: “Constancia y no desesperarse, y no creer que una lengua se aprende sin ningún esfuerzo. Una lengua se aprende con mucha constancia, con mucho esfuerzoy, desgraciadamente, a veces con mucho dinero. Tengo que reconocer que los programas Erasmus, que el ministerio intenta cercenar, han hecho más por Europa y por la comprensión de la misma que todas las políticas de la Unión Europea, y ello va aparejado al aprendizaje de una lengua”.
  • Peter Medgyes, profesor de la Universidad de Eötvös Loránd de Hungría y autor de El profesor no nativo: “Que haga lo que quiera hacer, en inglés. Si mi hijo busca algo en Google, aparecerá como primer resultado algo en inglés, y lo va a leer. Esa es la manera de aprender. Más tarde, le preguntaré qué ha visto y qué ha aprendido, y mantendremos una conversación en nuestra lengua origen. Tiene amigos de diferentes lugares que conoce a través de jugar FIFA 15, con los que se comunica en inglés. Que la gente haga lo que quiere hacer, y probablemente lo terminarán haciendo en inglés”.
  • Elaine Blaus, directora regional de Cambridge English en España y Portugal: “Vivimos en un mundo en el que todo el mundo tiene acceso a la televisión en inglés, simplemente cambiando el idioma en el menú al que se le pueden añadir subtítulos. De esa forma podemos familiarizarnos con el idioma”.

España va bien, al menos en el inglés. Esa es una de las sensaciones que parecen respirarse en el congreso Multilingual education: policy, practice and reality celebrado este lunes y martes en la Universidad de Salamanca, y organizado por Cambridge English. No cabe duda, y en ello coinciden todos los ponentes,de que se ha realizado una gran inversión en programas bilingües en diferentes comunidades autónomas –buen ejemplo de ellos son los llevados a cabo en la Comunidad de Madrid, el programa BEDA de las Escuelas Católicas o el modelo trilingüe del País Vasco, recurrentes ejemplos de éxito en el ámbito internacional–, sino que ha cambiado la mentalidad tanto entre los más pequeños como en los adultos, incluso entre aquellos que quizá nunca pensaron que necesitarían el inglés para su trabajo.

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