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El sexo da problemas a todo el mundo: los seis más comunes y las recetas para gozar
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DEBEMOS CAMBIAR DE MENTALIDAD

El sexo da problemas a todo el mundo: los seis más comunes y las recetas para gozar

Es un tópico decir que el sexo no es lo más importante en una pareja, pero no es cierto: sin una vida sexual saludable es muy difícil que una pareja funcione

Foto: La falta de sexo puede acabar con toda pareja. (iStock)
La falta de sexo puede acabar con toda pareja. (iStock)

Es un lugar común decir que el sexo no es lo más importante en una pareja, pero no es cierto: sin una vida sexual saludable es muy difícil que una pareja funcione en condiciones. Y por desgracia, muchas parejas tienen problemas con el sexo.

Independientemente de los problemas de índole médica (que se deben consultar, valga la redundancia, con el médico), tarde o temprano toda pareja vive momentos en los que una de las partes piensa que su vida sexual no es satisfactoria. Esto puede deberse a varias circunstancias pero, en general, los problemas son similares en todas las parejas.

No podemos pretender que nuestra vida de casados –entendiendo el matrimonio no como pacto jurídico o religioso, sino como “pareja de larga duración”–, se desarrolle como en los primeros meses de la relación, cuando dábamos rienda suelta a una pasión desenfrenada. Según la mayoría de estudios, el amor romántico desaparece tras cuatro o cinco años de relación, si no antes, cuando nuestro cerebro deja de liberar sustancias como la dopamina, la feniletilamina, serotonina o norepinefrina, propias de la primera fase del enamoramiento.

Esto no quiere decir que se acabe el amor, pero si este no evoluciona a lo que los psicólogos conocen como “amor compañero” –el que aparece tras la fase de enamoramiento– empiezan a aparecer problemas, sobre todo en torno al sexo que, quizás, ya no parece tan interesante.

Debes luchar por tu vida sexual

El error que cometen muchas parejas es pensar que renunciar a una actividad sexual frecuente no tiene importancia –“ya tenemos bastante con los niños, el trabajo, los suegros, la casa…”–. Y sí la tiene, porque muchas veces los problemas sexuales esconden problemas más profundos y porque, además, una saludable vida sexual ayuda a solucionar muchos otros conflictos que, aparentemente, tienen poco que ver con lo que ocurre debajo de las sábanas.

Para el doctor Michael Karson, profesor de psicología de la Universidad de Denver, no cabe duda de que el placer del sexo crea un vínculo en la pareja que es el que garantiza el compañerismo entre las partes. Sin sexo, por tanto, no hay “amor compañero” que valga. Y según ha explicado en su blog de Psychology Today, los problemas de las parejas con el sexo suelen encajar en una de estas seis categorías.

1. Una de las partes quiere más

Sobre este frecuente problema de las parejas se han realizado cientos de investigaciones, pero aun así es difícil llegar a una sola conclusión. No cabe duda de que cada persona tiene sus ritmos y sus apetencias, y es normal que una de las partes demande más sexo que la otra, el verdadero problema surge cuando la frecuencia es más bien escasa (¿haces el amor menos de una vez a la semana? Es poco) o cuando la demanda de sexo de una de las partes es muy distinta a la de la otra.

Como explica Karson, cuando pensamos que no hacemos suficiente el amor con nuestra pareja, generamos un resentimiento y una falta de entusiasmo que afecta a todos los aspectos de la relación y la convivencia. Cuando identifiquemos el problema, no debemos hacer como que no pasa nada –esta es la “solución” por la que optan muchas parejas, y es algo que lleva directamente a la infidelidad o la ruptura–, debemos tratar de empatizar con el otro.

“La persona que necesita más sexo debe seguir una estrategia para que se cumplan sus necesidades y deseos sexuales, y la otra persona necesita una estrategía para satisfacer las demandas de su pareja que no parezca una capitulación”, explica Karson.

En efecto, como reconoce el psicólogo, en las parejas heterosexuales son las mujeres las que suelen demandar una menor frecuencia, y es porque pierden antes el interés por mantener relaciones con la misma persona. En definitiva, se aburren. Pero tranquilos, este problema tiene solución.

2. La paternidad

Muchas parejas mantienen una vida sexual plena hasta que deciden formar una familia. Llega entonces el embarazo, la temida cuarentena y, después, los retoños, que no es lo que se diga un factor que despierte la pasión sexual. No nos engañemos, el rol de padre y madre es anti-sexy. Y hay un problema añadido; incluso en matrimonios donde se respeta a rajatabla el reparto de tareas del hogar, la mujer siempre tiene que pasar más tiempo con los niños, y esto suele crear frustración en los hombres, que no ven atendidas sus demandas sexuales.

¿La solución? No es fácil, pero debemos tener claro que la relación con nuestra pareja tiene que estar por delante de la relación con nuestros hijos. Al fin y al cabo, del bienestar de la pareja depende en primera instancia el bienestar familiar –tu pareja puede dejar de serlo en cualquier momento, tu hijo no dejará de serlo nunca–. Todo esto no quiere decir que debamos abandonar a nuestros retoños en una cuneta, pero debemos reservar espacios para disfrutar de nuestra pareja sin estar pensando en los niños. Para algo están los abuelos, los canguros y los campamentos…

3. No se habla del tema

En ocasiones, los problemas en torno al sexo que tiene una pareja son del todo anecdóticos y fáciles de solucionar, pero acaban por minar la relación ya que, sencillamente, no se tratan. “Muchos de los problemas sexuales de las parejas surgen por las dificultades para discutir sobre el tema”, asegura Karson. Y suele ocurrir entre personas que provienen de entornos familiares donde el sexo era un tema tabú o que se consideraba “innecesario”.

Esta falta de comunicación –que como hemos insistido en repetidas ocasiones está en la base de muchos de los problemas de las parejas, por no decir la mayoría–, provoca que las partes se sientan tan vulnerables al demandar sexo como cuando estaban solteras lo que, como explica Karson, “conduce a intensos sentimientos de traición y rechazo”.

4. Se ha idealizado la pasión

La cultura del romanticismo ha calado fuerte en nuestra sociedad, y es una de las principales causas de los problemas de pareja hoy en día. El amor se ha idealizado hasta tal punto que las expectativas que se depositan en la pareja suelen ser irrealizables, a la par que contradictorias. Ellas quieren a alguien que haga a la vez de padre, amante, confidente y hermano pequeño, mientras que ellos buscan una relación estable y, al mismo tiempo, con libertad para hacer lo que quieran.

El sexo, además, tiene que ser siempre pasional, espontáneo y salvaje. Pero eso, en una pareja que lleva más de cinco años juntos es, sencillamente, imposible. La buena noticia es que el sexo no tiene por qué ser espontáneo para ser bueno.

El sexólogo Roberto Sanz explicaba en El Confidencial que el sexo puede planificarse, como cualquier otra actividad y, de hecho, merece la pena que hagamos un hueco en nuestra apretada agenda para practicarlo. Hay quien piensa que el sexo debe ser necesariamente una actividad espontánea, pero es un error: mejor tener relaciones planificadas que no tenerlas.

5. El sexo no interesa

En 1983 el sociólogo Pepper Schwartz creó el término Lesbian bed death, para referirse a la ausencia de sexo en las relaciones lésbicas que, según sus estudios, era mucho mayor que en el resto de parejas heterosexuales y homosexuales. Aunque el concepto ha sido muy criticado, lo cierto es que hay matrimonios de todo tipo en los que el sexo desaparece por completo, pudiendo sufrir incluso “anorexia sexual”. En dicho caso, no sólo se evita la cama, sino también las muestras de afecto y cariño.

Este es el problema sexual más intenso que puede sufrir una pareja y también el más difícil de solucionar. ¿Si ninguna de las partes tiene interés por hacer el amor con su pareja, cómo va a tener interés por arreglar el problema? Si esta situación se prolonga en el tiempo, no hay más remedio que la separación.

6. Asociamos el sexo con la libertad

Esta es otra de las consecuencias del cambio en nuestra concepción del sexo. Vivimos en una sociedad que asocia la práctica sexual placentera con la libertad y la rebeldía y (¡sorpresa!) en un matrimonio no existe ni una cosa ni la otra.

Como explica el psicólogo, el sexo en pareja puede seguir siendo divertido, pero si pensamos que, una vez que convivimos con nuestra pareja, el sexo ha perdido su capacidad liberadora, y ahora somos unos “planchabragas”, no seremos capaces de verle la gracia al asunto. Urge cambiar de mentalidad. Sí, ya no podremos sentir el ‘subidón’ que da lograr una nueva conquista, pero estaremos con la persona que realmente amamos, evitaremos todos los problemas asociados al sexo casual (que también los tiene) y, si trabajamos en ello, tendremos una vida sexual igual o más satisfactoria.

Es un lugar común decir que el sexo no es lo más importante en una pareja, pero no es cierto: sin una vida sexual saludable es muy difícil que una pareja funcione en condiciones. Y por desgracia, muchas parejas tienen problemas con el sexo.

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