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6 palabras inútiles que deberías dejar de utilizar si pretendes ganar dinero
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TÉRMINOS COMODÍN QUE NO SIGNIFICAN NADA

6 palabras inútiles que deberías dejar de utilizar si pretendes ganar dinero

Cuando no sabemos qué decir o no tenemos nada que ofrecer, recurrimos a ellas, porque pensamos que nos hacen parecer más interesantes, pero no es así

Foto: ¡Aleluya! La solución holística que favorecerá la sinergia de la empresa ha descendido sobre nosotros. (Corbis)
¡Aleluya! La solución holística que favorecerá la sinergia de la empresa ha descendido sobre nosotros. (Corbis)

En un célebre episodio de Los Simpson, un grupo de guionistas y productores se proponía dar un nuevo impulso a El Show de Rasca y Pica, un pequeño espacio del programa de Krusty el Payaso protagonizado por los dos violentos personajes que caricaturizaban a Tom y Jerry. En la reunión surgían conceptos como “dinamismo” que contribuían a alumbrar a un personaje tan lamentable como Poochie, el perro macarra. La moraleja era clara: la utilización de palabras vacuas no sólo nos hacer parecer más ridículos de lo que somos, sino que también amenazan nuestro trabajo, en cuanto que resultan tan ambiguas que raramente solucionan un problema concreto o abordan de frente la cuestión candente.

Sin embargo, tendemos a emplear palabras que nos hacen quedar muy bien (o al menos eso pensamos) y que sirven para rellenar los agujeros del discurso. Pensamos que ello le dará empaque a nuestras ideas, cuando lo más probable es que, a nada que nuestro interlocutor sea un poco sagaz, se dará cuenta de que estamos utilizando términos comodín porque no tenemos nada sólido que defender. En muchas ocasiones, se trata de nuestra inseguridad trabajando: sabemos que lo que queremos decir es que no sabemos muy bien qué vamos a hacer por lo que ya nos inventaremos algo sobre la marcha, pero no podemos decirlo así, por lo que simplemente hablamos de “solución holística”.

Con el objetivo de recapacitar sobre aquellos términos que, de tan utilizados, no significan nada,el encargado de la sección de tecnología en Inc. John Brandon sugiere una serie de términos que deberíamos desterrar de nuestras presentaciones, conversaciones y correos electrónicos.

La primera vez que oímos dicho término, probablemente pusimos cara de circunstancias y lo olvidamos. La segunda vez, quizá nos vimos impelidos a consultar el diccionario y comprobar que significa “acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales”. Ajá, como en la expresión “dos más dos son cinco”. Para la enésima ya habremos averiguado que en realidad no se trata más que un concepto aparentemente positivo utilizado a discreción siempre que se habla de trabajo en grupo. No hay por lo que preocuparse: sirve para poco más que adornar.

Básicamente, cuando alguien quiere decir que una cosa lleva a la otra y que antes de correr hay que caminar, se habla de proceso. Proceso de contratación, proceso de compra… y sobre todo, proceso de Negocio o business process. Hasta la propia definición de Wikipedia es ambigua: se trata de “un conjunto de tareas relacionadas lógicamente, llevadas a cabo para generar productos y servicios. Los procesos reciben insumos para transformarlos utilizando recursos de la empresa. Los procesos de negocio normalmente atraviesan varias áreas funcionales”. Además, ¡sorpresa!, los procesos tienen sus propios componentes, a saber: “un proceso se puede dividir en subprocesos, estos en actividades y éstas a su vez en tareas, siendo las tareas las acciones más simples como firmar un cheque o talón”. Aunque cuidado, no es siempre así: “algunos autores invierten el sentido y establecen que las tareas son las que se dividen en actividades”. En la vida real, quizá no haga falta utilizar una terminología tan puramente formal, así que podemos olvidarnos de los procesos, las tareas y las actividades.

La palabra mágica. Todo lo holístico es bueno, porque claro, ¡cómo no va a ser positivo aquello que “propugna la concepción de cada realidad como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen”! Un momento, ¿no recuerda un poco esto de la suma de las partes a la definición de sinergia? Hoy todo es holístico: la medicina, el trabajo, la intervención, los procesos… Entre otras cosas, porque lo opuesto a lo holístico sería lo parcial, lo incompleto o lo contingente.

Cuando un servicio es contratado, este debe satisfacer a una necesidad. Con mucha frecuencia, esto recibe el nombre de solución, como si se tratase del cartel de un saltimbanqui del Oeste: “¡la solución a todos tus problemas!” Brandon propone utilizar términos que definan de manera más exacta el papel y objetivos de nuestra empresa, y dejarnos de soluciones ambiguas.

Por lo general, cuando una empresa se ve en apuros, especialmente respecto a una situación crítica de comunicación, suele esforzarse en ofrecer una solución. Como recuerda el autor, si en un pasado es cierto que el compromiso de esforzarse indicaba una férrea voluntad por cumplir un objetivo, aunque luego finalmente no fuese posible, ahora suena más bien a todo lo contrario: a un intento de rebajar la autoexigencia prometiendo algo que se sabe con seguridad que no se va a poder alcanzar.

En inglés, offering suena un tanto menos cotidiano que “oferta” (que nos hace pensar en los productos rebajados del supermercado), por lo que quizá cabría sustituirlo por “propuesta”. Brandon señala que, como ocurría en el caso de solución, es preferible explicar qué hace tu compañía y qué ofrece que utilizar comodines que, por experiencia, la gente suele saltarse a la hora de leer un documento.

En un célebre episodio de Los Simpson, un grupo de guionistas y productores se proponía dar un nuevo impulso a El Show de Rasca y Pica, un pequeño espacio del programa de Krusty el Payaso protagonizado por los dos violentos personajes que caricaturizaban a Tom y Jerry. En la reunión surgían conceptos como “dinamismo” que contribuían a alumbrar a un personaje tan lamentable como Poochie, el perro macarra. La moraleja era clara: la utilización de palabras vacuas no sólo nos hacer parecer más ridículos de lo que somos, sino que también amenazan nuestro trabajo, en cuanto que resultan tan ambiguas que raramente solucionan un problema concreto o abordan de frente la cuestión candente.

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