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Cómo ganarse la admiración y el respeto de tus superiores en el trabajo
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EL COMPORTAMIENTO INFLUYE EN EL ESTATUS

Cómo ganarse la admiración y el respeto de tus superiores en el trabajo

En la sociedad de la meritocracia, muchas veces injusta, es muy difícil medrar profesionalmente o captar la atención en ciertos círculos si se carece de estatus

Foto: Si las personas clave no nos toman en serio, es prácticamente imposible hacer valer nuestras propuestas. (Corbis)
Si las personas clave no nos toman en serio, es prácticamente imposible hacer valer nuestras propuestas. (Corbis)

El poder llama al poder al igual que el dinero llama al dinero. En la sociedad de la competitividad y la meritocracia, muchas veces injusta, es muy difícil medrar profesionalmente o captar la atención en ciertos círculos si se carece de este estatus. Una triste realidad que hace que muchas grandes ideas o proyectos empresariales acaben siendo desechados, sin financiación ni interés de ninguna administración pública o privada.

Si las personas clave en determinados ámbitos no nos toman en serio ni nos respetan lo suficiente, es prácticamente imposible hacer valer nuestras propuestas. Sin embargo, existe una serie de estrategias que, según las conclusiones de estudios psicológicos y sociológicos recopiladas por Martha C. White para Time, son eficaces para ganarse el necesario respeto y admiración de los demás, aspectos fundamentales para salir adelante en el mundo laboral, y en la vida en general. Ya seas un recién llegado, un empleado raso o un joven sin apenas experiencia, estas cinco claves te ayudarán, por lo menos, a aparentar un mayor estatus del que realmente tienes.

Abarca el máximo espacio posible

El neurocientífico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Andy Yap defiende que la forma en la que nos sentamos o nos colocamos cuando hablamos con los demás determina en buena medida la imagen que ofrecemos. Se trata de lo que el psicólogo ha dado en llamar ‘las posturas de poder’o power pose. Según sus investigaciones, cuánto más espacio abarquemos, más sensación de autoridad o poder ofreceremos.

Permanecerde pie con las manos sobre una mesa y ligeramente reclinado hacia adelante, con las manos en las caderas o sentado con la espalda y los hombros erguidos es una de las recomendaciones de Yap. Otras de las posturas de poder tienen que ver con las expresiones faciales, o más bien por la ausencia de ellas, ya que cuantos más gestos hagamos con la cara o cuanto más nos la toquemos, más aumentará la sensación de inseguridad. Tocarse las uñas o cruzar los dedos también denota falta de confianza, al igual que colocar los pies hacia dentro u ocultar las manos (ya sean en los bolsillos o en el regazo).

Lo más interesante de estos estudios es que la sensación de poder o autoridad derivada de estas posturas influye también en el comportamiento de quien las practica. Y es que, como matiza la psicólogaSian Beilocken su ensayo Choke: What the Secrets of the Brain Reveal about Getting It Right When You Have To,“apenas existe una separación entre el cuerpo y la mente, como se solía creer. Nuestra forma de movernos y de colocar nuestro cuerpo afecta a la manera de pensar, a la confianza y a la percepción de los demás sobre nosotros”.

No sigas a la manada, remarca tu personalidad propia

Se trata delo que se ha dado en llamar el efecto Marck Zuckerberg, aunque también podría haberse denominado efecto Julian Assange. La clásica sudadera roja con capucha del primero, o las melenas blancas y el aspecto mochilero en las primeras apariciones públicas del segundo son ejemplos del efecto positivo del aspecto distintivo. Según un estudiode la Harvard Business School, las señales estéticas que demuestran disconformidad con lo establecido pueden llegar a ser más beneficiosas que los esfuerzos por ajustarse a las normas.

Dado que la mayoría de la gente trata de cumplir con las convenciones sociales, tendemos a pensar que aquellos que no lo hacen es porque cuentan con el suficiente estatus social como para no tener que cuidar tanto su imagen.

Exprésate de forma ambigua y en abstracto

Por supuesto que la claridad y la concisión son dos de las principales virtudes discursivas para captar la atención y obtener la aprobación de nuestros argumentos. Sin embargo, como ha concluidoun grupo de investigadores de la Universidad de California, nuestra mente tiende inconscientemente a sobrevalorar a quienes utilizan un lenguaje más abstracto. Esta percepción varía en función del contexto, siendo el ámbito de la política en el que más asocia el lenguaje abstracto con el liderazgo.

Por otra parte, la mejor forma de establecer y fortalecer los lazos sociales es siendo extrovertido, sin escatimar en aportar información sobre nosotros mismos. Mostrarnos a los demás no sólo nos ayudará a ganarnos su confianza, sino que también aumentará nuestra autoestima, como concluyendiferentes estudios psicológicos. No te cortes, la gente habla de sí misma en el 60% de las conversaciones.

Prescinde del contacto visual

Cuanto menor estatus se tenga mayor contacto visual se trata de establecer con el interlocutor, y viceversa. Esta costumbre se debe a que quién está en la escala más baja siente la necesidad de buscar la aprobación del otro con la mirada, mientras que quien no lo hace es porque no necesita dicha aprobación no verbal, según defiende la psicóloga Audrey Nelson en el artículo The Politics of Eye Contactpublicado en Psychology Today. Las personas dominantes tienden a romper más el contacto visual que las sumisas.

En el ascensor, siempre al fondo

Situarse en la parte de un ascensor es otra de las costumbres de las personas con mayor estatus, un gesto que inconscientemente remarca su posición dominante con respecto al resto. Según un estudiollevado a cabo por la investigadora Rebeca Rousi, en el que se estudiaron las interacciones en el ascensor de los trabajadores de distintas empresas, se llegó a la conclusión de que los más mayores en edad, junto con los que ocupaban cargos de responsabilidad, solían situarse en la parte más alejada a la puertas.

El poder llama al poder al igual que el dinero llama al dinero. En la sociedad de la competitividad y la meritocracia, muchas veces injusta, es muy difícil medrar profesionalmente o captar la atención en ciertos círculos si se carece de este estatus. Una triste realidad que hace que muchas grandes ideas o proyectos empresariales acaben siendo desechados, sin financiación ni interés de ninguna administración pública o privada.

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