Cinco razones por las que engordas trabajando y no te das cuenta

Todo el día agobiado. Levantarse pronto e intentar que no te pille atasco de camino al trabajo,buscar a los niños del colegio y llevarles a clases de idiomas, intentar quedar con ese grupo de amigos al que llevas un mes diciendo que la semana que viene, entrar al trabajo cuando aún no es de día y llegar a casa cuando ya es de noche…

Todas estas situaciones son más que típicas para cualquier trabajador. El estrés ya es un invitado que no quiere marcharse del día a día y en España una de cada cuatro bajas laborales se debe a estos motivos.

Pese a llevar un ritmo de vida frenético, los hábitos son cada vez más sedentarios y en los últimos 5 años, según la OCDE, en España ha aumentado más de un 2% los datos de población adulta obesa. En parte, esta cifra está relacionada con las elevadas cargas de trabajo y cómo estas influyen en las rutinas de cada persona. Estos son algunos motivos:

1. Se desayuna mal

¿Quién no araña unos minutos a la alarma para seguir durmiendo un poco más? Ese rato para desperezarse muchas veces repercute directamente en el desayuno. La comida más importante del día es también la más descuidada y se desayuna de forma insuficiente, dedicando poco tiempo y con alimentos poco saludables.

2. Pocas frutas y verduras

Todo el mundo sabe de memoria que como mínimo hay que consumir cinco piezas de frutay verdura al día, los médicos y nutricionistas lo repiten hasta la saciedad. Sin embargo, ¿cuántos compañeros de trabajoconoces quecoman fruta en el almuerzo o de postre? Decidir llevar al trabajo una manzana en vez de coger una chocolatina de la máquina de vending lo acabarán agradeciendo tu organismo y tu bolsillo.

3. Muchas horassentado

Una jornada laboral suele durar ocho horas, pero quién no ha tenido algún día más trabajo y se ha visto obligado a pasar más tiempo en la oficina. Si a esto se le suma el rato en el metro, en el coche o en el sofá por la noche,pasamosla mitad del día sentados y este es un hábito que, además de no gastar apenas energía, tiene una elevada carga de efectos secundarios: mala circulación de la sangre, problemas en la espalda por malas posturas o mayor probabilidad de padecer enfermedades del corazón.

4. ¿Cinco comidas diarias?

Comer rápido en la oficina para poder salir algo antes del trabajo es una dinámica habitual. Llevar una fiambrera con sobras del día anterior o con algo cocinado rápidamente probablemente no sacie el hambre y provoque que luego se esté comiendo entre horas o se cene demasiado.

La cena debe servir como comida complementaria antes de irse a dormir. Si se abusa en este momento del día, al no haber comido lo suficiente durante el resto de la jornada, el organismo absorberá peor los nutrientes e, incluso, es posible que se tengan problemas de sueño que puedan afectar al desarrollo del día siguiente.

En definitiva, una alimentación sana está formada por cinco comidas diarias de las cuales dos han de ser más firmes (desayuno y comida), una intermedia (cena) y dos que completen la dieta (almuerzo y merienda).

5. Excesiva preocupación por las kilocalorías

Llevar una dieta sana no significa consumir las calorías recomendadas por día. En realidad, el consumo calórico es otro factor más de una dieta equilibrada ya que existen otros componentes como las proteínas, el sodio, los hidratos de carbono o las grasas. Una buena forma de controlar los hábitos alimenticios es mediante las CDO (cantidades diarias orientativas). Si se siguen los consejos nutricionales de una forma correcta lo más probable es que también se tenga un consumo calórico óptimo.