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Los peores becarios de la historia: ocho 'cagadas' para la posteridad
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Los peores becarios de la historia: ocho 'cagadas' para la posteridad

Llega el verano y, con él, los becarios procedentes de las universidades se incorporan a las empresas. Esta es una guía de aquellos modelos que no deben imitar

Foto: No estaba muerto, no, estaba disfrazado de hada madrina.
No estaba muerto, no, estaba disfrazado de hada madrina.

Llega el verano y, con él, los becarios procedentes de las universidades y otros centros educativos se incorporan a las empresas de sus sueños –o las que les hayan tocado en el reparto– con el deseo confeso de quedarse todo el tiempo posible. Para ello, darán lo mejor de sí mismos, en algunos casos intentarán pelotear a sus superiores o pisotear a sus competidores y, sobre todo, intentarán no meter mucho la pata.

En ocasiones, la presión puede ser tan elevada que, en un desesperado intento por quedar bien, destacar en el trabajo o, simplemente, llamar la atención de los de recursos humanos, se salen del guion sin valorar las consecuencias de sus actos. También puede ser que, simple y llanamente, la experiencia en la empresa sea tan mala que uno decida salir por la puerta de atrás, pero eso sí, quedándose bien a gusto y teniendo algo que contar a los amigotes.

Un artículo publicado en Business Insider ha recogido algunas de las historias más divertidas de los becarios estadounidenses que, ya de paso, pueden proporcionar alguna idea a aquellos que quieran decir “au revoir” a su empresa con estilo. No olvidemos que en Estados Unidos la competitividad entre los internos es aún mayor y la máxima de “mejor muerta que sencilla” podría adaptarse fácilmente en la versión “mejor despedida que olvidada”.

Liane Membis, la periodista que se inventaba todo

Si te dan la oportunidad de debutar en un gran periódico, probablemente querráspublicar una historia digna de un Pulitzer, cargada con nombres propios de relevancia y jugosas declaraciones, aunque es bastante probable que pronto te des de bruces con la realidad y no obtengas ni una cosa ni la otra. Entonces, ¿qué mejor que inventarte las declaraciones y los hechos? Es lo que hizo la becaria de The Wall Street Journal Liane Membis, en un artículo sobre un puente de Manhattan que hizo que fuese fulminantemente despedida y que el veterano periódico tuviese que pedir perdón.

“Escribo buenas reseñas a cambio de MacBooks”

La tentación de conseguir regalos a cambio de ciertos favores se encuentra siempre a la vuelta de la esquina, pero Daniel Brusilovsky parecía tener cierta prisa en pasarse al lado oscuro, ya que a la tierna edad de 17 años fue expulsado de TechCrunch por prometer un post laudatorio a cambio de recibir un MacBook Air. Algo que repitió al menos en otra ocasión, como descubrió la página de tecnología en una posterior investigación.

La becaria que se cagó en todo. Literalmente

Por alguna razón, los becarios de los medios de comunicación tienden a traspasar los límites con más frecuencia que los de otros empleos (o quizá sea que su salida está más publicitada). Sea como sea, pocos casos se pueden encontrar como el de la becaria de la NBC que, en su primer día de trabajo, defecó en dos plantas diferentes –ojo, no consecutivas: se trataba de la número 18 y la número 25–, “por todas partes menos el baño”, como aseguraba un testigo. La joven consiguió mantener su trabajo, ya que si no pudo acceder al servicio fue porque este estaba cerrado a cal y canto. Además, justificó su nula capacidad de control de esfínteres aduciendo que había bebido agua contaminada en Israel.

Becarioleaks

Jared Ilovar, un trabajador en prácticas de la Seguridad Social americana,perdió más de 80.000 nombres y números de cuenta de afiliados después de que alguien los sustrajese de su automóvil. Una importante brecha de seguridad que hizo reaccionar rápidamente al gobernador Ted Strickland del Estado de Ohio que, aunque aseguraba que no lo convertiría en un chivo expiatorio, finalmente lo obligó a firmar su renuncia.

Ho Lee Fuk (holy fuck) y el capitán Sum Ting Wong (something wrong)

Una sofisticada evolución de la becaria que se inventaba todo. Un becario de la National Transportation Safety Board proporcionócuatro nombres erróneosde pilotos de avión –y con ciertos matices racistas, ya que jugaba con la pronunciaciónde los apellidosafroamericanos y asiáticos– al KTVU Channel de la Fox, que los reprodujo en su informativo. Uno de ellos se llamaba Ho Lee Fuk (holy fuck, es decir, “¡joder!”), y otro, Sum Ting Wrong (something wrong, “algo ha ido mal”). El becario confirmó dichos nombres, lo que habría provocado su despido fulminante incluso aunque Bang Ding Ow y Witulo hubiesen existido de verdad.

Ojos que no ven, Facebook te lo cuenta

Ya casi suena como una historia del siglo pasado, pero Kevin Colvin perdió su trabajo en el año 2007 después que su jefe, al que había anunciado que tendría que faltar al trabajo por una emergencia familiar, descubriese en la red social unas fotografías de su trabajador de fiesta, disfrazado de hada madrina. “Bonita varita mágica”, fue la respuesta de su superior. Esa, y enviarlo directo a la calle.

El community manager ebrio

Tomar unas cuantas copas y sentarse al ordenador puede ser altamente perjudicial para tu integridad, sobre todo si eres community manager y estás publicando tu diatriba en la página web de la celebridad cuya página administras. En este caso, se trataba de la cómica Roseanne Barr, que aseguraba en su perfil de MySpace que “me gustaría oler a meado, como se supone que huelen las viejas”. No tuvo una segunda oportunidad.

“¿Quieres una entrevista? Son 2.400 dólares”

Como sacado de la serie de la HBO The Wire, pero con becarios. Uno de los trabajadores del senador de Colorado Michael Bennett solicitó a aquellos que deseasen hacer lobby más de 2.000 dólares en donaciones a cambio de acceder a una entrevista con el político. Nada de aparcamientos oscuros o citas en restaurantes ruidosos: Jeffrey Garofano, que así se llamaba el becario, envió un correo electrónico con la oferta. Es una buena moraleja. Si vas a cagarla, intenta que no te pillen. Y, si eso no es posible, evita que tu nombre –como el de la mayor parte de becarios que aparecen en estas historias– no circule por la red asociado a un caso de corrupción.

Llega el verano y, con él, los becarios procedentes de las universidades y otros centros educativos se incorporan a las empresas de sus sueños –o las que les hayan tocado en el reparto– con el deseo confeso de quedarse todo el tiempo posible. Para ello, darán lo mejor de sí mismos, en algunos casos intentarán pelotear a sus superiores o pisotear a sus competidores y, sobre todo, intentarán no meter mucho la pata.

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