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El plan del cocinero José Andrés para cambiar el mundo a través de la comida
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¿LLEGA LA ERA DE LA COCINA COMPROMETIDA?

El plan del cocinero José Andrés para cambiar el mundo a través de la comida

El popular chef afincado en Estados Unidos ha puesto en marcha una serie de proyectos para cambiar el estado del mundo a través de las cocinas más pobres

Foto: José Andrés decidió arrancar con su proyecto internacional por Haití. (World Central Kitchen)
José Andrés decidió arrancar con su proyecto internacional por Haití. (World Central Kitchen)

Cada vez más, el mundo de la alta cocina, de los grandes chefs y los restaurantes forrados con estrellas Michelin, y el de la comida popular, asequible para todos los bolsillos, parecen más lejanos, por mucho que los grandes espadas no desperdicien ninguna ocasión para recordar lo mucho que han aprendido de la comida casera. José Andrés, el cocinero asturiano afincado en Washington desea, no obstante, convertirse en un pionero de la cocina comprometida y ha puesto en marcha una serie de proyectos sin ánimo de lucro, tal y como ha sido recogido en un reciente artículo publicado en The Washington Post.

El primero de ellos es World Central Kitchen, fundado durante 2012 y que tiene como principal objetivo proponer soluciones alimentarias al hambre y la pobreza. Tres son los pilares sobre los que se construyen los proyectos de esta organización, que han sido desarrollados en África o Sudamérica: el mantenimiento de cocinas limpias (algo esencial para evitar la propagación de enfermedades), la creación de nuevos puestos de trabajo y el fortalecimiento de los negocios locales.

Primero, Puerto Príncipe; más tarde, el mundo

Todo comenzó en Haití, el país antillano que fue devastado en 2010 por un terremoto de siete puntos en la escala Richter que causó más de 300.000 muertos y afectó a más de un millón de personas. Manolo Vílchez, CEO de AlSol, llevó al cocinero por primera vez al país caribeño, y este se quedó prendado del espíritu de colaboración que aún pervivía después de la tragedia. “Pensé que quizá este era mi momento”, explicaba Andrés en el artículo. Así que poco después acudió a visitar a Robert Egger, fundador de la organización D.C. Central Kitchen y que finalmente se incorporaría a la organización, para que le diese su bendición.

Con anterioridad, Andrés, que lleva más de 20 años viviendo en Estados Unidos, y que el año pasado consiguió la doble nacionalidad, ya había colaborado con D.C. Central Kitchen, la inspiración para poner en marcha su propio proyecto. Esta se encarga de recoger los restos de la comida de restaurantes y supermercados de todo Washington con el objetivo de abastecer a los centros escolares y albergues de mendigos de la ciudad. No sólo eso, sino que también organizacursos de cocina para los más desfavorecidos. José Andrés fue uno de los profesores de dichos cursos, antes de formar parte de la junta directiva de la organización.

Pero Washington se le quedaba pequeño, y pronto el cocinero criado en Barcelona comenzó a plantearse nuevas metas en el ámbito internacional. “Quería ser un gran chef. Quería tener una gran familia. Quería ayudar al mundo”, recuerda el cocinero en referencia a su adolescencia, cuando dejó su hogar a los 15 años para trabajar como cocinero, alistarse en la Marina española y finalmente colaborar con su gran descubridor, Ferrán Adrià. Haití era el destino lógico, y allí se presentó no como uno de los cocineros más importantes del planeta o como el hombre que consiguió descubrir las tapas a todo un continente, sino simplemente, como “un tipo que sabe mucho sobre restaurantes”.

La cocina como empoderamiento

La primera piedra en el camino para el rescate culinario de la isla se puso el pasado año, cuando dos pasteleros fueron enviadosa cocinar pan en cinco orfanatos. Hoy en día, cocinan hasta 400 barras de pan cada noche que alimentarán a los niños sin padres en la jornada posterior. Andrés contrató a Brian MacNair para que se encargase de dirigir la organización, buscar inversores y ayudar a construir una red global de cocineros con una meta común, convertir la comida en un motor del cambio.

“No puedo ser un cocinero, no puedo ser un chef, no puedo dedicarme al negocio de alimentar a la gente y que todavía haya personas en mi ciudad y alrededor del mundo que no tengan acceso a comida o que no tengan trabajo”, explicaba el cocinero que apareció en 2012 entre la lista de los 100 más influentes de Time. “Veo la comida como empoderamiento”. En el año 2011, Hillary Clinton lo alistó en su programa para reemplazar las cocinas de leña que causan problemas respiratorios a millones de familias desfavorecidas por una alternativa más limpia, como las solares.

No es la primera vez que José Andrés ha manifestado su preocupación por la distancia entre la comida elitista y los problemas alimentarios de una gran parte de la población mundial. El pasado mes, el cocinero recibió un premio de Refugees International en Washington, donde reconoció “cocinar para la minoría”. “Desde que he llegado a América, y especialmente en Washington, me he dado cuenta de que también me interesa cocinar para la mayoría. Soy un concierto, soy un chef. Controlo el poder del fuego”. ¿Llega la era de la cocina comprometida?

Cada vez más, el mundo de la alta cocina, de los grandes chefs y los restaurantes forrados con estrellas Michelin, y el de la comida popular, asequible para todos los bolsillos, parecen más lejanos, por mucho que los grandes espadas no desperdicien ninguna ocasión para recordar lo mucho que han aprendido de la comida casera. José Andrés, el cocinero asturiano afincado en Washington desea, no obstante, convertirse en un pionero de la cocina comprometida y ha puesto en marcha una serie de proyectos sin ánimo de lucro, tal y como ha sido recogido en un reciente artículo publicado en The Washington Post.

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