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¿Lunáticos? Cómo afectan los ciclos de la luna al comportamiento del hombre
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¿Lunáticos? Cómo afectan los ciclos de la luna al comportamiento del hombre

Según la definición proporcionada por la Real Academia de la Lengua, el lunático es aquel que “padece locura, no continua, sino por intervalos”

Foto: Eclipse lunar fotografiado desde el Teide, en Tenerife. (Efe/Daniel López)
Eclipse lunar fotografiado desde el Teide, en Tenerife. (Efe/Daniel López)

Según la definición proporcionada por la Real Academia de la Lengua, el lunático es aquel que “padece locura, no continua, sino por intervalos”. El término proviene del latín “lunaticus”, ya que la creencia de que las fases de la luna pueden influir sensiblemente en el comportamiento humano se encontraba ampliamente extendida entre los romanos (pero también entre muchas otras sociedades que los precedieron y sucedieron).

Se trata de una idea que quizá hoy suene misteriosa –cuando no directamente absurda–, quizá porque vivimos en un mundo en el que la luz eléctrica ha hecho que dejemos de mirar a los cielos. ¿Quién de nosotros podría decir en qué fase se encuentra esta noche la luna? Tan sólo de vez en cuando en una noche despejada, o si tenemos la suerte de pasar la noche en el campo, nos damos cuenta de que es luna llena.

Sin embargo, las fases de la luna fueron muy importantes para el hombre hasta tiempos recientes. Quizá por ello intentase encontrar una relación de causa y efecto entre algunos de sus comportamientos más extremos y el momento del ciclo en el que se encontrase el satélite terráqueo; especialmente, la luna llena. Pero, aun hoy en día, siguen perdurando ciertos mitos relacionados con el astro de Diana.

El pueblo de los malditos

En agosto de 2011, la ciudad estadounidense de Sacramento dio la bienvenida a 45 nuevos inquilinos en un período que no superaba las 48 horas, un récord absoluto para la ciudad del estado de California. Los medios de comunicación, como ocurrió con el Huffington Post, no tardaron en reflejar la teoría de que este auge en los nacimientos podría estar relacionado con la luna llena y su influencia en la ovulación y la menstruación femenina.

Las estadísticas han desmentido una y otra vez que la luna (llena o nueva) explique dichos comportamientos

No hay que negar que dicha hipótesis tiene cierta lógica. Al fin y al cabo, como ya observase Plinio el Viejo en el siglo I d.C., el efecto gravitacional originado por la luna influye en las mareas. Sin embargo, tanto el escritor y científico romano como sus contemporáneos pensaron equivocadamente que si el agua de los océanos podía ser alterada por el astro, algo semejante podía ocurrir con los líquidos de nuestro propio organismo.

Una hipótesis desmentida por George Abell en un estudio publicado en el año 1978,en el que aseguraba que un mosquito posándose en nuestra piel ejerce una fuerza superior a la causada por la luna. Además, hay que recordar que dicho satélite, en todo caso, ejerce influencia sobre cuerpos de agua abiertos como los mares o los ríos, y que la luna nueva causa unos efectos aún mayores que la llena.

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En el pasado era habitual relacionar la locura con la luna, pero también con otras enfermedades como la epilepsia. No obstante, las estadísticas han desmentido una y otra vez que la luna (llena o nueva) explique dichos comportamientos. En el año 1996, Ivan Kelly, James Rotton y Roger Culverrevisaron más de cien estudios previos y llegaron a la conclusión de que las fases de la luna no tenían ningún efecto en una larga lista de comportamientos y estadísticas, entre las que se encontraban el número de homicidios, el suicidio, los accidentes de tráfico, los secuestros, los robos, la epilepsia… Y el nacimiento de niños.

El grupo de investigadores apuntaba a cuatro culpables de la generalizada creencia de los efectos de la luna llena. Por una parte, los medios de comunicación, encargados de difundir dichas creencias en el mundo moderno. Pero también confusiones como la generalización de los efectos en las mareas y dos interesantes equívocos: el folclore y los sesgos cognitivos, que nos llevan a establecer relaciones causales allí donde no las hay.

Si el león es más fiero, ¿por qué yo no?

Durante muchos siglos, aquel que debía planear un largo viaje, miraba a los cielos nocturnos. Y no en busca de asesoramiento divino, sino con un objetivo práctico. Como explica Roger Ekirch en At Day’s Close: Night in Times Past (W.W. Norton & Company), el almanaque era una útil guía para saber en qué momento la luna iluminaría nuestro camino, pero también para alertar de las posibles dificultades que podemos encontrar en nuestra travesía: como reproduce Cameron Walker en un artículo publicado en Aeon Magazine, los ataques de leones a humanos son más frecuentes durante los 10 días posteriores a la luna llena, aprovechando la oscuridad creciente.

El doctor eslovaco Eugen Jonas desarrolló un sistema de control de la natalidad basado en la concepción de que los ciclos menstruales dependen de los ciclos lunares

La influencia de los ciclos lunares en las costumbres humanas se ejemplifica perfectamente en la conocida como luna de cosecha, que ocurre en el hemisferio norte en torno al 23 de septiembre y en el sur alrededor del 21 de marzo. Es la noche en la que más brilla el astro de todo el año, por un efecto causado por el reflejo del sol en su superficie (es aquella noche en la que la luna tarda menos tiempo en salir tras la puesta del sol), y la que era aprovechada por las sociedades campesinas para trabajar durante la noche, pero también para el festejo.

Era normal que dichas variaciones en el astro que ocupaba el firmamento durante la noche diesen lugar a infinidad de ritos y creencias alrededor del mismo. La propia luna de cosecha recibe el nombre de “luna del vino” o “luna cantarina”. Sin embargo, los errores y las malas interpretaciones sobre la luna llegaron hasta el siglo XX. El doctor eslovaco Eugen Jonas desarrolló un sistema de control de la natalidadbasado en la concepción de que los ciclos menstruales dependen de los ciclos lunares, a pesar de que no haya ningún dato que lo corrobore.

Arnold Lieber publicó a finales de los años setenta el libro que, en la historia contemporánea, ha causado mayores confusiones sobre el efecto lunar. En el best seller, que llevaba por título Cómo la luna te afecta (1978), su autor no sólo volvía defender la idea de que el cuerpo humano está influido por el astro en igual grado que las mareas, sino que vaticinaba un apocalíptico terremoto en California para el año 1982 causado por la alineación de la luna y los planetas, una tesis que siguió manteniendo –esta vez, sin fecha fija– después de que la hora del Armagedón pasase sin pena ni gloria.

No obstante, una reciente y excepcional investigación ha puesto de manifiesto, por primera vez, la influencia que la luna sí puede tener en el hombre: según científicos de la Universidad de Basilea, en Suiza, tanto la percepción objetiva como la subjetiva del sueño cambian según el ciclo lunar. En los días cercanos a la luna llena, la actividad cerebral en las áreas relacionadas con el sueño profundo cayó en un 30%, los analizados tardaron cinco minutos más en conciliar el sueño y de media durmieron 20 minutos menos. Como afirmó el principal responsable del estudio, Christian Cajochen, “esta es la primera evidencia fiable de que el ritmo lunar puede modular la estructura del sueño en los seres humanos”. ¿Retorno a la casilla de salida?

Según la definición proporcionada por la Real Academia de la Lengua, el lunático es aquel que “padece locura, no continua, sino por intervalos”. El término proviene del latín “lunaticus”, ya que la creencia de que las fases de la luna pueden influir sensiblemente en el comportamiento humano se encontraba ampliamente extendida entre los romanos (pero también entre muchas otras sociedades que los precedieron y sucedieron).

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