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Los lugares en los que debes vivir si quieres perder peso
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PUEDEN SUPONER UNA DIFERENCIA DEL 41%

Los lugares en los que debes vivir si quieres perder peso

Una nueva investigación realizada en el ejército americano sugiere que la temperatura y la altura a la que vivimos influye en la prevalencia de la obesidad

Foto: Si quieres perder peso, plantéate vivir en la montaña. (Corbis)
Si quieres perder peso, plantéate vivir en la montaña. (Corbis)

Aunque a algunos les gusta pensar que la fórmula del adelgazamiento es algo mágico, y que tan sólo hace falta descubrir la piedra filosofal que nos desvele la clave definitiva de una vez por todas, lo que está claro es que multitud de factores influyen en nuestro peso. Estos no sólo tienen que ver con lo que ingerimos o con nuestro estilo de vida, sino también con otros (como la luz que recibimos) que en principio no parecerían importar demasiado.

Un estudio que se ha publicado esta misma semana en Plos One señala que la altitud puede determinar en un alto grado nuestro peso. En concreto, aquellas personas que viven a una mayor altura tienen más posibilidades de mantener la raya la obesidad que los que habitan en niveles inferiores, como explica la investigación, llamada (ahí es nada) «Menores tasas de obesidad al habitar en las altitudes entre una población militar con alta migración: un modelo casi experimental para explicar la causalidad espacial».

Adelgazamiento castrense

No resulta baladí que el grupo analizado esté formado por militares, puesto que se trata de uno de los perfiles sometidos con mayor frecuencia a desplazamientos geográficos que pueden interferir en su forma física. Por eso, el grupo de investigadores, encabezados por Jameson D. Voss, epidemiólogo del ejército americano, se ha centrado durante seis años en un grupo de militares obesos. Además, los investigadores han utilizado los registros de 98.009 militares con al menos dos años de experiencia que han habitado tanto en grandes altitudes (a partir de 2.000 metros sobre el nivel del mar) como en bajas (menos de 1.000 metros).

La leptina puede ser la hormona que explique esta diferencia

Después de aislar variantes como la edad, la raza, el sexo, la masa corporal u otros, los científicos han llegado a una contundente explicación: aquellos que habitaban en las regiones más altas tenían hasta un 41% menos de probabilidades de sufrir obesidad. “Este resultado sugiere que mudarse a una gran altitud puede proteger a una persona con sobrepeso de caer en la obesidad”.

Aun así, los investigadores advierten que queda mucho por aprender sobre las auténticas causas de esta sustancial diferencia, aunque apuntan a un posible causante: la hormona conocida como leptina, que tiene como función regular el apetito, y que se produce en abundancia a una mayor altitud. La leptina funciona como un lipostato, por lo que cuando la grasa almacenada en los adipocitos aumenta, esta hormona es liberada, una señal de que el cuerpo tiene reservas suficientes y que el apetito debe desaparecer.

El grupo de epidemiólogos apuntan a otras posibilidades relacionadas con el comportamiento, como que se compartan costumbres y hábitos entre estos grupos. No obstante, debido a que la alimentación y horarios de los militares americanos son muy semejantes, los investigadores relativizan la importancia de esta explicación.

La altura, pero también la temperatura

No se trata de la primera investigación (aunque sí la más concluyente) que traza dicha relación. El pasado año, otro grupo de trabajo encabezado también por James D. Voss, llegó a conclusiones semejantes a partir de los datos demográficos de más de 400.000 adultos americanos. En dicho caso, la investigación encontró una relación entre la temperatura media y la obesidad: aquellas regiones donde esta se encontraba en los 18 grados eran aquellas en las que la prevalencia de la obesidad era mayor.

Los que vivían en altas regiones no sólo tenían una menor tendencia al sobrepeso, sino que además solían fumar menos, hacer más ejercicio y mantenían una mejor dieta

Otra conclusión de dicho estudio, llamado «Asociación de la elevación, la urbanización y la temperatura ambiente con la prevalencia de la obesidad en Estados Unidos», sugería que la vida urbana disminuía las posibilidades de sufrir sobrepeso. En concreto, la prevalencia de la obesidad era de un 30,9% en las áreas rurales o no metropolitanas.

Dicha investigación apuntaba por primera vez la posibilidad de que la altura estuviese relacionada con la obesidad. En aquella ocasión, los epidemiólogos concluyeron que los que vivían en altas regiones no sólo tenían una menor tendencia al sobrepeso, sino que además solían fumar menos, hacer más ejercicio y mantenían una mejor dieta. ¡Ah, el dulce aire de la montaña!

Aunque a algunos les gusta pensar que la fórmula del adelgazamiento es algo mágico, y que tan sólo hace falta descubrir la piedra filosofal que nos desvele la clave definitiva de una vez por todas, lo que está claro es que multitud de factores influyen en nuestro peso. Estos no sólo tienen que ver con lo que ingerimos o con nuestro estilo de vida, sino también con otros (como la luz que recibimos) que en principio no parecerían importar demasiado.

Obesidad Investigación Ejército
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