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Secretos de la gente común: “piden café, pero si son bordes, echo otra cosa”
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FRANK WARREN RECOPILA CONFESIONES

Secretos de la gente común: “piden café, pero si son bordes, echo otra cosa”

En Post Secret, inventada a finales del año 2004 por Frank Warren, cualquiera puede consultar una larga lista de secretos enviados de forma anónima

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Se dice que el anonimato de internet permite que los trolls campen a sus anchas, atacando a otros usuarios impunemente. Pero no se trata de lo único que ha favorecido la posibilidad de actuar de incógnito en la red. En Post Secret, una ingeniosa página inventada a finales del año 2004 por Frank Warren, cualquiera puede consultar una larga lista de secretos enviados de forma anónima por ciudadanos de todo el planeta –como el propio Warren explicó en una charla de Ted Global, su “loca idea” se extendió rápidamente desde Washington a Nueva Zelanda o Irán– o, si así lo desea, compartir los suyos propios.

Las postales recogidas en la página, que son renovadas diariamente, dicen mucho de la condición humana. “Los secretos pueden ser muy diversos. Pueden ser muy impactantes, tontos o conmovedores”, explicó el emprendedor en la charla de Ted. “Pueden conectarnos con nuestra humanidad más profunda o con personas que jamás conoceremos”. Algunas de ellas resultan terriblemente divertidas. Otras hacen gala de un envidiable ingenio. Otras tantas son emocionantes confesiones. Y, en algunos casos, las postales descubren al lector desesperados gritos en el desierto que le conmueven pero ante los cuales poco puede hacer.

“Creo que comencé en este proyecto porque estaba luchando con mis propios secretos”, confesó Warren durante la conferencia. Él mismo reconocía que, en cada uno de los libros que cada año se han publicado recogiendo los mejores secretos, ha depositado sus propias confesiones como un acto de exorcismo. Como recuerdan los psicólogos, no hay nada más terapéutico que contar un secreto que nos atormenta si deseamos cerrar viejas heridas.

A continuación recogemos algunos de los secretos que, durante los últimos días o en el vídeo que Warren presentó, han salido a la luz. Todos tenemos partes de nuestro pasado que nos inquietan, que nos avergüenzan o, simplemente, que nos resultan tan bochornosas que jamás las contaríamos a nadie, a no ser que no se pudiese conocer nuestra identidad. Post Secret proporciona esa posibilidad: aquí están nuestros secretos.

“A veces pienso en el tío cachondo de FedEx cuando estoy en la cama con mi marido. ¿Qué lo hace aún peor? Mi marido es un conductor de UPS”

Doble traición. En muchos casos, el sentido del humor y la ironía recubren las miserias cotidianas. En otros, las postales son tan hilarantes que ponen a prueba su credibilidad, pero, ¿qué más da? Cierto o falso, nunca conocemos la realidad.

“Trabajo en una ONG y gano 150.000 dólares al año”

La mala conciencia, mezclada con la confesión, conforman esta tarjeta, ilustrada con la fotografía de un niño portando un bote en el que se puede leer “entrega el regalo de la vida”, y cuyos ojos aparecen tachados por las palabras “I work”. Muérete de envidia, Banksy.

“Le doy descafeinado a los clientes que son maleducados conmigo”

Un poco de maldad cotidiana que, no obstante, favorece la empatía del lector y espectador, como demuestra la gran cantidad de risas y aplausos con que dicha frase fue recibida durante la charla del Ted. Al fin y al cabo, a todos nos gusta saber que incluso el sonriente empleado de Starbucks, puede ser capaz de vengarse en caso de que le toquemos las narices.

“¡Siempre he odiado tu estúpida banda! ¡Apestaba! ¡Dudo que jamás lo consigas! ¡Deberías haber crecido y haber conseguido un trabajo de verdad! Quizá entonces aún me tendrías”

Resulta complicado no esbozar media sonrisa ante la vehemencia de esta despechada (o despechado, que nunca se sabe) amante que achaca en la red a su antigua pareja su comportamiento y la calidad musical de su grupo. El soporte, un disco de vinilo con la canción «My Inspiration Is You» de Ramon Newton.

“Dentro de esta carta se encuentran los trozos de una carta de suicidio que no usé. Ahora me siento la persona más feliz de la Tierra”

Una historia con final feliz, algo no tan frecuente en el gran número de misivas descorazonadoras (separaciones, violaciones, agresiones y otros agravios abundan en Post Secret) que llegan a manos de Warren. Muchas de estas postales funcionan como microrrelatos, en ocasiones conformados únicamente por texto; en otras son una combinación de imagen y palabra. La capacidad de sugerencia de estas misivas es tan sincera como inconsciente.

“Me he masturbado en cuatro países, incluido el Vaticano”

Como era de esperar, en Post Secret abundan las confesiones picaronas. Recientemente, alguien visitó Roma (ilustra su confesión con una instantánea del Coliseo) y, al parecer, le cundió la visita a los Museos Vaticanos.

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“Solía trabajar con un grupo de personas muy religiosas, así que a veces no llevaba bragas, simplemente una gran sonrisa y me reía para mis adentros”

¿Quién va a conocer nuestras pequeñas transgresiones cotidianas si no se las contamos a nadie? Compartir es amar, sobre todo si se trata esas pequeñas venganzas personales que, como en el caso del dependiente de Starbucks, no podríamos contar a nuestros compañeros de trabajo.

“Ójala conseguir la ayuda que necesito fuese tan sencillo como enviar esta postal”

Entre sonrisa y sonrisa, determinadas cartas (como esta, que aparece ilustrada por una fotografía de tres caballos blancos galopando en la noche) golpean con fuerza en el estómago del espectador.

“Cuando la gente a la que amo deja un mensaje en mi buzón de voz siempre lo guardo porque podrían morir mañana y no tendría otra manera de volver a oír su voz”

El último mensaje presentado por Warren durante su charla en Ted es este. Atentos al giro final: tras publicar dicha carta, el estadounidense comenzó a recibir mensajes de familiares o amigos que los lectores habían conservado. Uno de ellos es la emocionante canción de cumpleaños que una anciana dedicó a su nieta de 21 años poco antes de morir, y que es reproducido ante el público de la conferencia. Como recordaba Warren una vez más, “los mensajes pueden conectarnos con nuestra humanidad más profunda o con personas que nunca más veremos”.

Se dice que el anonimato de internet permite que los trolls campen a sus anchas, atacando a otros usuarios impunemente. Pero no se trata de lo único que ha favorecido la posibilidad de actuar de incógnito en la red. En Post Secret, una ingeniosa página inventada a finales del año 2004 por Frank Warren, cualquiera puede consultar una larga lista de secretos enviados de forma anónima por ciudadanos de todo el planeta –como el propio Warren explicó en una charla de Ted Global, su “loca idea” se extendió rápidamente desde Washington a Nueva Zelanda o Irán– o, si así lo desea, compartir los suyos propios.

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