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"Dios mío, he perdido mi iPhone": cómo desintoxicarte de la tecnología en seis pasos
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"Dios mío, he perdido mi iPhone": cómo desintoxicarte de la tecnología en seis pasos

¿No estamos enganchados a la tecnología? ¿Qué hay del placer de tomarse unas cañas sin interrupciones, ahora que llega el buen tiempo?

Foto: El móvil nos ayuda a conectarnos con los demás, pero también nos convierte en personas insatisfechas. (Corbis)
El móvil nos ayuda a conectarnos con los demás, pero también nos convierte en personas insatisfechas. (Corbis)

Es viernes por la noche y estás con los colegas de cañas en un bar cuando, de repente, una amiga tuya cae en la cuenta de que le han robado el bolso. Mira a su alrededor asustada y, móvil en mano –el móvil siempre lo tiene en la mano– enciende la linternita de su smartphone y rastrea el suelo del bar en cuestión. Nada, su bolso ha desaparecido. Vosotros, como buenos amigos que sois, os preocupáis: “¿Qué llevabas?”. Ella enumera: “Cuatro tarjetas de crédito, quinientos euros, la alianza que me regaló mi bisabuela en su lecho de muerte, un disco de Bob Dylan firmado por Bob Dylan, los zapatos para la boda de mi hermana, la clave de acceso a todas mis contraseñas y las llaves de casa”. (De verdad, las mujeres, no saben salir con bolso pequeño).

Toda esta enumeración digamos que la ha hecho en tono distraído, simpático, como diciendo “ya recuperaré de algún modo toda esa porquería”, hasta que llega al último objeto que contenía su bolso: “…pero lo que de verdad me revienta es que dentro tenía el cargador del iPhone”. Entonces tu amiga se echa a llorar, lamentándose porque los doscientos euros, pase; la alianza de su bisabuela, todavía; las llaves de su casa, en fin… ¡Pero el cargador del iPhone…! ¡Si cada uno tiene una entrada diferente! ¡Y ahora tal vez tenga que comprar uno que no sea de Apple! ¡Imagina!

Cada vez son más los que no pueden vivir sin su tablet, sin su smartphone y sin todos los cargadores que todos esos aparatos necesitan

El caso resulta un chascarrillo gracioso para comenzar un artículo, pero es más verdad de lo que parece. La gente se está volviendo loca con la tecnología. Cada vez son más los que no pueden vivir sin su tablet, sin su smartphone, sin su ordenador portátil y sin todos los cargadores que todos esos aparatos necesitan para sobrevivir. Además, la mayoría de las citadas maquinitas emiten un sonido (insoportable) cada vez que alguien te envía un sms, un whatsapp, un email, una foto, un vídeo o cualquier otra cosa. De modo que la gente se está volviendo adicta también a los pitidos, y cuando pasa un tiempo sin escuchar un aviso comienza a desarrollar un tic en el ojo derecho.

¿Es esto sano? ¿No estamos demasiado enganchados a la tecnología? ¿Qué hay del placer de tomarse unas cañas sin interrupciones, ahora que el buen tiempo asoma? ¿O de ver una película y sólo mirar a la película? ¿O de mantener una conversación con la persona que física y materialmente tenemos en frente?Gregory L. Jantz, consciente de la patología tecnológica que vive la sociedad moderna, propone seis consejos para una desintoxicación satisfactoria:

1. Desarrolla un plan

Estás tan enganchado a tus múltiples cacharritos que no basta con decir “hoy no miro el móvil en todo el día”, porque eso no funciona. Y porque, además, es muy probable que por cuestiones laborales o sociales tengas que mirarlo. De modo que debes decidir qué hábito vas a abandonar y cómo hacerlo. Puedes, por ejemplo, eliminar la gran sarta de aplicaciones y juegos que tienes en tu móvil, desactivar las notificaciones o ­–esto sí– decidir que a partir de las nueve de la noche el móvil se apaga hasta el día siguiente.

2. Empieza poco a poco

Del mismo modo que si un día decides comer sólo lechuga hasta que adelgaces los dos kilitos que te sobran lo más probable es que a la semana estés en cualquier Vips pidiendo una ración triple de tortitas con nata y sirope de caramelo, si decides abandonar el móvil drásticamente no vas a llegar a ningún lado. Pero no es normal que tengas que comprobar el correo cada diez minutos. Si vas el domingo al partido de baloncesto de tu hijo –y no, los domingos no lo necesitas “por trabajo”– deja el móvil en el coche, por ejemplo, e intenta concentrarte en lo que pasa a tu alrededor. Si te fijas bien, es bastante más divertido.

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3. No basta con reducir o quitar, hay que reemplazar

Cuando abandonamos algo que nos gusta se crea un vacío que debemos suplir, y si no lo hacemos se desencadenará la catástrofe y acabaremos pulsando el F5 compulsivamente en busca de novedades. Así, debes reemplazar aquello que decidas dejar de hacer.

Por ejemplo, si tu propósito es mirar el Facebook con menor frecuencia, quizás puedas quedar con un amigo esa tarde y no simplemente estar en casa mirando el ordenador con inquina. Prueba y verás: es alucinante la experiencia de tener efectivamente a alguien delante de ti y poder palparle, apreciar los gestos y el tono de voz. Esta nueva vía de comunicación prescinde de los emoticonos y de las imágenes enviadas, pero te garantizamos que tiene muchas ventajas y que no pierdes nada por intentarlo.

4. Ten claros tus objetivos

¿Por qué has decidido desintoxicarte? El primer paso para hacerlo es tener claro que lo necesitas y querer abandonar ciertos hábitos. Si eres incapaz de que pase un día sin entrar en Google mientras esperas al autobús para ver qué ha pasado con tu equipo de fútbol favorito o qué vestido lleva hoy tu actriz favorita, quizás tengas un problema. Reconócelo, asúmelo y mira a tu alrededor en la citada parada del autobús mientras palpas con la mano en el bolsillo el tranquilizador peso de tu Smartphone. No te preocupes, él no se va a ir a ningún sitio. Pero no requiere una atención constante.

5. Establece reglas claras y síguelas

Si has decidido no llevar el móvil a la playa, o no tuitear los fines de semana, o no mirar el email del trabajo cuando llegas a casa, la única manera de acatar tu decisión es seguir al pie de la letra tus propios propósitos. Al principio sentirás un vacío existencial parecido al que experimentaste cuando te terminaste The Sopranos. Pero pronto descubrirás que tienes más casa además de la silla en la que te sientas para navegar en internet (tampoco mucha más, pero algo más) y que puedes salir a dar un paseo, descongelar la nevera o fregar el suelo. Infinidad de cosas para las que no se requiere estar online.

6. Sigue avanzando

A ver, no subir nada a Instagram durante un día no cuenta. Tienes que proponerte metas serias y, una vez cumplidas, tener un objetivo mayor. Con la adquisición de los teléfonos móviles y la explosión de los smartphones se nos ha hecho creer que es casi una obligación social dar cuenta de dónde estamos y responder a los mensajes en todo momento. Quiérete un poco y olvídate de la batería del móvil, tu mente –y tus amigos– te lo agradecerán.

Es viernes por la noche y estás con los colegas de cañas en un bar cuando, de repente, una amiga tuya cae en la cuenta de que le han robado el bolso. Mira a su alrededor asustada y, móvil en mano –el móvil siempre lo tiene en la mano– enciende la linternita de su smartphone y rastrea el suelo del bar en cuestión. Nada, su bolso ha desaparecido. Vosotros, como buenos amigos que sois, os preocupáis: “¿Qué llevabas?”. Ella enumera: “Cuatro tarjetas de crédito, quinientos euros, la alianza que me regaló mi bisabuela en su lecho de muerte, un disco de Bob Dylan firmado por Bob Dylan, los zapatos para la boda de mi hermana, la clave de acceso a todas mis contraseñas y las llaves de casa”. (De verdad, las mujeres, no saben salir con bolso pequeño).

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