Sé listo: ocho maneras de decir “no” y encima quedar bien con todo el mundo
Hay una gran diferencia entre complacer a la gente y ayudarla. Ser generoso está muy bien, pero no podemos decir "sí" a todo el que nos pide un favor
“Cuando desarrollas la reputación de ser sensible y generoso, la montaña de peticiones que tienes sobre la mesa es cada vez más grande”, ha reconocidoAdamGrant en su blog. El profesor de la Wharton Business Schoolhabía presumido siempre de estar disponible para todo aquel que necesitara su ayuda. Nunca decía que “no”, algo de lo queinclusopresumía,pero su nombre empezó a estar en boca de todos tras protagonizar hace unos meses la portada del semanal delNew York Times.
Dada su creciente popularidad, llegó un punto en el que fueincapaz de atender a todo el que le escribía. “Supongo que por esto Warren Buffet decía que la diferencia entre la gente exitosa y la gente muy exitosa es que los segundos dicen ‘no’ a casi todo”, ha apuntado.
Decir no te libera para poder decir que sí cuando más importa
El profesor reconoce que le cuesta mucho decir “no”, pero es consciente de que cada vez tiene más responsabilidades profesionales y una familia que atender, y no puede abarcarlo todo. Con el tiempo, no obstante, ha aprendido que hay una gran diferencia entre complacer a la gente y ayudarla: “Ser generoso no consiste en decir que sí a todo lo que te pide la gente, todo el tiempo. Se trata de decir sí a algunas de las personas (gente también generosa o que pueden aportarte algo), a veces (cuando no vas a comprometer tus metas y ambiciones) y a algunas de las peticiones (cuando las habilidades y recursos que puedes aportar son de verdad relevantes)”.
En definitiva, explica Grant, “decir 'no' te libera para poder decir que sí cuando más importa”. Pero esto tiene una contrapartida: ¿cómo puedes negarte a algo sin romper puentes con quien te pide ayuda y sin poner en peligro tu reputación? Desde que ha tenido que renunciar a decir “sí” a todo el mundo, el profesor de la Wharton Business School ha experimentado con ocho respuestas tipo, que utiliza en función de la persona que le escribe y el motivo por el que le escribe.
1. “Ahora mismo estoy hasta arriba, pero sigue insistiendo”
Estafue la primera respuesta que Grant empezó a usar cuando se vio abrumado. Simplemente, respondía a las personas que no tenía tiempo, porque estaba promocionando su nuevo libro, pero tendría más flexibilidad en los meses venideros. “Este filtro inicial me da pistas de qué personas tienen más interés en contactar conmigo. Me gusta priorizar a las personas más apasionadas y persistentes, pero esto tiene una contrapartida, que acabas recompensado a los acosadores, gente tan agresiva que van a hacer lo que sea por conseguir lo que quieren”. Así que, asegura, si utilizas esta excusa puedes acabar enfrentándote a los “pesados”. Se debe emplear con cuidado.
2. “No estoy cualificado para hacer lo que me pides, pero aquí puedes encontrar ayuda”
Grant asegura que muchas de las peticiones que recibe están tan alejadas de su especialidad que decir “sí” es más un incordio que una ayuda. Para quedar bien con este tipo de gente, Grant les responde recomendando una serie de libros sobre los temas para los que la persona pide ayuda. “Estas referencias me permiten evitar decir un no rotundo y ayudar a la gente de una manera que no me quita tiempo”, asegura.
3. “Este no es mi negociado, pero conozco a alguien que puede ayudarte”
En ocasiones, aunque no podamos ayudar directamente a una persona conocemos a alguien que sí podría hacerlo. Se trata de algo muy útil para la persona que nos ha escrito y nos permite ahorrar mucho tiempo. No obstante, tiene una importante contrapartida: si hacemos esto a menudo, nuestros colaboradores pueden acabar hartos de nosotros. Antes de redirigir la petición de una persona a un colega, tienes que estar seguro de que la persona que pide ayuda es de fiar. Además, debes hablar antes con tu contacto, para saber si está disponible y tiene interés por ayudar a la persona que vas a presentarle.
4. “Conozco a una persona que está trabajando en lo mismo”
A Grant le escribe tanta gente que, en ocasiones, no tiene que derivar una petición a un colega: sencillamente pone a personas con peticiones parecidas en contacto. El profesor pone un ejemplo: “Una vez recibí una petición de un guionista que estaba buscando a alguien de la industria que leyera sus textos, entonces recordé que anteriormente había recibido un correo de un cómico deprimido que estaba buscando maneras de ayudar a los demás. En vez de poner a estos dos extraños en contacto con alguien de mi círculo, los conecté entre sí”. Grant utiliza mucho esta “negativa” con emprendedores que trabajan en campos parecidos.
5. “Este es mi colaborador, que te dará una cita para charlar”
Llega un momento en el que se reciben tantas peticiones que es imposible trabajar sin algo de ayuda. Grant cuanta con Reb, un experto en psicología aplicada con el que colabora ennumerosos proyectos. “Cuando una solicitud está relacionada con su campo, le reenvío la conversación inicial y él contesta directamente. Después, evaluamos juntos sobre cómo podemos echar una mano”.
6. “Otras personas me han preguntado por lo mismo, juntaros y hablad”
Grant explica que esta respuesta se le ocurrió tras charlar con uno de sus estudiantes: un militar retirado que ahora se dedicaba a los negocios y recibía más de 100 llamadas al mes de antiguos compañeros que, como él, querían dar el paso del ejército a la empresa. Como la mayoría le preguntaban cosas parecidas, el profesor le propuso que hiciera pequeños grupos y los juntara semanalmente en un chat. El experimento funcionó bien y, desde entonces, Grant sigue su propio consejo: ayuda a la gente a crear comunidades alrededor de intereses comunes.
7. “Si te ayudara dejaría a otras personas tiradas”
Pese a que Grant trata de ayudar de una u otra forma a todo el que le escribe, siempre que su respuesta no es positiva trata de suavizar la negativa, pues un “no”, asegura, siempre tiene costes y nos hace parecer fríos y egoístas. Para ello lo mejor es apuntar tu compromiso con otras personas, lo que da a entender que, si dijéramos que sí, estaríamos yendo contra las normas. El profesor tiene, incluso, respuestas estandarizadas en función del distinto tipo de peticiones.
- Si le escribe alguien para pedir consejo: “Los estudiantes son mi prioridad profesional, y desde que tengo más de 300 alumnos no tengo tiempo para dar tutorías adicionales”.
- Si le escribe alguien para mantener una charla: “Con más de dos docenas de invitaciones para hablar a la semana, mi mujer y yo hemos establecido un límite y, en este momento, lo he sobrepasado”.
- Si alguien le escribe para que le presente a otra persona: “no conozco a esa persona lo suficiente para presentártela” o “Me convertiré en un aprovechado si sigo pidiéndole favores a esa persona”.
8. “Estoy aprendiendo a decir que no”
En una ocasión Grant se encontró con una persona que no aceptaba un “no” por respuesta. Probó todas las opciones de su lista, sin éxito. Al final le contestó lo siguiente: “Siento decepcionarle. Uno de mis objetivos para este año es mejorar mi habilidad para decir no. Usted es un público difícil. Supongo que me viene bien para practicar…” Acabó desistiendo.
“Cuando desarrollas la reputación de ser sensible y generoso, la montaña de peticiones que tienes sobre la mesa es cada vez más grande”, ha reconocidoAdamGrant en su blog. El profesor de la Wharton Business Schoolhabía presumido siempre de estar disponible para todo aquel que necesitara su ayuda. Nunca decía que “no”, algo de lo queinclusopresumía,pero su nombre empezó a estar en boca de todos tras protagonizar hace unos meses la portada del semanal delNew York Times.