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Tópicos estúpidos: ¿de verdad que toda crisis es una oportunidad?
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"QUIEN DICE ESO ES UN CANTAMAÑANAS"

Tópicos estúpidos: ¿de verdad que toda crisis es una oportunidad?

“Cuando escucho estas palabras: ‘Toda crisis es una oportunidad’, y las escucho a menudo, aprieto los dientes, cierro los puños e intento contener la rabia”

Foto: La crisis es un evento negativo, por definición. (Corbis)
La crisis es un evento negativo, por definición. (Corbis)

“Cuando escucho estas palabras: ‘Toda crisis es una oportunidad’, y las escucho a menudo, me invade una especie de sudor frío, aprieto los dientes, cierro los puños e intento contener la rabia que, en caso de desatarse, me llevaría a comerme a mordiscos al cantamañanas que osa propalar ese tópico oportunista. El esbirro de la crisisno parece ser consciente de la dimensión que tienen sus palabras, ni de la reacción extremadamente agresiva que provocan en algunos de sus interlocutores”.

De esta forma tan contundente, Josep Muñoz Redón, uno de nuestros más conocidos divulgadores de la filosofía, ataca en su nuevo libro,Tristes tópicos (Paidós), a uno de los lugares comunes que considera más estrambóticos. ¿De verdad es toda crisis una oportunidad?

¿Quién sale reforzado de una crisis? Aquel que dispone de las herramientas intelectuales y materiales para afrontarla

Muñoz explica que, pese a que podamos pensar que el tan manido tópico “estrambótico y maligno” es relativamente reciente, “la apología reiterada de los efectos benéficos de las crisis” ya estaba presente en la Antigüedad Clásica. Lo que no quita para que todos, en nuestro fuero interno, pensemos que es mejor la estabilidad que los tormentos que implica la inestabilidad.

“Cada vez que invocamos laoportunidad que plantea la crisis en un intento chapucero de transformar algo esencialmente malo, que determina trágicamente la vida de grandes sectores de la población, en algo bueno, olvidamos, por tanto, los beneficios evidentes del equilibrio y también, subrepticiamente, damos a entender otras cosas no menos infames”.

“En primer lugar”, señala Muñoz, “el tópico parece subestimar las dimensiones reales de la catástrofe en la que estamos sumergidos, sea ésta económica o intelectual, personal o colectiva: y, en segundo lugar, parece hacer responsable al que la sufre de ese proceso sangrante en el que está inmerso”.

Un tópico que esconde una dolorosa realidad

El escritor se pregunta en su libro si existe alguien a quien le interesa realmente que la crisis se interprete como una oportunidad. Y claro que existe. “No seamos palurdos”, advierte, “las crisis son fundamentalmente una oportunidad para los que las han generado o para los que no tienen escrúpulos y siempre se aprovechan de los más débiles. ¿Quién sale reforzado de una crisis? Aquel que dispone de las herramientas intelectuales y materiales para afrontarla. Y éstas no se improvisan. Hace falta tener una buena despensa para afrontar el largo invierno o, de lo contrario, está claro que moriremos de hambre, sed o frío”.

Hay quienes se aprovechan especialmente de las crisis, asegura Muñoz: aquellos que intentan convencer a los demás de los beneficios de los grandes cambios de la historia colectiva o personal. “Estos gurús”, advierte el escritor, “suelen tener una amplia cobertura en los medios de comunicación de masas y utilizan argumentos de supuesto gran calado intelectual, como el hecho de constatar que, en chino, la misma palabra significa crisis y oportunidad, como si realmente fuera relevante que llamemos banco tanto a la institución donde guardamos el dinero –una de las máximas responsables de la crisis actual–, como el asiento que acoge a los parados sin dar cobijo a los que tendría que hacerlo pues no se pueden jubilar, aunque estén en edad de hacerlo, porque tienen que recaudar dinero con su esfuerzo para pagar las fechorías de las entidades financieras”.

El tópico parece subestimar las dimensiones reales de la catástrofe en la que estamos sumergidos

“Cuando escucho estas palabras: ‘Toda crisis es una oportunidad’, y las escucho a menudo, me invade una especie de sudor frío, aprieto los dientes, cierro los puños e intento contener la rabia que, en caso de desatarse, me llevaría a comerme a mordiscos al cantamañanas que osa propalar ese tópico oportunista. El esbirro de la crisisno parece ser consciente de la dimensión que tienen sus palabras, ni de la reacción extremadamente agresiva que provocan en algunos de sus interlocutores”.

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