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Una lección sobre la vida, explicada (con truco) por el mejor carterista del mundo
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ABRIENDO EL "PORTAL DE LA MENTE"

Una lección sobre la vida, explicada (con truco) por el mejor carterista del mundo

¿Tiene su teléfono móvil encendido? Sin mirarlo, ¿puede recordar cuál es el icono que aparece en la parte inferior derecha? Quizá sí, quizá no

Foto: Apollo le roba la cartera (literalmente) a un espectador de TEDGlobal. (YouTube)
Apollo le roba la cartera (literalmente) a un espectador de TEDGlobal. (YouTube)

¿Tiene su teléfono móvil encendido? Sin mirarlo, ¿puede recordar cuál es el icono que aparece en la parte inferior derecha? Quizá, sí, probablemente no, a pesar de que lo habrá consultado miles de veces. Ahora, apague el dispositivo. Una última pregunta: ¿qué hora es? Porque si hay algo que todos los teléfonos tienen en común, es que presentan el reloj en el mismo sitio y de forma bien visible. ¿Sería capaz de recordar qué hora exacta es? Quizá no, aunque acabe de verlo hace menos de medio minuto.

Este fue el arranque de la conferencia que Apollo Robbins, apodado por el New Yorkercomo “el carterista teatral” impartió el pasado año dentro de TEDGlobal, y que tenía como tema principal “el arte de la distracción”. Un poderoso superpoder, en su opinión, que posee todo aquel que sea capaz de controlar la atención de los demás.

El propio Robbins es, desde luego, uno de ellos. Objeto de estudio para psicólogos, neurocientíficos e incluso militares estadounidenses, Robbins lo tiene muy claro: “la atención es lo que controla nuestra percepción, lo que crea nuestra realidad. Es el portal de la mente”. En otras palabras, la atención es un recurso limitado que nos obliga a centrarnos en unas cosas y no en otras.

Es precisamente utilizando la escasez de dicho recurso como los carteristas, y otros hábiles jugadores de la mente (habrá quien los llame “magos”) son capaces de desplumarte sin que te des cuenta. “Si pudiese robar su atención a través de una distracción, podría atraparlos, no enfocándome en sus sentidos externos, sino en los internos, por un momento”. Es decir, jugando con la memoria del que va a ser engañado, cuya atención se dispersa mientras Robbins introduce la mano en el bolsillo del incauto. No se trata únicamente de mirar hacia otro lado, sino de realizar un esfuerzo cognitivo que impida darse cuenta de lo que realmente está ocurriendo en el presente.

Distrayendo a Frank

El ilusionista sube a un espectador al escenario, al que consigue engañar gracias a una ficha de póker, nada más que un cebo para la atención del desafortunado asistente el evento. En apenas un minuto, su reloj acaba en el brazo de Robbins y la ficha aparece y desaparece de la mano de Joe, para reaparecer en el hombro del espectador o caer del cielo. No se trata únicamente de un hábil juego de manos, sino de una pulida maniobra mental que consigue que la atención de la víctima (pero también del espectador, boquiabierto ante la verborrea del embaucador, parte esenciald el montaje) se centre en lo que no debe, hasta que es demasiado tarde. Un sofisticadísimo timo de la estampita.

A pesar de que la audiencia había sido advertida poco antes, había vuelto a caer en el mismo error

Robbins considera que nuestra atención está comandada por un guarda de seguridad llamado Frank, que dispone de todas las tecnologías a su alcance para vigilar lo que ocurre a nuestro alrededor. Y, puesto que se puede prestar atención a algo sin ser conscientes de ello, el objetivo es conseguir que Frank se dé la vuelta y abandone por un momento sus pantallas y sus sensores de movimiento. Para cuando quiera darse cuenta, habrá perdido la cartera y sus posesiones más valiosas.

Al comienzo de la charla, Robbins solicitó a los espectadores que cerrasen sus ojos e intentasen recordar la indumentaria que el ilusionista llevaba. Parece fácil, pero resulta complicado hacerlo: no nos solemos fijar en la ropa de los demás si esta no es particularmente llamativa. Al finalizar la charla, Robbins volvió a realizar la misma pregunta, lo que consiguió que se llevase un gran número de aplausos desde la platea. ¿Por qué? A pesar de que la audiencia había sido advertida poco antes, había vuelto a caer en el mismo error en dos ocasiones consecutivas en apenas ocho minutos.

¿Tiene su teléfono móvil encendido? Sin mirarlo, ¿puede recordar cuál es el icono que aparece en la parte inferior derecha? Quizá, sí, probablemente no, a pesar de que lo habrá consultado miles de veces. Ahora, apague el dispositivo. Una última pregunta: ¿qué hora es? Porque si hay algo que todos los teléfonos tienen en común, es que presentan el reloj en el mismo sitio y de forma bien visible. ¿Sería capaz de recordar qué hora exacta es? Quizá no, aunque acabe de verlo hace menos de medio minuto.

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