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Por qué se convierten las mujeres en lobas (y cómo lidiar con ellas)
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Por qué se convierten las mujeres en lobas (y cómo lidiar con ellas)

Este tipo de mujeres no siempre han sido así, pero algo en ellas, cambió radicalmente y se conviertieron en depredadoras. Destruyen a sus presas...

Foto: Es necesario que una mujer se sienta profundamente herida para que se convierta en una loba. (Rainer Holz/Corbis)
Es necesario que una mujer se sienta profundamente herida para que se convierta en una loba. (Rainer Holz/Corbis)

Seguro que tú también conoces a alguna mujer (una hermana, una amiga, una prima) que se muestra poco afable y algo amarga con el género masculino. Es lo que Samuel López de Victoria, psicoterapeuta y profesor de psicología en el Miami Dade College, llama una loba, y da las pautas para reconocerlas y lidiar con ellas.

¿Por qué se convierte una mujer en una loba? Fundamentalmente, por la necesidad de sobrevivir en la jungla que suponen las relaciones personales en la vida. Ella, la loba, siente que no hay otro modo de salir airosa de las situaciones que la vida le presenta: tiene que enseñar los colmillos.

Desenvolviéndose en la jungla

Este tipo de mujer se ha convertido en un depredador, tal y como hace el animal al que le roba el nombre. Apunta López de Victoria que hay que tener compasión y comprensión hacia las féminas reconvertidas en lobas, a pesar de que sean peligrosas: “Como el lobo en la naturaleza, destruirán a sus presas y las devorarán en cuanto se presente la ocasión”, afirma.

Así, hay que considerarlas desde la distancia, pero no debemos ignorarlas, tal y como haríamos con un depredador animal. Este tipo de actitud también existe en los hombres, pero se manifiesta de diferente modo y, como advierte el psicólogo, “ése sería el tema de otro artículo”. No obstante, no duda en recalcar que “los lobos son también una realidad”.

El perfil de las lobas

Pueden ser madres, tías, hermanas, hijas o abuelas, y pueden estar casadas, divorciadas o viudas. Las hay heterosexuales y homosexuales, en el ámbito de las grandes empresas y en el de los trabajos más artísticos. En este sentido, considera que cuando está casado o trabaja para una loba, está mucho más presionado de lo que correspondería.

Suelen ir en busca de hombres fuertes y seguros de sí mismos, a los que atacan con faltas de respeto, hablándoles mal, degradándolos y haciéndoles sentirse minusvalorados social y emocionalmente. Sin embargo, suelen atraer a hombres más débiles, a los que controlan totalmente, y no dejan de preguntarse por qué no pueden atraer a hombres valientes que las defiendan.

Es difícil trabajar con una loba, pues en el fondo son profundamente inseguras y no pueden compartir el poder. Tampoco a los hombres.

Las tres características inconfundibles

López de Victoria es consciente de que se le puede tildar de machista, pero afirma con convicción que “para algunas mujeres es totalmente imposible que hayaun hombre que sea fuerte y seguro y, a la vez, maduro, cariñoso, amable y dependiente (en un sentido sano del término) de su pareja”. Asimismo, amén de los rasgos citados, considera que son tres las características inconfundibles que se presentan en cualquier loba:

Están heridas. Las lobas son mujeres heridas que han recibido, en algún momento, el golpe mortal de alguien en quien confiaban plenamente o con el que asumían que estaban a salvo. Llegado un punto, deciden cortar la hemorragia y darle la vuelta a la tortilla con el fin de sobrevivir en la jungla.

Siempre las ha herido un hombre importante en su vida. Las lobas han sido lastimadas en el pasado por un hombre influyente en sus vidas y del que se fiaban completamente: su padre, su abuelo, su marido, su novio, su mejor amigo…

Por supuesto, la condición de loba no es para toda la vida y, aunque es muy duro y exige de un largo proceso de sanación, cualquiera puede recuperar la confianza gracias a una experiencia muy satisfactoria que le devuelva la esperanza y la seguridad en sí misma. Sus defectos son peligrosos pero se puede lidiar con ellos porque, como cantaba Shakira, “¿quién no ha querido a una diosa licántropa / en el ardor de una noche romántica?”

Seguro que tú también conoces a alguna mujer (una hermana, una amiga, una prima) que se muestra poco afable y algo amarga con el género masculino. Es lo que Samuel López de Victoria, psicoterapeuta y profesor de psicología en el Miami Dade College, llama una loba, y da las pautas para reconocerlas y lidiar con ellas.

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