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Auge y caída de Alice Keppel, la mujer que convirtió el adulterio en arte
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SEXO, INFAMIA Y ESPIONAJE EN LA i GUERRA MUNDIAL

Auge y caída de Alice Keppel, la mujer que convirtió el adulterio en arte

Impetuosa, impulsiva y muy bella, Alice Keppel, bisabuela de Camila Parker arrasaba entre la aristocracia británica. Pero acabó mal...

Foto: Alice Keppel, en una fotografía que se cree tomó el rey Eduardo VII.
Alice Keppel, en una fotografía que se cree tomó el rey Eduardo VII.

Este año se celebrarán en Europa todo tipo de actos conmemorativos con motivo del 100 aniversario del estallido de la I Guerra Mundial. La familia real británica será una de las instituciones más atareadas: tanto la Reina como los príncipes Carlos y Harry tienen la agenda repleta de actos en pueblos y ciudades para rendir homenaje a las víctimas en la contienda.

Aunque ha pasado un siglo, la prensa británica –muy dada a airear toda clase de chismorreos– no ha tardado en recordar que Alice Keppel, bisabuela de Camila Parker, duquesa de Cornualles y actual esposa del príncipe Carlos, fue acusada durante la I Guerra Mundial de trabajar para los alemanes.

La historia de Alice tiene todos los detalles para ser carne de tabloide: conspiraciones, adulterio, homosexualidad, espionaje… De hecho, la propia Alice fue una de las primeras víctimas del periodismo sensacionalistaque, a principios de siglo, era incluso más agresivo que en la actualidad.

La bisabuela de Camila fue una de las amantes más conocidas del rey Eduardo VII (1841-1910), pese a que les separaba una diferencia de veintiocho años de edad. Durante 12 años gozó de un estatus similar al de la reina Alexandra, la mujer de Eduardo, y tuvo una gran influencia sobre él. No en vano, Alice era casi una profesional del adulterio.

Amor y lujo en la corte del rey Eduardo

Impetuosa, impulsiva y muy bella, Alice arrasaba entre la aristocracia británica de la época. Pese a ser hija de un simple barón, sus relaciones extramatrimoniales lallevaron a lo más alto del tejido social. Antes de cortejar al rey Eduardo, Alice escaló varios peldaños acostándose con Lord Alington y Lord Stavordale, dos pesos pesados de la aristocracia de la época. Y no sólo se llevaba su amor, también su dinero.

En la corte y los corrillos de la alta sociedad se conocían a la perfección los tejemanejes de Alice, pero mientras fue amante del rey todo se mantuvo en secreto

Alice obtuvo su apellido al casarse con George Keppel, un oficial de la Armada, hijo del séptimo conde de Albemarle, cuya fortuna estaba en horas bajas. George no tenía ningún problema en consentir los affaires extramatrimoniales de su esposa pues sabía que traían dinero a casa. Tampoco es que estuviera perdiendo el tiempo: era un mujeriego y un derrochador. El matrimonio Keppel no estaba dispuesto a renunciar a su mansión en Mayfair, los carruajes, los sirvientes y todos los lujos de los superricos. Y Alice consideraba su labor de cortesana casi como un trabajo.

En la corte y los corrillos de la alta sociedad se conocían a la perfección los tejemanejes de Alice, pero mientras fue amante del rey todo se mantuvo en secreto. Pero en 1910, cuando Eduardo murió aquejado de una bronquitis severa –algo que no es de extrañar en un hombre que fumaba 20 cigarros y 20 puros al día–, su estatus cambió por completo.

La víctima de un complot homofóbo

Tras la muerte de Eduardo, viendo la que le iba a caer encima, Keppel se marchó discretamente a Ceilán. Dos años después volvió a Inglaterra, pensando que las aguas se habrían calmado, pero se equivocaba. La familia Keppel se sumergió de lleno en un escándalo mayúsculo: la hija de Alice, Violet Trefusis, empezó a mantener una relación lésbica con Vita Sackville-West, una conocida poetisa inglesa que estuvo saliendotambién con Virginia Woolf.Toda la alta sociedad estaba al corriente de la misma pero en aquella época este tipo de aventuras sexuales se toleraban. No existían paparazzi y, dado que todos los aristócratas tenían algo que ocultar, las chismorreos no salían de los corrillos de la alta sociedad.

Noel Pemberton Billing fotografiado en 1916.Alice podría haber llevado una vida normal, e incluso haber vuelto a sus tareas de cortesana, si no hubiera estallado la I Guerra Mundial. Aunque los Keppel eran más ingleses que el té de las cinco, su apellido sonaba sospechosamente alemán. Esto unido a los viajes que Alice realizaba con frecuencia a Holanda (donde tenía familia) y la mala fama que tenía en los círculos de la corte, puso a la familia en el punto de mira de los sectores más conservadores de la política británica.

En enero de 1918, cuando se empezaba a entrever la salida de la guerra, una pequeña revista llamada Imperialist publicó un artículo en el que se aseguraba que un grupo de espías alemanes se había infiltrado en la alta sociedad británica, seduciendo a todos los homosexuales de la misma. Según el artículo, el alto mando alemán tenia un libro en el que figuraban 47.000 nombres de británicos homosexuales que eran vulnerables al chantaje.

El editor responsable de esta gravísima acusación –en la que no se aportaba ni un solo dato real– era Noel Pemberto Billing, un parlamentario independiente de extrema derecha conocido por su descarada homofobia. Con la asistencia desu ayudante Harold Sherwood Spencer, Billing trató de localizar a los supuestos 47.000 homosexuales que, en su opinión, amenazaban peligrosamente a Reino Unido. Y, claro está, tanto Alice como su hija acabaron en la lista.

El objetivo último de Billingno era otro que torpedear las negociaciones de paz que, pensaba, podían llevarse a cabo con Alemania. En su opinión, la guerra estaba ganada, y no merecía la pena dar ninguna concesión, ni siquiera un intercambio de prisioneros.

“La señora Keppel es una espía alemana”

Tras realizar sus pesquisas, Spencer llegó a la extravagante conclusión de que existía un complot alemán, al que bautizó como La Mano Invisible, que estaba dirigido por Alice. El ayudante de Billing se presentó ante un juzgado y acusó a la examante del rey Eduardo de espionaje. La denuncia no tenía ningún sentido pues, además de ser falsa, Spencer no contaba con ninguna prueba.

El contubernio de Billing llegó a oídos del rey Jorge V, que no estaba dispuesto a que se descubriera todo el pastel

El asunto llegó en seguida a oídos de Alice y está se mostró dispuesta a declarar cuando fuera necesario, pero el juez no se lo permitió: el Gobierno no quería que Alice declarara ante un juzgado, por miedo a que empezara a airear todo tipo de escándalos que pusieran en aprieto las delicadas negociaciones de intercambio de prisioneros que se mantenían con Alemania.

La acusación de Spencer no llegó a ningún puerto, pero Billing estaba decidido a atacar a Alice por todos los medios: planeó hacer pública la relación que había mantenido con el rey que, hasta entonces, sólo se conocía en los corrillos de la corte, junto al resto de sus affaires, el supuesto origen bastardo de su hija y, ya de paso, la relación lésbica de ésta.

El contubernio de Billing llegó a oídos del rey Jorge V, que no estaba dispuesto a que se descubriera todo el pastel. Éste mandó silenciar a Billing, pero también presionó aAlice, a la que no tenía ninguna estima, para quedesapareciera de Inglaterra de inmediato: vendió su casa en Oxfordshire, cerró la que tenía en Londres y se marcho a vivir a Italia para siempre. Aunque Alice volvió de forma esporádica a Inglaterra pasados los años, nunca más se volvió a saber de ella.

Paradojas de la vida, hoy su bisnieta, Camila Parker, es esposa del heredero al trono británico, que es a su vez tataranieto del que fue su amante, el rey Eduardo.

Este año se celebrarán en Europa todo tipo de actos conmemorativos con motivo del 100 aniversario del estallido de la I Guerra Mundial. La familia real británica será una de las instituciones más atareadas: tanto la Reina como los príncipes Carlos y Harry tienen la agenda repleta de actos en pueblos y ciudades para rendir homenaje a las víctimas en la contienda.

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