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“Cuando el PSOE renunció a la pana y las coderas, renunció también a su ideología”
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¿PUEDE LA IZQUIERDA VESTIR BIEN?

“Cuando el PSOE renunció a la pana y las coderas, renunció también a su ideología”

La periodista Patrycia Centeno plantea en su nuevo libro la relación entre los políticos de izquierda y la moda y cómo ésta es un reflejo de sus ideales

Foto: Rubalcaba y Zapatero, de traje, en una conferencia. (Efe)
Rubalcaba y Zapatero, de traje, en una conferencia. (Efe)

La candidata del partido verde francés en las elecciones presidenciales de 2012, Eva Joly, llevaba siempre unas gafas pequeñas y con lentes redondas, parecidas a las que lucía León Trotski. La montura era de pasta roja; y ese pequeño detalle empezó a molestar a los militantes de su partido. Ellos eran verdes, claro, y el discurso de su candidata, decían, era mucho más marxista que ecologista. Finalmente, Joly tuvo que acudir a la firma a pedir el mismo modelo, pero en verde.

Sirva este ejemplo para darnos cuenta de que la moda y la política están mucho más relacionados de lo que parece: un vestuario, un peinado e, incluso, un complemento, pueden perder y ganar elecciones. Al menos así lo cree Patrycia Centeno (A Coruña, 1983), periodista que se dio a conocer con el ensayo Política y Moda (Península, 2012) y que, tras el éxito de éste, vuelve con Espejo de Marx¿La izquierda no puede vestir bien? (Peninsula), un título que invita a la confusión.

La izquierda ha asumido como propios códigos estilísticos que pertenecían a la derecha, perdiendo su identidad en el camino

“Cuando yo me planteo en el libro si la izquierda puede vestir bien ese bien está marcado por la derecha, por el poder”, ha explicado Centeno a El Confidencial. “Todas las referencias estilísticas que tenemos vienen marcadas por lo que, hace siglos, el poder dictaminó como ropa del pueblo y ropa del noble”. La izquierda, tradicionalmente, se desmarcó de la derecha, cambiando el sombrero por la gorra, el traje por la americana de pana y las camisas lisas por las de cuadros. Pero en un determinado momento, cuando empezó a abrazar el poder, se enfundó la corbata.

Hoy podemos ver al líder de Comisiones Obreras, un sindicato que, según sus estatutos, “se orienta hacia la supresión de la sociedad capitalista” lucir un polo de Tommy Hilfiger y una bufanda Burberry. Y no es que Ignacio Fernández Toxo sea un quintacolumnista, es que la izquierda ha asumido como propios códigos estilísticos que pertenecían a la derecha, perdiendo su identidad en el camino.

Centeno cree que, socialmente, está aceptado que los políticos de izquierdas pueden llevar ropas de todo tipo, pero no deja de ser una incongruencia política: “Son firmas orientadas a un público elitista y, detrás de ellas, hay unos sistemas de producción imperialistas de los que la izquierda debería renegar. Y de hechoen sus discursos reniegan, pero el tema de la ropa o no lo han acabado de entender o desconocen la historia de las marcas. Están dando un doble mensaje del que no sé hasta qué punto son conscientes”.

placeholder Eva Joly, antes y después de su cambio de gafas.

El día en que un político socialista impuso la corbata

A finales de julio hace mucho calor en Madrid. Demasiado calor para llevar corbata. Al menos eso pensaba, como la mayoría de mortales, el exministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián, que acudió a un pleno del Congreso en mangas de camisa. No opinaba lo mismo José Bono, presidente del Congreso de los Diputados entre 2008 y 2011, que reprendió en público a su compañero de partido por no observar el decoro necesario.

Nuestros dirigentes políticos, de uno y otro espectro, se han homogeneizado en lo estético por una sencilla razón: son iguales también en lo ideológico

La anécdota dejó una estampa inédita, y muy gráfica, del camino estilístico que ha seguido la izquierda o, al menos, el PSOE. “Que algún líder de izquierda obligue, o sugiera, que es obligatorio llevar una indumentaria me parece alucinante”, explica Centeno. “La izquierda, históricamente, ha luchado por la igualdad y por la fraternidad, también en lo estético. En pleno siglo XXI la corbata tiende a desaparecer.Todo el mundo se escandaliza cuando se dice algo así, pero también la gente se escandalizaba cuando se habló de la desaparición del sombrero y Pablo Iglesias apareció en el Congreso con la gorra obrera”.

El problema, asegura Centeno, es que nuestros dirigentes políticos, de uno y otro espectro, se han homogeneizado en lo estético por una sencilla razón: son iguales también en lo ideológico. “El estilo lo define la personalidad, una persona tiene estilo cuando tiene personalidad”, explica Centeno. “Nosotros tenemos que valorar si es importante que nuestros mandatarios tengan personalidad o no. Si no queremos que tengan personalidad, pues nada, todos vestidos como borregos, que es como van ahora, de traje, chaqueta y corbata, y todos tranquilos”.

Es cierto que el hábito no hace al monje, pero, según Centeno, hay determinados momentos históricos, y el actual es uno de ellos, en los que “se exige que el humanista vaya descamisado y que el tradicional vaya con traje y corbata”. En opinión de la periodista, el lema del 15-M, “no nos representan”, encaja también en lo estético: “Van vestidos de una manera que no es acorde con el momento que estamos viviendo. Sales a la calle y no ves a la gente vestida así. Es mucho más fácil hacer lo que hagan los demás, pero saldrá uno, y lo estamos notando, que dirá esto no puede hacerse así, tenga razón o no, y se llevará los votos”.

placeholder Salvador Allende iba siempre impoluto.

Rescatando una chaqueta de pana llena de polillas

El problema de la izquierda o, al menos, gran parte de la izquierda, es que ha desconectado de sus votantes. Y eso es algo que se ve enseguida al comprobar cómo visten sus dirigentes. Centeno sólo salva a algunos líderes como Cayo Lara, Sánchez Gordillo, Beppe Grillo, Evo Morales o José Mujica, que han sabido definirse estilísticamente. Y esto no quiere decir que la izquierda no pueda llevar traje. “Salvador Allende iba siempre impoluto, pero eraconsciente de cómo vestía. No quería quedar en evidencia frente a la derecha, frente al poder, lo que quería era penetrar dentro”, explica Centeno. “Pero ahí es dónde se perdió el PSOE. Quiso ir muy al centro, y en ese centro la pana, las camisas de cuadros y las coderas de Felipe González no tenían cabida, porque no casaban con todo el mundo. Se renunció a eso, y al renunciar a la indumentaria se renunció también a la ideología”.

Es curioso como la supuesta vuelta del PSOE, anunciada en su reciente Conferencia Política, ha ido acompañada de un cambio de vestuario. “Me hace mucha gracia que Susana Díaz aparezca con una rosa estampada en la blusa y una chaqueta roja, que Rubalcaba se ponga un chaleco de viejo profesor socialista y Javier Fernández aparezca con una chaqueta de ante marrón y unostejanos”, explica Centeno. “Han sacado la ropa del armario, que la tenían guardada con polilla y todo, y se la han puesto. Si ahora te tienes que vestir así para atrapar un voto tu credibilidad queda un poco en entredicho. Una forma fácil de distinguir a un político populista es ver si siempre ha ido con una estética o si se lo hace solo para hacerse la foto o ganar unas elecciones”.

placeholder Susana Díaz y Alfredo Rubalcaba, escenifican estéticamente la vuelta a la pana.

La candidata del partido verde francés en las elecciones presidenciales de 2012, Eva Joly, llevaba siempre unas gafas pequeñas y con lentes redondas, parecidas a las que lucía León Trotski. La montura era de pasta roja; y ese pequeño detalle empezó a molestar a los militantes de su partido. Ellos eran verdes, claro, y el discurso de su candidata, decían, era mucho más marxista que ecologista. Finalmente, Joly tuvo que acudir a la firma a pedir el mismo modelo, pero en verde.