No caigas en el error: las 10 cosas que tu pareja no tiene por qué saber de ti
La confianza mutua es uno de los valores esenciales en el buen funcionamiento de una pareja, pero en ocasiones, proporcionamos información perniciosa
La confianza mutua es uno de los valores esenciales en el buen funcionamiento de una pareja. En la medida en que seamos capaces de abrirnos a la otra persona y depositar en ella la confianza necesaria para compartir problemas o preocupaciones que con otras personas nos guardaríamos en nuestro fuero interno, así funcionará la relación. Si, por el contrario, nos reservamos información –sea esta sensible o no–, en muchos casos, será como mentir o engañar a la otra persona. Y, si examinamos la motivación que nos lleva a ocultar dichos datos, quizá nos encontremos en nuestro fuero interno con una fea realidad.
Esta parece ser una noción popularmente compartida sobre la vida en pareja en la que, claro está, hay un alto porcentaje de verdad. Sin embargo, dicha percepción puede dar lugar a perversiones altamente perjudiciales para la pareja, sobre todo en aquellos casos en los que esta no se encuentre lo suficientemente asentada o, como ocurre con los adolescentes, se considere que la relación no funciona si no proporcionamos toda nuestra información personal (y privada) a la otra persona.
A continuación presentamos diez ejemplos de información que puede resultar irrelevante, o incluso perniciosa, en las dinámicas de toda pareja. Ello no quiere decir que deba ocultarse siempre y en todos los casos, pero sí que puede hacernos reflexionar sobre lo que consideramos esencial que la otra persona sepa. ¿Realmente es necesario?
- El pin de la tarjeta de crédito
Aunque en algunos casos debamos comunicar dicha información por comodidad o por emergencia, debemos tener cuidado con ello si, sobre todo, la relación no está consolidada o si la convivencia no exige compartir dicho conocimiento. Además, puede ser una información sensible en ambos sentidos: si de repente se produce una ruptura y hay algún dato en nuestra cuenta corriente que nos resulte chocante, tendremos muy claro quién es el principal sospechoso.
- Las contraseñas de nuestras cuentas de correo
Un caso muy semejante al anterior, y que aunque puede no ser tan sensible en algunos aspectos (no hay dinero de por medio) puede dar lugar a tentaciones muy peligrosas, especialmente en el caso de que sospechemos de una infidelidad. Y, como ocurría con las tarjetas de crédito, la información que descubramos puede ser tan ambigua que nos conduzca a especular por derroteros inadecuados.
- La vida sexual de tus mejores amigos
Cuando un amigo te cuenta su vida amorosa, o directamente, la sexual, probablemente se trata de una confidencia entre él y tú así que, por muchas ganas que tengamos, debemos evitar salir corriendo para airearlo delante de nuestra pareja. Algo semejante ocurre con los problemas familiares u otros conflictos que aluden a lo más íntimo de la persona. La mayor parte de amigos es consciente de que un alto porcentaje de la información que transmiten a sus colegas irá a parar a las parejas de estos, pero eres tú el responsable de que dicho porcentaje no alcance el 100%.
- Tu historial sentimental
Una relación sana es aquella en la que se tiene constancia de los antiguos novios de la pareja, pero todo tiene un límite. Aunque hay quien prefiera conocer toda la experiencia amatoria previa con pelos y señales, en otros casos resulta altamente perjudicial puesto que se trata de uno de los activadores más rápidos de los celos.
- Todo lo que se te pasa por la cabeza
Este es un consejo que puede extenderse a cualquier asunto relacionado con tu vida privada o la profesional: piensa dos veces antes de hablar, puesto que puedes estar expresando en voz alta una idea inadecuada o una mera intuición. En muchas ocasiones, ser una cascada de propuestas (“podríamos”, “¿por qué no haces…?”, “a lo mejor” y un largo etc.) sólo conduce a la confusión y ese “pensar en voz alta” puede meternos en un buen lío.
- Cuándo has pasado al baño
Como dice el refrán, la confianza da asco. A veces, literalmente. Por alguna extraña razón, hay quien cree que el colmo de la intimidad es la escatología y comunicar a nuestra pareja nuestros hábitos higiénicos con pelos y señales. Mantengamos el romanticismo y, salvo casos de enfermedad en los que no nos quede otra, guardémonos para nosotros lo que ocurre en el cuarto de baño.
- Lo atractiva que es esa persona con la que nos acabamos de cruzar
A algunas personas, generalmente del sexo masculino, se les suele olvidar que se encuentran en compañía de su pareja cuando se giran para chequear de pies a cabeza a la señorita o señorito con el que se acaban de cruzar y, en casos extremos, realizar un comentario políticamente incorrecto. Si ya es censurable hacerlo aunque nos encontremos con los amigotes, más aún lo es si estamos en compañía de nuestra amada. Asunto diferente es, claro está, expresar en un clima de confianza tus preferencias estéticas.
- El número de goles que lleva Cristiano en la temporada 2013-2014
Compartir aficiones es saludable, pero si no es así, quizá no debamos intentar por todos los medios posibles que nuestra pareja comparta esa obsesión que nos gusta llevar hasta sus últimas consecuencias. Es decir, si queremos que se aficione al fútbol, quizá sea contraproducente que este sea el único tema del que hablemos en nuestro tiempo libre, especialmente si se trata de un tema continuamente presente en los medios de comunicación y en las conversaciones del día a día.
- Lo que escribes con tus amigos
Debemos ser hábiles para comunicar a nuestras parejas el contenido relevante de nuestras conversaciones o diálogos cibernéticos con los amigos sin tener que imprimirle los correos electrónicos o mostrarle el mensaje que te acaban de mandar, puesto que en muchos casos, puede haber bromas privadas o referencias a terceras personas que no tienen otro destinatario más que tú.
- Lo que tu familia o amigos piensan de ella
Puede parecer cobardía, pero en ocasiones, es preferible callarnos opiniones negativas o, simplemente, dolorosas, si queremos preservar una buena relación entre nuestra pareja y nuestro círculo personal. Es difícil trasladar el contexto en el que se expresa una opinión a otro completamente diferente y lo que en ocasiones era un comentario constructivo, en otro ambiente, puede parecer completamente destructivo, así que tengamos cuidado con el teléfono escacharrado.
La confianza mutua es uno de los valores esenciales en el buen funcionamiento de una pareja. En la medida en que seamos capaces de abrirnos a la otra persona y depositar en ella la confianza necesaria para compartir problemas o preocupaciones que con otras personas nos guardaríamos en nuestro fuero interno, así funcionará la relación. Si, por el contrario, nos reservamos información –sea esta sensible o no–, en muchos casos, será como mentir o engañar a la otra persona. Y, si examinamos la motivación que nos lleva a ocultar dichos datos, quizá nos encontremos en nuestro fuero interno con una fea realidad.