Sexo, bollos y hablar con la boca llena: los 50 vicios que más nos cuesta dejar
Una empresa ha preguntado a los británicos cuáles son los comportamientos de los que resulta más difícil desprenderse, y muchos se sentirán identificados
"Eres tan viciosa, nena", cantaba el recientemente fallecido Lou Reed en una de sus canciones más célebres, Vicious, escrita a petición del pintor y mecenas Andy Warhol. No podemos negar que todos somos, en un grado u otro, unos viciosos, y que llevamos a cabo comportamientos que sabemos perjudiciales pero que nos resistimos a abandonar: tal es la naturaleza del hombre.
Nuestra inclinación natural al vicio ha dado lugar a algunas de las más célebres sentencias de la historia de la humanidad. Miguel de Cervantes afirmó que “la senda de la virtud es muy estrecha y el camino del vicio, ancho y espacioso”. Sin embargo, Abraham Lincoln matizó que “la gente que no tiene vicios suele tener muy pocas virtudes” y Mark Twain recordó que “nadie se libra de un vicio tirándolo por la ventana, hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño”. Quizá por eso, en muchas ocasiones, resulta más cómodo convivir con los efectos negativos de los mismos que dedicar tiempo y esfuerzo, muchas veces en balde, a superarlos.
Algunos vicios cambian, otros siguen igual
Los vicios evolucionan según la época, aunque generalmente suelen referirse a tres grupos diferentes: por un lado, el de los placeres, que como todo lo relacionado con el deseo y las pasiones, terminan conformando una tentación difícil de esquivar; por otra parte, el de aquellas cosas que por decoro sabemos que no deberíamos hacer (hurgarnos la nariz, mordernos las uñas) pero que tenemos tan interiorizadas que no podemos evitar llevarlas a cabo; y por último estarían todas aquellas actividades no particularmente placenteras pero que nos atraen de manera compulsiva como a una mosca los excrementos, como puede ser observar un reality show, meternos cada cinco minutos en Facebook o morder la punta de los bolígrafos.
La adicción a los aparatos tecnológicos irrumpe con fuerza en los primeros puestos de la lista
Una reciente encuesta realizada por ECigarretteDirect, una compañía de cigarrillos electrónicos, se ha propuesto averiguar cuáles son los vicios más habituales en Gran Bretaña (y por extensión, en los países occidentales), a partir de una muestra de 600 adultos. A pesar de que los resultados no son particularmente sorprendentes –la nicotina y la cafeína tienen los mismos efectos en Reino Unido que en Bután–, sí sistematizan de manera bastante certera aquellos aspectos de nuestra vida que nos suelen dar más quebraderos de cabeza.
Apenas hay particularidades regionales salvo en un par de aspectos: el uso del inglés americano (cuyo equivalente español podría ser utilizar modismos latinoamericanos) y utilizar el apellido de soltera, algo que no ocurre en nuestro país puesto que no se adopta el apellido del marido tras el matrimonio. ¿Cuáles son las 50 costumbres que más les cuesta dejar a los encuestados?
- Fumar
- Decir tacos
- Hurgarse la nariz
- Morderse las uñas
- El café
- El té
- Los reality shows
- La comida rápida
- El alcohol
- Las compras impulsivas
- Las tarjetas de crédito
- El gimnasio
- El azúcar
- El chocolate
- Las bebidas con gas
- El iPad
- Los smartphones
- La carne
- Los videojuegos
- Crujirse los nudillos
- Hablar con la boca llena
- Hablarse a uno mismo
- El uso del inglés americano
- El sexo
- Los juguetes infantiles
- La bollería
- El pan
- La pasta
- Los lácteos
- Hurgarse los dientes en público
- Arrancarse pelos
- Salir de fiesta
- Apoyar a su equipo de fútbol
- Mantener el apellido de soltera
- Murmurar en bajo
- Teñirse el pelo
- Los tatuajes
- Los piercings
- Las mascotas
- La sal
- El kétchup
- El trabajo
- Masticar chicle
- Morder la punta de los bolígrafos
- Chupar la cuchara mientras se cocina
- Discutir al volante
- Gastar el dinero de manera extravagante
"Eres tan viciosa, nena", cantaba el recientemente fallecido Lou Reed en una de sus canciones más célebres, Vicious, escrita a petición del pintor y mecenas Andy Warhol. No podemos negar que todos somos, en un grado u otro, unos viciosos, y que llevamos a cabo comportamientos que sabemos perjudiciales pero que nos resistimos a abandonar: tal es la naturaleza del hombre.