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El frecuente peligro de llevar a los niños en la parte de atrás del coche
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DISTRAEN MÁS QUE UN TELÉFONO MÓVIL

El frecuente peligro de llevar a los niños en la parte de atrás del coche

Uno de los aspectos en los que la legislación automovilística y el código de circulación resultan más estrictos es en lo que atañe al transporte de niños

Foto: Los niños pueden ser un importante factor de riesgo de accidente. (Corbis)
Los niños pueden ser un importante factor de riesgo de accidente. (Corbis)

Uno de los aspectos en los que la legislación automovilística y el código de circulación resultan más estrictos es en lo que atañe al transporte de niños, ya que debido a su peso y tamaño son especialmente vulnerables en caso de accidente si no se cuenta con la protección necesaria.

Hoy en día, España se rige en este sentido por la directiva europea 2003/20/CE, que establece que las personas de estatura inferior a los 135 centímetros deben utilizar dispositivos de retención homologados. Los menores de doce años no pueden circular en los asientos delanteros del coche a menos que utilicen dispositivos homologados al efecto. Sin embargo, este mismo año, la Dirección General de Tráfico (DGT) remitía un estudio al gobierno que solicitaba la prohibición absoluta de que los niños con una altura inferior a los 135 centímetros utilicen el asiento delantero.

Un nuevo estudio contradice la popular idea de que el asiento trasero es más seguro para los niños, ya que a diferencia de la mayor parte de investigaciones al respecto, no se centra en los daños que puede sufrir el pequeño en caso de accidente, sino en la forma en que el conductor (que generalmente suele ser el padre) reacciona al hecho de llevar a su retoño en el asiento trasero. Y la conclusión es muy clara: los pequeños pueden distraer más que hablar por el teléfono móvil.

“¿Vas bien, cariño?”

El estudio, realizado por un grupo de investigadores del Centro de Investigación sobre Accidentes la Universidad de Monash en Australia, indica que estar pendientes de los niños en el asiento trasero puede distraer hasta doce veces más que hablar por un teléfono móvil. También resulta más peligroso que departir con un compañero, comer o fumar.

En un viaje de 16 minutos, el conductor puede llegar a pasar dos minutos y medio prestando atención a su hijo

Los investigadores observaron a doce familias durante tres semanas a través de cuatro cámaras instaladas en sus vehículos. De media, averiguaron tras revisar todas las horas de grabación, los padres desviaron su mirada de la carretera el 18% del tiempo, tanto para girar la cabeza para observar a los pequeños como para mirarlos a través del espejo retrovisor. Hasta un 76% de los conductores incurría en comportamientos de riesgo relacionados con la desviación de su atención hacia el asiento trasero por un período de más de dos segundos, el tiempo necesario para perder el control de la situación. Y de los 92 viajes que fueron registrados en vídeo, en 90 de ellos se produjeron distracciones.

Ello quiere decir que, en un viaje de unos 16 minutos, el conductor puede llegar a pasar dos minutos y medio prestando atención a su hijo y no a la carretera. Otros comportamientos que los padres llevaban a cabo y que ponían en riesgo su integridad era girarse para juguetear con el niño, hablar con ellos o darse la vuelta para ayudarlos si, por ejemplo, se les ha caído un juguete o si se ponían a llorar.

Una solución compleja

El estudio señala que, dado que viajar en el asiento trasero sigue teniendo importantes ventajas respecto al delantero en caso de accidente, toda solución ante este problema pasa por una reeducación, sobre todo del conductor. Es muy difícil hacer entender al niño que no debe molestar al padre en ningún momento, especialmente si se trata de un bebé, por lo que la mejor manera de evitar estos problemas es a través de la adopción de nuevas costumbres.

Hablar con el copiloto o por el teléfono también distraen la atención del conductor, pero en un menor grado

“La mayor parte de los padres no consideran que sus propios hijos puedan ser una distracción”, ha explicado la profesora de la universidad Judith Charlton. “Ello pone de manifiesto la necesidad de educación sobre los riesgos de fijarse más en los niños que en la carretera”.

La autora recuerda que aunque otros estudios ya se habían fijado en los peligros que puede tener hablar por el teléfono o con un acompañante mientras se conduce (y que pueden aumentar el tiempo de reacción en un 16%), es la primera vez que alguien se centra en la amenaza que suponen los niños para la atención al volante. “Los costes de conducir distraído son innegables, y una distracción muy importante y previamente desconocida son los niños en el asiento de atrás”, concluye la investigadora.

Uno de los aspectos en los que la legislación automovilística y el código de circulación resultan más estrictos es en lo que atañe al transporte de niños, ya que debido a su peso y tamaño son especialmente vulnerables en caso de accidente si no se cuenta con la protección necesaria.

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