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"Yo ya": las cosas que las mujeres odian que les digan los hombres
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las frases que deberías callarte

"Yo ya": las cosas que las mujeres odian que les digan los hombres

Hay una serie de sentencias catatónicas que consiguen poner a las mujeres de los nervios. Pero ellos son así, y no pueden mantener la boca cerrada

Foto: Hay ciertas combinaciones lingüísticas que, en boca de un hombre, revolucionan el sistema nervioso de la mujer. (Corbis)
Hay ciertas combinaciones lingüísticas que, en boca de un hombre, revolucionan el sistema nervioso de la mujer. (Corbis)

Una vez enumeradas las nueve diabólicas frases que los hombres detestan habría sido de todo punto injusto no ofrecer la contrapartida femenina. Porque a ellas también hay sentencias que les horroriza oír y porque ellos también tienen –faltaría más– sus perogrulladas propias. Estereotipos, generalizaciones, parodias: sí, pero si existen es por algo.

No nos referimos aquí a esa lista de incontables hábitos o actitudes masculinas que hacen que a la fémina le salga un intermitente tic nervioso en el ojo izquierdo, sino más bien a una serie de frases catatónicas. Hay ciertas combinaciones lingüísticas que, en boca de un hombre, revolucionan el sistema nervioso de la mujer. Aquí van las peores sentencias que puede pronunciar un caballero (o lo que quiera que sea):

1. No seas exagerada

¿Perdona? ¿Disculpa? ¿Exagerada, YO? Pero si llevamos CUATRO SIGLOS esperando a que nos den mesa y por aquí no ha pasado NINGÚN SER VIVIENTE y el camarero –sí, el camarero es un ser viviente, pero es que ella está muy enfadada– nos ignora como si fuéramos COMPLETAMENTE INVISIBLES y yo creo que un mínimo es pedir una hoja de reclamaciones, pero vamos que si como tú has dicho diecisiete veces soy melodramática, tremendista, susceptible y exagerada, pues nada, me callo.

Hasta aquí, todo bien. Pero ­–y he aquí lo exasperante de la frase–, ¿de verdad creéis que para que una fémina exaltada se tranquilice en su hiperbólica visión de la vida, lo mejor es decirle: "No seas exagerada"? ¿Qué esperáis que responda ella: "Oh, gracias, ¡nunca lo había pensado!"?

2. Se viene mi madre

¿A comer? ¿El fin de semana? ¿A nuestra luna de miel? ¿A vivir a casa? ¿De viaje? ¿De paseo? ¿Quepor qué pregunto? No, por nada, cariño, si a mí me parece estupendo que se venga tu madre a donde sea, vamos, que va a ser genial, si yo lo pregunto por saber, por planificar, por hacernos una idea de cuántos vamos a ser.

Esa es la versión oficial. Ahora bien, novios del mundo, lo que realmente ocurre es que esa frase es ambigua, ambivalente y bastante fastidiosa. De hecho, en la Real Academia Española se están planteando (o deberían) añadir un anexo a la Nueva Gramática en el que se especifique la regla que obligue a añadir un complemento circunstancial a esta sentencia: Se viene mi madre a comer, se viene mi madre a comprar las cortinas, se viene mi madre de excursión, se viene mi madre a vivir con nosotros. Por el contrario, la frase "ee viene mi madre", a secas, pasaría a ser agramatical e infundada. Por menores ambigüedades se han perpetrado los divorcios.

3. Si eso con un par de alcayatas te lo arreglo yo en un momento

A ver, si está muy bien que os guste el hacer como que sois unos manitas. Que os sintáis bien con un lápiz detrás de la oreja, frunciendo el ceño y mesándoos la barbilla mientras rodeáis y observáis el elemento a reparar en cuestión. No pasa nada con eso de que os guste quedaros en camiseta de tirantes y coger un martillo, de verdad que no hay nada contra ello. Pero reconocedlo: la mayoría de las veces no arregláis nada con un par de alcayatas. Y lo que sea que haya que arreglar continúa torcido, roto, inestable por toda la eternidad, y ella te dirá: "Si quieres llamo a alguien para que lo arregle, pero no te empeñes en hacerlo tú, porque a este paso el armario va a estar roto toda la eternidad". Y será una exageración, sí, pero una exageración hirientemente cierta. Así que, chitón.

4. Sí, está bien, aunque me gusta más el azul de siempre

No. Mal. Error. Cuando una mujer se compra un vestido nuevo, te encanta su vestido nuevo. ¿El de siempre? ¿Cómo que te gusta más el de siempre? ¿Llega ella, ilusionadísima, después de probarse 17 vestidos ­–bueno, vale: 7– y quedarse con uno, con el elegido, con aquel cuyo color le sienta bien a la cara y cuya caída realza su figura, para que tú le digas que está bien pero te gusta más el otro? Da igual lo que a ti te guste, francamente. De hecho, el problema es que no sabes lo que te gusta. Porque el vestido nuevo te encanta. Y punto.

5. Yo ya

¿Cómo ya? ¿Ya qué? ¿YA? ¿En serio? ¿Cuándo? ¿Por qué? Ay.

6. ¿Te vas a comer otra galleta?

Ay, amigos. Ese "otra" mortal. No la estaréis llamando gorda, ¿verdad? No, claro, por supuesto que no. Espero que no estéis insinuando que ya se ha comido demasiadas, e inquiriendo si va añadir "otra" galleta a las que ya se ha comido previamente. Por preguntas así necesita comerse otra galleta, insensible.

7. De este domingo no pasa

Directamente ligado con el punto 3, aunque puede referirse a cualquier cosa, cuando un hombre declara "de este domingo no pasa" lo que en realidad quiere decir es "este domingo no pasa", pero ellas lo entienden mal. Porque este domingo no va a pasar absolutamente nada, como ningún domingo. Con un poco de suerte hay un derbi y acontece algo, pero vamos, más allá de una caña y un derbi, los domingos no sucede nada. Nada. De manera que esta frase, definición esencial de la procrastinación, es una especie de "de oca a oca y tiro porque me toca". De domingo a domingo a domingo y sin que pase nada. Bueno, quizás, que venga su madre a comer.

Una vez enumeradas las nueve diabólicas frases que los hombres detestan habría sido de todo punto injusto no ofrecer la contrapartida femenina. Porque a ellas también hay sentencias que les horroriza oír y porque ellos también tienen –faltaría más– sus perogrulladas propias. Estereotipos, generalizaciones, parodias: sí, pero si existen es por algo.

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