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Un hombre normal con nueve homicidios imprudentes sobre sus espaldas
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TODO EL PUEBLO APOYA AL CONDUCTOR DEL AUTOBÚS SINIESTRADO EN ÁVILA

Un hombre normal con nueve homicidios imprudentes sobre sus espaldas

Ramón, de 54 años, se ha convertido a su pesar en el protagonista de una película de terror. El pasado lunes, el autobús que conducía sufrió

Foto: Un hombre normal con nueve homicidios imprudentes sobre sus espaldas
Un hombre normal con nueve homicidios imprudentes sobre sus espaldas

Ramón, de 54 años, se ha convertido a su pesar en el protagonista de una película de terror. El pasado lunes, el autobús que conducía sufrió un trágico accidente en Tornadillos (Ávila) que acabó con la vida de nueve personas. El siniestro pasará a la historia con el desgraciado honor de ser el peor de los últimos cinco años en España.

De todos los ocupantes del vehículo, el experimentado conductor es el único que salió ileso. Poco se sabe de él. Desde el lunes permanece recluido en su casa de Serranillos, sin un rasguño pero "completamente destrozado". Así lo avanzó, pocas horas después de la colisión, el alcalde de la localidad que, además de estar al frente de los 282 vecinos del pequeño pueblo abulense, es amigo de Ramón. "Está destrozado. No hay ningún tipo de consuelo para él en estos momentos y sólo repite que se cambiaría por cualquiera de las víctimas", confesaba Carlos Cayuela. Las mismas declaraciones repetidas una y otra vez a todos los medios de comunicación, los únicos datos del estado de quien parece el responsable del accidente.

"Está roto. No quiere hablar ni ver a nadie. Se quiere morir", cuenta a El Confidencial una vecina del pueblo. En Serranillos han pasado la peor semana en mucho tiempo. El silencio es mayor en las estrechas calles del pequeño pueblo y sus habitantes se muestran solidarios y prudentes a partes iguales a la hora de hablar del siniestro. "Todo el pueblo está con Ramón. Es un vecino de toda la vida del que no se puede decir nada malo. Es un buen hombre", asegura la dueña de uno de los bares del pueblo que, como todos por la zona, presume de servir el mejor cochifrito de Ávila.

La mujer recuerda también lo que todos tienen presente en el municipio. "El autobús que conducía Ramón une Serranillos con Ávila y entre las víctimas podíamos estar cualquiera de nosotros. Mi hija suele cogerlo todos los lunes, pero ese día un amigo de la familia la llevó en coche", recuerda aliviada.

Un hombre de familia sin ningún vicio

Si en algo coinciden los vecinos de Ramón a la hora de definirle es en sus hábitos saludables. "No fuma, ni bebe. Nada, ni una gota de alcohol", apunta una joven camarera del pueblo. El dato explica lo que confirmó el test de alcoholemia al que fue sometido el conductor tras el accidente: negativo. El mismo resultado que las pruebas de estupefacientes. Tampoco en el exceso de velocidad se puede encontrar la causa, como confirmó el tacógrafo. 

Además, el vehículo llevaba toda la documentación en regla y había pasado recientemente la ITV, cumpliendo toda la normativa vigente en materia de seguridad y transporte de viajeros por carretera. En CEVESA, la empresa para la que trabaja Ramón, igual que en Serranillos, insisten en apoyar al conductor. “No podemos decir nada malo de nuestro empleado, que pertenece a la plantilla fija y lleva tres años haciendo la línea regular donde ha ocurrido el siniestro. Hasta la fecha todas las pruebas apuntan a que fue un desgraciado accidente porque cumplió los tiempos de descanso". 

Nada que asemeje este accidente con otros de los más graves en la historia de España. El 29 de diciembre de 1990 doce personas murieron al estrellarse el autobús en el que viajaban por el exceso de velocidad del conductor. Y, el 18 de agosto de 1992, en Torreblanca (Castellón), un autocar procedente de Barcelona que se dirigía a la Expo 92 de Sevilla volcó al girar una curva cerrada en la A-7. Murieron 48 de los 59 pasajeros que viajaban en el vehículo. La investigación descubrió varias irregularidades, entre ellas que los conductores habían recorrido 1.160 kilómetros ocho horas antes del viaje y que la compañía había creado una flota pirata de la línea Barcelona-Sevilla.

Entonces, ¿qué ocurrió para que el vehículo se saliese de la vía en la bajada del puerto de La Paramera? Ramón, que más tarde se retractó, confesó en el lugar del accidente que había dado "alguna cabezada". Un segundo de imprudencia. Ahí parece estar la explicación de la tragedia. Un borrón demasiado grave en una dilatada carrera, primero a los mandos de camiones de gran tonelaje, después como conductor de autocar.

A la espera del informe definitivo, Ramón aguarda en su casa, rodeado de su familia, aislado. En libertad provisional sin fianza, con la prohibición de conducir ningún vehículo de motor mientras dure la causa y con la obligación de comparecer en el Juzgado los días 1 y 15 de cada mes. Y, como cuentan sus vecinos, con un único pensamiento: "Cambiaría el ser investigado por nueve delitos de homicidio imprudente por ser uno de los fallecidos". La tragedia cayó el lunes sobre diez familias.

Ramón, de 54 años, se ha convertido a su pesar en el protagonista de una película de terror. El pasado lunes, el autobús que conducía sufrió un trágico accidente en Tornadillos (Ávila) que acabó con la vida de nueve personas. El siniestro pasará a la historia con el desgraciado honor de ser el peor de los últimos cinco años en España.