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Puente de Vallecas: 'la cocina del infierno' de las víctimas de violencia machista
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EL TRABAJO DIARIO DE LOS POLICÍAS DE LA UPAP

Puente de Vallecas: 'la cocina del infierno' de las víctimas de violencia machista

Se llama Macario, tiene 63 años y es policía nacional, aunque ya está en lo que se denomina “segunda actividad”, destinos para agentes que alcanzan cierta

Foto: Puente de Vallecas: 'la cocina del infierno' de las víctimas de violencia machista
Puente de Vallecas: 'la cocina del infierno' de las víctimas de violencia machista

Se llama Macario, tiene 63 años y es policía nacional, aunque ya está en lo que se denomina “segunda actividad”, destinos para agentes que alcanzan cierta edad o han tenido algún problema psicofísico que les impide rendir al 100% en cualquier tipo de servicio. Macario pertenece al primer grupo, así que hace seis años pudo elegir y se adscribió a la Unidad de Prevención, Asistencia y Protección a las Víctimas de Violencia Doméstica (UPAP). Y fue a caer en uno de los distritos más conflictivos, en este aspecto, de Madrid.

En términos de violencia de género, algunos policías definen Puente de Vallecas como "la cocina del infierno" madrileña,  en referencia al barrio marginal (aunque ya no tanto) de Manhattan. Aunque lo de "cocina" se dice con cierto segundo sentido, por su connotación machista. "Sí que es uno de los distritos más conflictivos de Madrid, junto con Usera y Centro", apunta Macario. Allí están destinados tres agentes (uno en activo y dos en segunda actividad) específicamente para velar por las más de 400 mujeres a quienes la autoridad judicial ha concedido protección. De estas, 30 sufren riesgo extremo, y tanto ellas como sus agresores están constantemente controlados por pulseras telemáticas. En Puente de Vallecas viven unas 125.000 mujeres.

Los tres agentes atienden una media de dos casos urgentes a la semana. No hace falta mucha imaginación para saber qué es un caso urgente: alertas directas de una mujer mientras su marido aporrea la puerta, llamada de algún familiar o vecino que está oyendo gritos en la casa, avisos de un camarero que sospecha que un tío la va a montar en casa nada más salir del bar...

Sea la hora que sea

"Todas estas mujeres tienen nuestros móviles y saben que pueden llamar las 24 horas del día. Nos llaman a nosotros, pero nosotros inmediatamente avisamos y es el zeta más cercano el que se persona. Nuestra velocidad de respuesta es muy buena. En eso hemos mejorado muchísimo desde que yo empecé aquí. Pueden pasar, dos, tres o como máximo cinco minutos, salvo que surja algún imprevisto, un atasco, una situación inesperada. Pero se echa mano de la sirena y aparecemos enseguida", relata Macario. Sea la hora que sea, en cuanto hay una alerta, el agente encargado de la vigilancia de esa víctima concreta acude a comisaría para hacer seguimiento del caso.  

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"Mi mujer ya se lo toma a broma. Cuando suena el teléfono a medianoche, siempre me dice con sorna: es una de tus mujeres, seguro", cuenta Macario. Pero no se arrepiente de haber escogido la UPAP para clausurar sus años de vida profesional. "Es un trabajo excitante. Ves reacciones, tanto en las mujeres como en ellos, sorprendentes. Sorprendentes por lo grato. Cuando tenemos las entrevistas con los maltratadores, muchos se vienen abajo. A veces hasta se te echan a llorar. Hay muy pocos que sostengan que han hecho bien cuando hablan con nosotros. Aunque también hay verdaderos cabestros. Pero sí, yo creo que la mayoría comprende algo, aprende algo. Muchas veces pienso que dan hasta más importancia a las conversaciones que tienen con nosotros que al castigo, al acto judicial. Incluso hay condenados que nos siguen llamando", se enorgullece Macario.

Los respectivos observatorios de violencia de género declinan hacer públicas las cifras de agentes de la UPAP que protegen a mujeres maltratadas en España. "Serían datos engañosos. Hay más agentes dedicados a la protección de mujeres maltratadas que los que podría arrojar esa contabilidad", se justifican. Felipe Brihuega, del progresista Sindicato Unificado de Policía, justifica ese silencio: "Es que no se trata de un problema policial. Es un problema cultural y de educación. Nunca habrá policía suficiente para proteger a todas las mujeres", se enfada cordialmente con la insistencia del periodista. De hecho, las mujeres protegidas con custodia permanente por riesgo alto o extremo son seguidas por agentes que nada tienen que ver con esta unidad.

Los fríos datos

De los más de 70.000 agentes del Cuerpo Nacional de Policía, más de 1.500 han sido especialmente instruidos en el tratamiento de víctimas vulnerables. En 2012, se han realizado dos cursos de Actualización en Violencia Doméstica y de Género, además de otros dos cursos de teleformación en esta materia, con 800 alumnos.

También el año pasado, la Academia de Policía de la Comunidad de Madrid desarrolló un curso de Intervención Policial en escenarios simulados. Allí, en la denominada Casa de Intervención, "un espacio domiciliario con todas las dependencias y desde una pasarela en la instancia superior, los alumnos policías observan y aprecian una actuación domiciliaria de sus compañeros por la llamada de un suceso de violencia de género. Interpretada por actores profesionales que se basan en textos guionizados, dan salida a la más variada e interminable casuística de evolución del hecho, desde la propia flagrancia de hechos, al consentimiento para la entrada, retractaciones, hechos colaterales y un largo relato de episodios que les ayudan a desplegar sus conocimientos y habilidades. Todo ello supervisado en sus contenidos por juristas, policiías especializados y psicólogos", escribe Agustín Carretero, director gerente de la Academia de Policía de la CAM. Cuando suena el teléfono a medianoche, mi mujer siempre me dice con sorna: es una de tus mujeres, seguro

Según los últimos datos anuales del Consejo General del Poder Judicial, que datan de 2010, en España 37.908 mujeres solicitaron protección policial por maltrato. Le fue concedida a un 67,35% de ellas. Pero el número de denuncias es notablemente superior. Solo en el primer trimestre de este año, se cursaron 29.487, una media de 327 diarias. Y se han acordado 4.583 órdenes de protección. En ese mismo periodo, los juzgados han dictado 4.365 sentencias, el 73,38% condenatorias.

En lo que va de año, 40 mujeres han sido asesinadas en España. Ninguna en Puente de Vallecas, la “cocina del Infierno”: “Gracias a Dios”, dice Macario. “Sí hubo una mujer tiroteada, pero se ha salvado y está perfectamente”. Y continúa su rutina. Hay que acompañar a una mujer a los juzgados. Macario coge el metro. Los UPAP de Puente de Vallecas no tienen coche. “A veces, si hace falta, usamos el particular”, señala. Y acompañan en el Metro a la mujer hasta el juzgado. Hablan de cualquier cosa. Como una pareja normal. Como un par de amigos que pasean.

Se llama Macario, tiene 63 años y es policía nacional, aunque ya está en lo que se denomina “segunda actividad”, destinos para agentes que alcanzan cierta edad o han tenido algún problema psicofísico que les impide rendir al 100% en cualquier tipo de servicio. Macario pertenece al primer grupo, así que hace seis años pudo elegir y se adscribió a la Unidad de Prevención, Asistencia y Protección a las Víctimas de Violencia Doméstica (UPAP). Y fue a caer en uno de los distritos más conflictivos, en este aspecto, de Madrid.