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Guía de uso de los antiinflamatorios para evitar sus peligrosos efectos secundarios
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SU MALA UTILIZACIÓN, FUENTE DE PROBLEMAS

Guía de uso de los antiinflamatorios para evitar sus peligrosos efectos secundarios

Medicamentos y efectos secundarios son dos conceptos que inevitablemente van de la mano. Todos los fármacos que salen al mercado obtienen su licencia a sabiendas de

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Guía de uso de los antiinflamatorios para evitar sus peligrosos efectos secundarios

Medicamentos y efectos secundarios son dos conceptos que inevitablemente van de la mano. Todos los fármacos que salen al mercado obtienen su licencia a sabiendas de los posibles efectos perniciosos para la salud derivados de su consumo, aunque en un porcentaje tan bajo que apenas se corren riesgos. Sin embargo, estos parámetros iniciales pueden variar a medida que se realizan nuevas investigaciones y estudios epidemiológicos. Los antiinflamatorios no esteroideos son una familia de fármacos ubicada en este último grupo, ya que los resultados de numerosos experimentos en los últimos años coinciden en subrayar un riesgo de sufrir infarto por su consumo excesivo mucho mayor al previsto inicialmente. Concretamente, las personas que siguen tratamientos prolongados y con dosis altas tienen hasta un 40% más de posibilidades de padecer problemas cardiovasculares.

La unanimidad entre la comunidad científica respecto a los daños que pueden ocasionar los antiinflamatorios ha provocado que la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en ingles) mueva ficha. En un comunicado enviado recientemente a las respectivas agencias nacionales del medicamento de cada uno de los estados miembros se establecía la recomendación de evitar la prescripción de antiinflamatorios a los pacientes crónicos con patologías cardíacas o circulatorias, así como con antecedentes familiares de infartos o ataques cerebrales. Estas recomendaciones se hacen extensibles a las personas que sufren de hipertensión, diabetes, hipercolesteriolemia o fuman. En cambio, los pacientes que hagan un uso esporádico de estos fármacos, padezcan o no alguno de estos problemas de salud, no necesitan tomar ningún tipo de precaución.

Otra circular de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) emitida el pasado mes de junio advertía a la comunidad médica sobre una serie de restricciones a la hora de prescribir analgésicos compuestos a base de codeína en menores de 12 años. Una medida tomada “tras  conocerse casos graves, algunos de ellos mortales, asociados a la administración de codeína en niños para el tratamiento sintomático del dolor”. Incluso en el caso de los adolescentes, la circular indica que el uso de codeína “se contraindica tras la amigdalectomía o adenoidectomía en menores de 18 años que sufran apnea obstructiva del sueño” o problemas respiratorios. Asimismo, deberá usarse con precaución en mayores de 12 años “que presenten compromiso de la función respiratoria o que hayan sido sometidos a cirugías extensas”.

Medicamentos como el paracetamol o el ibuprofeno se consideran más adecuados que la codeína, pero en todo caso el tiempo de duración de los tratamientos debe ajustarse al mínimo imprescindible. En concreto, la AEMPS indica que la dosis podrá repartirse hasta en cuatro tomas diarias, administradas a intervalos no inferiores a 6 horas y la duración total del tratamiento deberá limitarse a tres días.

Los problemas derivados de la prescripción excesiva

La sobremedicación es uno de los caballos de batalla comunes a las agencias nacionales del medicamento. Un fenómeno cada vez más preocupante que no sólo tiene que ver con los malos hábitos de la automedicación, sino también con una cierta tendencia a la prescripción excesiva entre una parte considerable de la comunidad médica. Uno de los casos más claros es el de los antibióticos que, debido a su elevada prescripción y a su consumo irresponsable, están provocando que las bacterias desarrollen una resistencia genética a los mismos.Las personas que sufren de hipertensión, diabetes, hipercolesteriolemia o fuman deben reducir al mínimo el consumo de antiinflamatorios

Tanto es así, que el último informe anual sobre el sistema sanitario británico, presentado a mediados de marzo, se centró íntegramente en el riesgo sanitario para la población y los problemas financieros para los sistemas nacionales de salud que supone la creciente resistencia de los microorganismos a los fármacos, por el consumo excesivo de antibióticos. Un problema que está detrás del incremento de las infecciones hospitalarias, con especial incidencia de bacterias como la E. coli o la Klebesiella. Otras menos frecuentes hasta la fecha, pero que ya se conocen como superbacterias (NDM-1, MRSA o MDRTB), amenazan con convertir en intratables ciertas infecciones comunes.

En el informe se incluye una serie de medidas urgentes como son la restricción de las prescripciones masivas de antibióticos y la inversión en I+D para desarrollar una nueva generación de antibióticos. “Si no gestionamos bien esta amenaza, en dos décadas tendremos un sistema de salud similar al que teníamos a principios del siglo XIX porque una simple operación de cirugía menor provocará infecciones incurables que causarán la muerte de los pacientes”, según advirtió  la directora general de Salud en el Reino Unido, Sally Davies, durante la presentación.

Las medidas de protección del estómago son otras de las recomendaciones más frecuentes cuando es inevitable el consumo prolongado de antiinflamatorios. Los protectores gástricos están indicados para evitar las úlceras estomacales u otros problemas gastrointestinales. Según un estudio epidemiológico publicado en la prestigiosa revista científica British Medical Journal, el 22% de los pacientes hospitalizados por el efecto secundario de un medicamento sufren hemorragia digestiva. De las cuales, una de cada diez está provocada por algún tipo de analgésico.

Medicamentos y efectos secundarios son dos conceptos que inevitablemente van de la mano. Todos los fármacos que salen al mercado obtienen su licencia a sabiendas de los posibles efectos perniciosos para la salud derivados de su consumo, aunque en un porcentaje tan bajo que apenas se corren riesgos. Sin embargo, estos parámetros iniciales pueden variar a medida que se realizan nuevas investigaciones y estudios epidemiológicos. Los antiinflamatorios no esteroideos son una familia de fármacos ubicada en este último grupo, ya que los resultados de numerosos experimentos en los últimos años coinciden en subrayar un riesgo de sufrir infarto por su consumo excesivo mucho mayor al previsto inicialmente. Concretamente, las personas que siguen tratamientos prolongados y con dosis altas tienen hasta un 40% más de posibilidades de padecer problemas cardiovasculares.