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Cómo arrasar en la empresa contado con ironía y sin tapujos por un Goldman Sachs
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Cómo arrasar en la empresa contado con ironía y sin tapujos por un Goldman Sachs

La imagen de Goldman Sachs entre la opinión pública nunca volverá a ser la misma. Desde hace un par de años, momento en el que fueron abiertas una cuenta

La imagen de Goldman Sachs entre la opinión pública nunca volverá a ser la misma. Desde hace un par de años, momento en el que fueron abiertas una cuenta de Twitter y un blog conocidos por el nombre de Goldman Sachs Elevator, en el que un presunto trabajador de la compañía airea los trapos sucios de la firma reflejando algunas de las conversaciones personales que ha presenciado en su estancia en la empresa, la compañía recibe cada cierto tiempo un nuevo golpe, amplificado por los medios de comunicación estadounidenses.

El último se ha producido este propio fin de semana cuando el anónimo trabajador publicó una lista de 20 consejos que, parodiando los discursos de graduación que están teniendo lugar durante las últimas semanas en las universidades americanas, enseñaban a los nuevos becarios que se incorporarán los próximos días qué debían hacer para triunfar en la compañía. De las 17.000 peticiones realizadas por estudiantes este año para trabajar en la compañía, tan sólo 350 han sido aceptadas.

El post, como es habitual en los mensajes del bloguero, estaba escritos con una gran ironía, pero al mismo tiempo, reflejan con cierta fidelidad los usos y costumbres de muchos empleados de la compañía. No se encuentra tan lejos de esta imagen de la empresa que Greg Smith abandonó por considerar que trataba “de manera degradante” a sus trabajadores.

Durante los últimos años se ha intentado averiguar cuál es la auténtica identidad del bloguero y qué lugar ocupa en Goldman Sachs, pero por ahora, su identidad permanece en el anonimato. Un trabajador de la firma consultado por The New York Post manifestaba no tener la menor idea de quién era y aseguraba que hablaba “como un inversor de los años ochenta”. La compañía lleva desde verano de 2011 intentando conocer quién se esconde detrás de estos mensajes, que por aquella época, eran atribuidos a “un interno o un joven trabajador”, pero según manifestaban desde la firma, “hay suficientes datos para pensar que es alguien con acceso directo a la compañía”.

20 pasos hacia el triunfo

“Felicidades, por fin lo han conseguido”, arrancaba el anónimo bloguero. “Eres un analista de Goldman Sachs durante el verano de 2013. Puedes pensar que has cruzado la línea de llegada, pero la carrera aún no ha comenzado”. El anónimo escritor recordaba que aunque Goldman Sachs es la mejor compañía de inversión del mundo, hay muchas otras que pueden ofrecer una experiencia semejante a sus trabajadores. Sin embargo, reconocía con ironía el trabajador, “aunque ganes millones, no será lo mismo”.

Esto es Wall Street, el bullying aquí no existe¿Cuáles eran esos consejos infalibles que el trabajador había identificado a lo largo de su carrera? El truco más importante de todos es que “está bien cometer un error o realizar una pregunta”, pero lo que resulta absolutamente inaceptable es “cometer el mismo error dos veces o realizar la misma pregunta por duplicado”. Como han explicado algunos analistas, el autor comienza con calma su discurso pero va calentándose a medida que avanza el texto. Uno de los primeros pasos es, básicamente, imitar lo que hace tu jefe, te guste o no. Por eso, indica, “fuma si él lo hace”. El siguiente consejo tiene un matiz mucho más polémico, ya que indica que “si es indio o pakistaní, debes aprender las reglas del cricket. Probablemente también fumará. Pero ten cuidado, porque si no lo hace, es porque es un yogi vegetariano”.

Lo siguiente es fijarnos en nuestra propia apariencia. Por eso, el escritor recomienda no llevar corbatas Hermes. No por su apariencia estética, sino porque “te las tienes que ganar”. El autor hace hincapié en la importancia de la corbata, ya que indica que “no hay que llevarla hasta que no tengas una reunión, a nadie le gusta este tipo de listillos”. Por supuesto, hay que “comprar un traje decente”, pero nunca “pantalones plateados”. Los dos últimos consejos relacionados con la apariencia estética resultan bastante racionales e inocuos: aprender a hacer un nudo doble Windsor (asegurándose que no resulta demasiado grueso) y tener siempre los zapatos limpios, pero, por supuesto, nunca limpiarlos delante de los demás. Como tantas otras cosas, esto sólo lo puede hacer quien ya ha demostrado su valía.

“Es la guerra”

Todo comienza a cambiar a partir del séptimo punto, en el que se aconseja a los becarios que su primer paso debe ser localizar a alguien que fuese a tu misma universidad y hacer piña con él. “Ya está, es tu rabino”, anunciaba el autor. Lo importante no son las notas que obtuviste en dicho centro sino que ello te facilite encontrar a un compañero de correrías. ¿Por qué? Lo explica en el siguiente punto: porque como anunciase Greg Smith en su libro Por qué dejé Goldman Sachs. Una historia de Wall Street (Deusto), “es la guerra”. Sobre todo, con el resto de becarios.

Todo consiste en hacer ver que uno es el macho alfa de la manadaLa estrategias que propone el anónimo trabajador son bastante retorcidas, y tienen que ver con la manipulación de los ordenadores que los compañeros se dejan encendidos sin darse cuenta. Por ejemplo, sugiere, se puede cambiar la página de los compañeros a direcciones como www.rolex.com o www.morganstanley.com para que los demás vean a qué dedica su tiempo de trabajo. O cambiar su firma de correo, de manera que el próximo e-mail que envíe le ponga en serios aprietos. También está la vieja estrategia de inventarse motes denigrantes. Para mostrar que estás siempre dispuesto, un buen detalle es dejar tu chaqueta en la silla cuando estás ausente, o la corbata en el ropero para recordar a los compañeros que estás ahí.

Machismo y racismo

Lo que más polémica ha levantado han sido los comentarios racistas y machistas que el autor cree útiles, y que tienen que ver, una vez más, con intentar dejar mal a tus compañeros y competidores. Por ejemplo, asegura, “nunca hay que contar un chiste racista”, salvo con la intención de echarle la culpa a los demás. En ese caso, es aceptable realizar este tipo de bromas si se atribuyen, de forma negativa, a los compañeros. Como indica en uno de sus consejos, “esto es Wall Street, el bullying aquí no existe”.

Si la gente confía en ti para comprarles el café, también lo hará para comprar accionesEl mundo descrito por el autor se asemeja más al que cabría pensar habitaban nuestros antepasados que el que se debería representar el hipotético cosmopolitismo de uno de los grandes grupos inversores del planeta. Todo se trata de demostrar ser el macho alfa de la manada. Por eso, es interesante “acostarse con una compañera” y decírselo a los compañeros. “Si no lo han hecho, seguramente lo han deseado como locos”, explica en el texto el autor. “Te respetarán por ello. Y siempre serás el tipo que se la tiró primero, antes de que se termine casando con ese gilipollas de mercados emergentes”. Desde luego, sea quien sea el autor de estos consejos, no tiene pelos en la lengua.

Otros consejos proporcionados por el autor consisten en reír siempre las gracias de los superiores, por denigrantes que estas puedan resultar para nuestros compañeros, no presumir nunca de ser un buen golfista (ya que es algo que se da por hecho), pedir a la secretaria los horarios de viaje de nuestros superiores para saber en qué momentos podemos relajarnos o llegar un poco más tarde y, por último, “no debes creer que eres demasiado bueno como para no ir por los cafés”. Hacer esto es algo que denota confianza y resulta importante ya que “si la gente puede confiar en ti para que le compres el café, también puede hacerlo para vender acciones o manejar el capital riesgo”.

La imagen de Goldman Sachs entre la opinión pública nunca volverá a ser la misma. Desde hace un par de años, momento en el que fueron abiertas una cuenta de Twitter y un blog conocidos por el nombre de Goldman Sachs Elevator, en el que un presunto trabajador de la compañía airea los trapos sucios de la firma reflejando algunas de las conversaciones personales que ha presenciado en su estancia en la empresa, la compañía recibe cada cierto tiempo un nuevo golpe, amplificado por los medios de comunicación estadounidenses.