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Ante una pérdida personal, ¿por qué nos sentimos tan afectados?
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Ante una pérdida personal, ¿por qué nos sentimos tan afectados?

Recientemente he tenido ocasión de acompañar a varias personas en el proceso de elaboración del duelo por pérdidas significativas. Y, ante un tema tan extenso y

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Ante una pérdida personal, ¿por qué nos sentimos tan afectados?

Recientemente he tenido ocasión de acompañar a varias personas en el proceso de elaboración del duelo por pérdidas significativas. Y, ante un tema tan extenso y complejo, han sido ellos, mis pacientes, quienes orientaron a modo de brújula con sus preguntas el contenido de éste artículo. Dos son los interrogantes más comunes y extendidos a los que una persona trata de dar solución cuando se enfrenta a una pérdida afectiva:

-¿Por qué me siento tan afectado?

-Es normal lo que siento y cuándo debo de empezar a considerar preocupante lo que estoy sintiendo

-Conocimiento y comprensión serán dos herramientas esenciales con las que cuentan quienes sufren una pérdida y necesiten dar sentido a lo que les sucede. El conocimiento no va a calmar la intensidad del sufrimiento pero sí nos ayudará a ponernos en mejor disposición de comprender y aceptar. Asimismo podrá iluminar a la comprensión pero no sustituirla. Comprender lo que estamos viviendo internamente tiene el profundo valor de que nos ayudará a tolerar lo que sentimos. Sólo así, nos alecciona Carl Jung, podremos tratar de dar un sentido a las cosas y esto hará que muchas sean soportables, quizás todas.

¿Cómo es posible sentirse así si nos ha sucedido lo mismo?

A esta pregunta les voy a responder invitándoles a que realicen una observación cotidiana. Fíjense en cómo los distintos miembros de una misma familia experimentan la muerte de un ser amado y cómo la pérdida afectiva es posible que tenga un impacto diferencial en cada uno de ellos. Podremos observar cómo responden emocionalmente de forma muy distinta. Esto no significa que una persona lo sienta menos que otra puede, simplemente, que se halle menos afectada o exprese su dolor de manera diferente.

No todas las pérdidas son iguales para cada uno ni reaccionamos de idéntica forma A modo de ilustración les contaré el caso de una esposa joven que se quejaba amargamente al parecerle que sólo ella sentía la pérdida de su hija pequeña. Indagando con cuidado vimos cómo su vivencia subjetiva no encajaba con los datos aportados sobre cómo reaccionó su marido ante la pérdida, quien resultó emocionalmente noqueado y severamente deprimido. A su vez, sus hijos pequeños también expresaban en sus comentarios infantiles la profunda tristeza por la muerte de su hermana y la imperiosa necesidad de ofrecer algún consuelo a su madre. Sin embargo, ¿por qué a ella le resultaba tan difícil comprender las reacciones de los demás, ajenas a las suyas o en desincronía con lo que en ese momento sentía?

¿Por qué esto era así?

Porque hemos de saber que no todas las pérdidas son iguales para cada uno ni reaccionamos emocionalmente de idéntica forma ante los mismos acontecimientos. Cada persona nos vinculamos afectivamente de manera diferente y eso otorga cualidades diferenciales a nuestras relaciones y a nuestras pérdidas. Es decir, entran en juego nuestra individualidad diferenciada que en interacción con el significado personal otorgado a la pérdida nos conmoverá o afectará de un modo u otro.

Fíjense ustedes que los estudiosos del duelo encabezados por la eminente Dra. Elisabeth Kübler-Ross, describieron merced a numerosos estudios cinco fases en los procesos de duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Cada miembro de la familia se halla inmerso en una fase diferente de elaboración del dueloY subraya algo fundamental, el duelo no es un proceso lineal. Cómo transitemos por ellas no va a ser necesariamente igual para cada persona y puede no seguir el orden aquí establecido, puede volver hacia atrás o empezar por una fase que no sea la primera o no ser ni siquiera consciente de experimentar alguna de ellas. Asimismo el tiempo de transición por ellas también podrá ser diferente.

A la luz de éste conocimiento podría resultarnos mucho más fácil clarificar el ejemplo anterior al llegar a la conclusión de que cada miembro de la familia se halla inmerso en una fase diferente de elaboración del duelo y esto no lo hace ni mejor ni peor. Ante el duelo necesitaremos comprender nuestras emociones para poder entender después las de los demás sin erigirnos en jueces ni pretender acaparar todo el dolor que la pérdida supone.

¿Cuáles son los afectos asociados al duelo?

La pérdida inaugura un tiempo donde podemos experimentar un periodo de desorganización psíquica que puede caracterizarse por emociones diversas. Dentro de la lista que enumeremos a continuación deben de saber que no todas las emociones, sentimientos y sensaciones pueden presentarse de idéntica manera, cada persona podrá o no  experimentar unas u otras en diferente grado e intensidad, con mayor o menor duración y con un contenido distinto: tristeza, culpa, miedo, dolor, abandono, ira, desamparo, sentimiento de injusticia, hiperactividad, etc.

Los procesos son individuales y no se pueden forzarLa pérdida nos obliga a explorar nuestro mundo interior y a enriquecernos con su conocimiento para poder hallar el camino de nuevo hacia la vida. Cada persona hará su recorrido a su manera y a su ritmo. Los procesos son individuales y no se pueden forzar sino acoger, comprender, acompañar y saber que la persona tiene “derecho a estar mal con la firme esperanza de renacer a la vida”. 

Me gustaría concluir regalándoles una frase a modo de testamento vital cuya autoría corresponde a José Luis Sampedro y que a mí personalmente me ayudó en la búsqueda de sentido. Dice así:

“La muerte no es lo contrario de la vida sino el horizonte que lo confirma y contra el cual gana la existencia en intensidad, como el retrato sobre un fondo acertado”.

* Raquel Tomé López es psicóloga y psicoterapeuta clínica del Centro Guía de Psicoterapia.

Recientemente he tenido ocasión de acompañar a varias personas en el proceso de elaboración del duelo por pérdidas significativas. Y, ante un tema tan extenso y complejo, han sido ellos, mis pacientes, quienes orientaron a modo de brújula con sus preguntas el contenido de éste artículo. Dos son los interrogantes más comunes y extendidos a los que una persona trata de dar solución cuando se enfrenta a una pérdida afectiva: