Es noticia
Las parejas y el amor en provincias: la vida oculta
  1. Alma, Corazón, Vida
A FONDO II. LAS RELACIONES DE PAREJA EN CIUDADES PEQUEÑAS

Las parejas y el amor en provincias: la vida oculta

Esta es la continuación del reportaje 'A fondo' sobre El amor en provincias, publicado ayer.¿Es posible realmente tener  vida oculta en un pueblo? “Para empezar, es

Foto: Las parejas y el amor en provincias: la vida oculta
Las parejas y el amor en provincias: la vida oculta

Esta es la continuación del reportaje 'A fondo' sobre El amor en provincias, publicado ayer.

¿Es posible realmente tener  vida oculta en un pueblo? “Para empezar, es mucho más difícil esconderse”, dice María. “Si quieres ligar y no ser centro de habladurías, lo tienes bastante crudo porque nueve de cada diez veces te vas a encontrar con alguien, tan pronto como pongas un pie en la calle. Cuando nosotros ligábamos la noche de fin de año, todos los hoteles estaban llenos y sabías que si bajabas a desayunar a la cafetería, te enterabas de quien había ligado con quien... Lo normal era encontrarte alguna pareja conocida en la misma incómoda situación... Además, es bastante lío que los padres se conozcan (y casi siempre se conocen). Incluso en los casos de ligoteo sin expectativas por ambas partes, pueden acabar liándola ellos solitos al hacer la puesta en común entre sí o con otra gente. Y siendo mujer... es complicado. El sambenito de "golfa" es fácil de adquirir. Mis experiencia sexuales en provincias son limitadísimas y el sambenito lo llevé igual durante un tiempo, así que creo que es cuestión de actitud, de mostrar o no el debido recato en las formas... Claro, que la posibilidad del desahogo inocuo no cabe, no puedes irte a un bar a Villalba donde nadie te conoce a ‘levantar ganado’, y el recato formal se resuelve en forzoso celibato, si quieres conservar las apariencias. Eso en una gran ciudad cualquiera, dentro o fuera de España, no pasa: puedes pasar por ser una santa y estar casi segura de que, si buscas alivio en un desconocido, eso no va a empañar tu imagen, porque nadie lo sabrá”.

Mucha gente se acostará contigo pero jamás irá de la mano por la calle

Sin embargo, para ella, “lo más grave es que lo que haces en una ciudad pequeña no repercute solo en tu vida. Yo, personalmente, podría cargar despreocupadamente con cualquier calificativo, pero me dolería mucho que mi padre tuviese que soportar los comentarios subsiguientes o saber que sus amigos hacen chistes al respecto. Así que incluso tu vida sexual acaba restringida por un cierto deber de lealtad familiar, que no tiene necesariamente mucho que ver con tus convicciones. Y, por el contrario, cuando abordas a otro, esa misma referencia pesa: ‘¡conozco a tus padres! Fui al cole con tu hermano... No puedo ser ligero contigo, no puedo ser un hijoputa, se lo que esto puede acarrearte...”.

“La escena gay soy yo”

Y sin embargo, hay quien lo tiene peor que las señoritas condenadas a la máscara de hierro. “Recuerdo a un amigo”, cuenta Patricia, Santanderina de 40 años, “que era del norte, como yo, pero al que conocí en Madrid. Un día le pregunté, ‘¿Qué tal el ambiente gay de tu ciudad?’ y él me contestó ‘Querida, el ambiente gay de mi ciudad soy yo’”.

He estado dos años con una novia porque me daba pereza buscar a otra persona

Preguntamos a Paco, un gay de pueblo pequeño que huyó de allí y después volvió: “Para mí, conocer Madrid fue una liberación absoluta”, nos dice. “No te lo puedes ni imaginar. Siempre recuerdo un tipo, hace treinta años, aquí en mi pueblo, al que le dieron un par de palizas sólo por ser gay. Por supuesto eso no pasa ahora, pero la gente aún no tiene los huevos de abrirse y admitir su sexualidad. Y yo lo entiendo. Ahora bien, una vez habiendo estado en Madrid, volví, y ahora ya no me hace falta ocultar nada. Por desgracia hay una cantidad de gente enorme que no es capaz. Que se acostará contigo pero jamás irá contigo de la mano, por ejemplo. Es extraño, porque en realidad nadie les va a pegar, nadie les va a insultar. Lo único que harán será murmurar a sus espaldas, y eso no es para tanto. Es como si el peligro hubiese desaparecido pero la sensación de peligro siguiese ahí y eso fuese suficiente para asustar a la gente. Cada vez que veo lo del orgullo gay en Madrid y esas cosas, pienso que lo que había que hacer es convertirlo en itinerante. Darle algo de marcha a todos los paletos de provincias y a todos los gays que van por ahí como si no lo fueran cuando están deseando poder gritarlo. O decirlo, al menos”.

Patricia apunta, sin embargo que “lo que sí he notado que los gais en sitios pequeños tienen una cierta tendencia a apoyarse más entre sí, por el hecho de ser gais. No tienen ‘su mundillo’ como en Madrid, pero son más conscientes de la soledad que experimentan y tienen más empatía con otros homosexuales por el solo hecho de serlo”.

El país más deprimente del mundo occidental

Loco es amigo de Mario y toca con él de vez en cuando en su grupo de Rock & Roll. “Yo me he tirado un par de años sin dejar a una novia que tenía”, afirma, “porque me daba una pereza buscar a alguien que ni te la imaginas, tal y como está el percal. Aquí el que tiene un poco no lo suelta ni a tiros. Mira, no se cómo es vivir en Gandía y ser un chulo playas y tirarte cada día a una tía distinta, pero es que eso no es lo que somos la mayor parte de la población. Lo cierto es que las pocas veces que he conocido gente de fuera, chicas, que eran además, mucho más jóvenes que yo, me he quedado flipado. Aún recuerdo a una francesa que me ligué hace años y que me dijo con toda naturalidad, ‘oye, le he comentado a mi amiga si querría hacer un trío con nosotros y me ha dicho que le encantaría, ¿qué opinas?' Te juro que me quedé bloqueado. Una entrada así por aquí es absolutamente impensable. Así que digan lo que digan, somos unos paletos”.

En este medioambiente estás condenado a hacer cosas que están fuera de tus apetencias y de tu estilo

Silvia, que vivió en Alemania tres años y ahora ha vuelto al País Vasco, comenta también las diferencias. “Allí son muy formales en algunas cosas, por ejemplo, quizá te envían flores para invitarte a ir al cine, y siempre te preguntan si pueden besarte antes de hacerlo, pero una vez dado el paso del beso, todo lo demás se supone que viene dado, no puedes ir con eso tan de aquí de ‘sí pero no’, de ‘juego a darte algo y luego te lo quito’ y tal… y son muy retorcidos y muy, muy refinados sexualmente. No sé si lo echo de menos, pero sin duda, la diferencia es un abismo. Creo que ellos, los europeos del norte, sí echan de menos un cierto tipo de cortejo que ellos no tienen y nosotros sí”.

Lo de las putas es fácil de explicar

Y volvemos a Juan, que sigue en sus trece: “A mí lo que me molesta son dos cosas: la primera que incluso la gente más aparentemente alternativa de provincias es tremendamente conservadora cuando rascas un poco. Tíos y tías. La segunda, que en ese medioambiente estás condenado a hacer cosas que están fuera de tus apetencias y de tu estilo. Lo mío no son las putas, y provincias es territorio putero hasta la médula. Así que he decidido que cada par de meses me voy unos días a Madrid, respiro algo de aire viciado, me doy una vuelta y si hay suerte, pues bien. Lo siento, pero en algunas cosas me niego a volver al siglo XVI”.

placeholder

Para Loco lo de las putas es sencillo de explicar: “No creo que seamos especialmente pervertidos; simplemente, cuando las cosas se vuelven demasiado difíciles, mucha gente tira por la calle de en medio. La gente se harta de que se use el sexo como un arma de control y no como algo divertido. Divertido es un calificativo que aquí no se usa para el sexo”.

María lo tiene claro: “Creo que sexualmente somos el país más deprimente del mundo occidental. Tengo un amigo cubano que decía que los españoles calificábamos a Cuba de paraíso sexual porque sexualmente vivíamos en el infierno. Si a eso le sumas presión añadida…”.

Claro que siempre hay quien defiende la postura clásica. Luz, de 32 años, ingeniera, afirma que para ella “perder el ritual de cortejo y el acercamiento pausado es quitarle toda la salsa al asunto. Creo que el proceso de coqueteo entre dos personas que se gustan es necesario, aporta un poco de emoción a todo el tema”.

Hay muchos que estarían dispuestos a sacrificar la salsa y la emoción, esta misma noche, a cambio de esa cosa que, dicen, estaba tan bien, cuando llegaba a suceder.

Esta es la continuación del reportaje 'A fondo' sobre El amor en provincias, publicado ayer.