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Cómo superar una ruptura de pareja
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Cómo superar una ruptura de pareja

El duelo es la respuesta normal de dolor ante una pérdida que hiere, ya sea de una muerte, de una ruptura de pareja, por un traslado,

El duelo es la respuesta normal de dolor ante una pérdida que hiere, ya sea de una muerte, de una ruptura de pareja, por un traslado, por una enfermedad, etc. Cada cosa que perdemos es un duelo. Lo que pasa es que no todos son de la misma entidad, ni intensidad, ni importancia. Hay micro duelos diarios, y en su mayoría, son elecciones que hacemos sobre las cosas cotidianas. Por ejemplo cuando tenemos que elegir alguna cosa y renunciamos a otra en nuestro día a día. Hay duelos menos frecuentes y más intensos, aquellos que no son elegidos, en estos casos, pueden ser muertes o separaciones de personas a las que hemos querido.

Seguro que el más difícil de todos los desafíos que implica ser adulto es poder afrontar cualquier pérdida. En general, nos cuesta trabajo poder soltar aquello que ya no tenemos. Y existen resistencias a desligarse del todo de aquello que queremos, aunque desligarnos sea por nuestro bien. Influye el miedo, mucho miedo a pensar en que será lo que sigue a lo que teníamos. Perder la seguridad y rutina de lo que hubo, y encarar la incertidumbre de aquello que vendrá. Formas de pensar positivas y la creencia de que puedo afrontar cualquier cosa que me pase ayudan a paliar esta última sensación. Parte del proceso de madurez pasa por aceptar que todo es finito, transitorio, hasta mi paso por este lugar lo es. 

Parte del proceso de madurez pasa por aceptar que todo es finito, transitorioPara entender el proceso del duelo conviene diferenciar entre el dolor y el sufrimiento. El sufrimiento aparece si uno se ancla en los recuerdos como intento de evitar el dolor de la pérdida, del vacío que deja. Además, el sufrimiento produce como resultado que todo se congela en aquellos momentos pasados y no se sigue avanzando. Es un pacto con el deseo de no soltar nunca lo perdido y es transformar un momento en un estado. Es una lealtad con los ausentes aunque el precio sea el sufrimiento mismo. No olvidar, no renunciar, no dejar de llorar. Es como evitar lo peor eligiendo lo peor, y sufrir, al final, no es sino cronificar el dolor. El dolor implica aceptación, estar en contacto con lo que sentimos, con la tristeza, y el vacío.

El sufrimiento se hace preguntas aunque sabe que ninguna respuesta le hará sentir bien. En cambio, para el dolor ya no hay preguntas, es lo que es. El dolor tiene un final, y el sufrimiento puede no terminar nunca. Por tanto, la diferencia entre una y otra es que el dolor es necesario en este proceso, y el sufrimiento es opcional.

No sólo es cuestión de tiempo

Aunque se diga que el tiempo lo cura todo, el tiempo no cura en sí, cura lo que haces durante ese tiempo. Por supuesto, cada cual tiene que encontrar su camino para poder superar las pérdidas, y no todas son iguales, depende de muchas variables, y poder exponerlas y desarrollarlas excederían este espacio. Pero hay algunas recomendaciones que ayudan a dar pasos en el proceso de duelo. Para ello vamos a centrarnos en el duelo de las rupturas de pareja.

Hay que buscar personas que te permitan estar mal sin tener miedo a verte malTodo camino tiene un primer paso y el primero es empezarlo. Ningún camino se hace si no se inicia. Permitir sentir el dolor, vivir solo día a día y aunque las emociones sean muy intensas, conviene recordar que siempre son pasajeras.

Pedir ayuda si se necesita y no quedarse esperando a tenerla. Aislarse en todo momento, aunque sea lo que más pueda apetecer, no es la mejor de las opciones. Hay que buscar personas que te permitan estar mal sin tener miedo a verte mal. Hablar de la pena ayuda a calmarla. Intentar rodearse de las personas que nos quieren. Hablar y escuchar lo que tienen que decir, su opinión nos hará ver aspectos que en este momento no es posible tener en cuenta. Diversificar, no compartirlo sólo con un amigo, de esta manera no se carga sólo a uno con la misma historia a cada rato, y además cada persona de tu confianza te aportará algo distinto: un consejo, una visión diferente, una escucha, un rato divertido… También intentar empatizar, escuchar y preguntar por las cosas que suceden a los de tu entorno, durante un rato ayuda a concentrarse en algo que no sea solo el propio dolor.

No esperar a estar bien para hacer cosas, es a la inversa, hay que hacer cosas para sentirse bien. Encuentra un momento para ti mismo, con el dolor y los recuerdos y, después, realiza actividades, para cuidarte y darte algún capricho. Practica deporte, moviliza el cuerpo. Esto último genera energía y favorece la concentración en el esfuerzo físico, por lo tanto, momentos de relax para la mente que seguro no para de dar vueltas a lo mismo.

Es importante saber que no hay atajos en este camino, tienes que respetar el ritmo y confiar en tus propias posibilidades.

Aceptar lo irreversible, ya que no hay retorno. Mientras se siga creyendo que la situación volverá a ser la de antes nunca se terminará el recorrido. Puede dañar mucho seguir esperando lo que nunca sucederá. Cuando el anhelo de lo que se fue se desvanece uno es capaz de reordenar su espacio y sus huecos vacíos.

Del duelo al recuerdo

El duelo no es olvidar, es darle un buen lugar a esa relación en nuestro interior. Pensar en ello y no sentir un latigazo de dolor. Y si es posible, recordarlo con ternura y sentir que ese tiempo fue un regalo. El duelo es aprender a vivir sin algo, vivir de otra forma. Para esto, es necesario reinterpretar la pérdida, lo que se piense va a afectar a lo que se sienta. Hay que otorgarle un significado positivo para continuar. Ese es momento para conectar con el deseo de seguir adelante.

Lo de seguir siendo amigos desde el principio de la ruptura es algo que no funciona si una de las partes está dolida o sigue enamoradaLlega un momento en el que es necesario soltar el pasado. La vida está llena de nuevas posibilidades. Se puede encontrar la manera de expresar lo que se siente mediante algún aspecto creativo, y si no se tenía de antes aprovechar para explorar nuevas facetas de ti mismo.

Lo de seguir siendo amigos desde el principio de la ruptura es algo que no funciona si una de las partes está dolida o sigue enamorada. Eso puede que llegue con el tiempo, una vez superado por lo menos la parte más difícil del recorrido. Lo que funciona desde el inicio, en principio lo más doloroso, es la distancia.

Cada relación es única e irrepetible, lo que se crea entre dos personas no se repite con otra nueva. Intentar reemplazar o sustituir no es posible. Cuando se crea y luego se pierde una relación con otra persona hay elementos que desaparecerán para siempre. Habrá aspectos que serán parecidos en otras relaciones futuras, al igual que también siempre habrá cosas nuevas con respecto a la anterior. Porque ya no somos los mismos, hemos sumado experiencias y con quien estemos no será la persona con la que estuvimos. Por lo tanto, el resultado siempre será diferente.

No hay nada malo en querer disfrutar, en querer ser feliz. A veces, cegados por el propio dolor no se ven las nuevas puertas que se abren, y a veces, simplemente no estamos dispuestos a girar la llave. Es sabido que en un primer momento, no se está dispuesto a dejar de reprochar, buscar culpables, generar argumentos racionales para hacerle entender al otro que se ha equivocado, hacer que cambie de opinión, pero eso rara vez funciona cuando el otro ya ha tomado decisiones a favor de otro camino.

El duelo es la respuesta normal de dolor ante una pérdida que hiere, ya sea de una muerte, de una ruptura de pareja, por un traslado, por una enfermedad, etc. Cada cosa que perdemos es un duelo. Lo que pasa es que no todos son de la misma entidad, ni intensidad, ni importancia. Hay micro duelos diarios, y en su mayoría, son elecciones que hacemos sobre las cosas cotidianas. Por ejemplo cuando tenemos que elegir alguna cosa y renunciamos a otra en nuestro día a día. Hay duelos menos frecuentes y más intensos, aquellos que no son elegidos, en estos casos, pueden ser muertes o separaciones de personas a las que hemos querido.