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Un ataque que volverá a cambiar la mentalidad del país tras el 11-S
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"LA SITUACIÓN SE HABÍA NORMALIZADO, PERO AHORA CAMBIARÁ"

Un ataque que volverá a cambiar la mentalidad del país tras el 11-S

Cuando a primera hora de la mañana del 11 de septiembre de 2001 un avión se estrelló en las Torres Gemelas, ante la atenta mirada de

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Un ataque que volverá a cambiar la mentalidad del país tras el 11-S

Cuando a primera hora de la mañana del 11 de septiembre de 2001 un avión se estrelló en las Torres Gemelas, ante la atenta mirada de todo el planeta, que asistía a la retransmisión en vivo de la tragedia, la primera sensación fue de incredulidad, tanto por parte de los propios ciudadanos estadounidenses como del resto del planeta. Al fin y al cabo, Estados Unidos no había sufrido un ataque de tal magnitud en su propio territorio desde el bombardeo japonés en Pearl Harbor en 1941 y, aun así, este tuvo lugar en Hawái, una lejana isla, no en el propio corazón de la nación. Sin embargo, casi doce años después, la forma en que los ciudadanos americanos han recibido (y recibirán) los trágicos acontecimientos durante la maratón de Boston probablemente será muy diferente.

En 2011, un gran estudio encargado por la American Pyschological Association titulado Ten Years Later, 9/11 Tragedy Has Wide-Ranging Psychological Impacts se centró en el amplio espectro de consecuencias psicológicas a las que tan traumático acontecimiento dio lugar y que, según el prólogo de dicho volumen, “marcaron toda la década pasada”. Es uno de los estudios psicológicos más importantes de los realizados en los últimos años, que señalaba que, por ejemplo, la sensación de invulnerabilidad de la mayor parte de americanos había desaparecido, que existía un mayor temor hacia lo que venía de fuera del país o que las reacciones ante las situaciones de alarma eran mucho más enconadas.

Si no sabes contra quien luchar, cualquiera puede ser el enemigoDe lo inesperado e imprevisible hemos pasado, más de una década después, a una situación muy diferente. En teoría, los americanos están más preparados que hace 12 años, pero el estupor de aquella ocasión ha dado lugar a una reacción más aguda tras la detonación de la primera bomba en Boston. Mónica Pereira, miembro del grupo de emergencia del Colegio de Psicólogos de Madrid indica que “la situación que se había normalizado años después del 11 de septiembre vuelve a cambiar”, indica Pereira. “Ahora vuelve a aparecer la sensación de que puede ocurrir cualquier cosa en cualquier lugar”.

Pereira utiliza el concepto de “doble vida” para referirse a la gran cantidad de ciudadanos americanos que “vivieron experiencias traumáticas el 11 de septiembre y que ahora volverán a revivir las mismas sensaciones que en aquel momento, aunque sea simplemente viéndolo por televisión”. El 11 de septiembre, explica, atentó no sólo contra las personas, sino también contra la población, y es posible que reaparezcan patologías relacionadas con lo paranoico como las personas que se enclaustren en su hogar ante el miedo que presenta el mundo externo.

De Bin Laden al asesino invisible

El 11 de septiembre, Al Qaeda, con Bin Laden a la cabeza, reivindicó rápidamente el atentado. En lo ocurrido en Boston, la motivación de los ataques y sus autores aún no son conocidos, un factor que añade incertidumbre y ansiedad entre los ciudadanos americanos. “Si no sabes contra quien luchar, cualquiera puede ser el enemigo”, indica Pereira. “Es más difícil de de llevar para el ciudadano, y la desconfianza colectiva aumenta, con las acusaciones al vecino, los registros de viviendas sospechosas…”.

Las teorías conspirativas afloran a falta de la aparición de un culpableEs también el caldo de cultivo perfecto para la aparición de diversas teorías de la conspiración, como la enunciada por Alex Jones, uno de los grandes conspiranoicos de Estados Unidos, que lo definió en su programa de radio como un “false flag”, es decir, un montaje del propio gobierno para sabotear el Patriot’s Day y recortar las libertades individuales de los americanos. James señaló en su programa de radio que “lo podrían achacar a los musulmanes, pero se lo echarán en cara al Tea Party”. “Es un terreno abonado para este tipo de teorías, porque además hay otros intereses aparte. Rápidamente ha aparecido el que ha acusado al del otro lado de su espectro político”, añade Pereira.

Acusando al vecino

En ese sentido, hay que interpretar la cautela manifestada por el presidente demócrata Barack Obama durante su comparecencia como una manera de minimizar la posible escalada de odio hacia diferentes grupos minoritarios de la sociedad americana, como los musulmanes. De hecho, una de las consecuencias de los ataques del 11 de septiembre fue “un aumento de los prejuicios”, como señalaban un grupo de investigadores de la Universidad de Chicago en The Expulsion from Disneyland: the Social Psychological Impact of 9/11. “Los foros ya acusan a determinados grupos sociales que no tienen nada que ver”, indica Pereira, que indica que no conocer la identidad del enemigo puede conducir a una escala de tensión mayor que en el caso de que sí se conociese.

Sin embargo, no todas las consecuencias presentadas por dicha investigación son negativas. También emergió un país más solidario con sus vecinos, el número de actos de caridad aumentó sensiblemente y el sentimiento nacional se fortaleció, así como la formación de grupos con fines sociales.

El sentimiento de venganza

Es de prever, también, que la respuesta política que pueda ofrecer un americano a un evento semejante sea muy diferente a la que se defendió en aquella época. Si los atentados de Al Qaeda condujo a la invasión de Afganistán e Irak, en la cual murieron miles de militares americanos, la opinión pública ha fluctuado significativamente en lo que concierne a este aspecto. En la primavera de 2003, justo antes de la invasión de Irak, el 69% de estadounidenses apoyaban la intervención en el país, mientras que una encuesta publicada este mismo mes de marzo señala que tan sólo el 38% de los americanos considera haber hecho lo correcto.

Pereira indica que “hay que entender que la venganza es parte de todo proceso de duelo, es lógico sentir ese enfado. Otra cosa es la diferencia entre actuar para cumplir esa venganza y no hacerlo”. La psicóloga no cree que este momento sea, en ese sentido, muy diferente al del 11 de septiembre.

Los americanos diferencian mucho entre el enemigo en casa o el que viene de fueraEstados Unidos ha cambiado significativamente en todo ese período de tiempo, y si bien nunca ha vuelto a ser objeto de un ataque de la magnitud del de las Torres Gemelas, diversas tragedias han sacudido al país durante el último año, como el tiroteo en el cine de Aurora, Colorado, que dejó 12 muertos, o la masacre de Newtown, en Connecticut, con 26 víctimas. A diferencia de lo ocurrido el 11 de septiembre, el enemigo estaba en casa, algo que según Pereira es significativo. “Los americanos diferencian mucho entre el enemigo en casa o el que viene de fuera, aunque uno haya matado a treinta personas y el otro a tres. En el primer caso se ponen en marcha diferentes factores, ya que tiene que ver con las consecuencias de la vida que llevan, de la utilización de armas, etc.”

El 11 de septiembre se vio en televisión, ahora se utiliza Twitter

Otra sustancial diferencia respecto a lo ocurrido hace doce años, cuando el medio encargado de difundir las imágenes fue la televisión, es que en este caso fueron las redes sociales, de Twitter a Instagram pasando por las diferentes retransmisiones en vivo, las que han explicado lo que estaba sucediendo en Boston. La inmediatez de la información, que en el caso del 11 de septiembre estaba condicionado por la televisión, ha sido mucho más rápida en este caso, con miles de personas aportando su granito de arena a la información general de forma instantánea. Algo que, en lugar de contribuir a la clarificación de los hechos, no ha hecho más que provocar una confusión aún mayor.

Los anglosajones se enfrentan peor a estas tragedias que los latinos“Nosotros intentamos proteger a las personas de los medios de comunicación”, indica Pereira, que recuerda que algunas de las víctimas del 11 M tenían que abandonar el país cada aniversario porque “no aguantaban estar aquí”. Por eso, la proliferación de imágenes sangrientas puede ser altamente dañina para las víctimas, por mucho que parezca que “cuanta más sangre, mejor”.

La mentalidad de los países anglosajones (Estados Unidos, Inglaterra, Alemania) respecto a la latina ante estos acontecimientos es muy diferente, indica la psicóloga, ya que "nosotros tenemos la ventaja de que lo compartimos y ellos se quedan en casa, por eso en el caso del 11 M hay menos patología que en el del 11 S". Sin embargo, como la mayor parte de psicólogos afirman, el impacto inicial es muy diferente al desarrollo de los hechos tras el trauma, y “la mayor parte de los que vivieron este hecho en primera persona se recuperarán perfectamente”, indica Pereira, con un toque de optimismo.

Cuando a primera hora de la mañana del 11 de septiembre de 2001 un avión se estrelló en las Torres Gemelas, ante la atenta mirada de todo el planeta, que asistía a la retransmisión en vivo de la tragedia, la primera sensación fue de incredulidad, tanto por parte de los propios ciudadanos estadounidenses como del resto del planeta. Al fin y al cabo, Estados Unidos no había sufrido un ataque de tal magnitud en su propio territorio desde el bombardeo japonés en Pearl Harbor en 1941 y, aun así, este tuvo lugar en Hawái, una lejana isla, no en el propio corazón de la nación. Sin embargo, casi doce años después, la forma en que los ciudadanos americanos han recibido (y recibirán) los trágicos acontecimientos durante la maratón de Boston probablemente será muy diferente.