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Los problemas de los ebooks: lees más lento y la comprensión es mucho peor
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Los problemas de los ebooks: lees más lento y la comprensión es mucho peor

Cuando uno de nuestros amigos nos comunica que él sigue prefiriendo leer una novela, artículo o estudio en papel antes que hacerlo en un lector de

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Los problemas de los ebooks: lees más lento y la comprensión es mucho peor

Cuando uno de nuestros amigos nos comunica que él sigue prefiriendo leer una novela, artículo o estudio en papel antes que hacerlo en un lector de ebooks o en la pantalla de un ordenador, corremos rápidamente a tildarlo de anticuado, de nostálgico o de ignorante. Sin embargo, muchos nos hemos dado cuenta de que, a pesar de nuestro optimismo tecnológico, es más complicado leer un libro digital de lo que pensamos. ¿Por qué, si en el fondo se trata de palabras en negro sobre un fondo blanco?

Cada vez más estudios científicos se añaden a los que defienden que es más difícil comprender un texto escrito en un medio digital que en una hoja de papel. Se trata de la prolongación de una vía de investigación que ya había comenzado en los años noventa, cuando por motivo de la popularización del ordenador personal, comenzaron a aparecer estudios que hablaban de las dificultades de los usuarios a la hora de leer en una pantalla de ordenador. Aún no existe un quórum respecto al tema, pero diversos psicólogos han intentado explicar cómo se originan estas dificultades cognitivas.

Peor comprensión, más lentitud

La profesora noruega Anne Mangen publicó este mismo enero un estudio en el que  propuso a dos grupos de estudiantes (del mismo curso y semejantes niveles académicos) que leyesen cada uno un texto en formato digital o en formato de papel. Más tarde, planteó una serie de preguntas a los alumnos. Cuando llegó el momento de comprobar los resultados, y como la investigadora esperaba, aquellos que habían utilizado el ordenador habían respondido a las cuestiones un poco peor que sus compañeros.

Con un ebook, no sólo tenemos que entender el texto, sino también ubicarnos mentalmente en élUna de las dificultades que indicó la investigadora para explicar esta diferencia fue que la búsqueda de información y la señalización del texto era mucho más complicada si se utilizaba un archivo en formato pdf. La única manera de desplazarse en un texto, de esa manera, es utilizando el scroll de la página, mientras que en un libro es más fácil moverse a través de las diferentes secciones e incluso comparar al mismo tiempo páginas no consecutivas, simplemente haciendo uso de nuestras manos. El cerebro tiene que afrontar dificultades añadidas que no aparecen con un libro convencional, como es aprender a desenvolverse con un texto con el que no podemos interactuar de manera física.

La conclusión a la que llegó Mangen es que estos problemas interfieren con lo que debería ser lo único que llenase nuestra mente durante la lectura del libro, que es la plena comprensión de este. “La facilidad con la que puedes encontrar el comienzo, el final y todo lo que hay en medio, es una manera de hacer la lectura de libros menos agotadora cognoscitivamente, así que hay más espacio para la comprensión”, concluía la autora, señalando uno de los puntos más importantes de los que suelen hablar los autores que han abordado estos temas: los mapas mentales.

El aspecto táctil del libro

Diferentes psicólogos han defendido repetidamente que nuestra relación con los textos, cuya comprensión en principio parece más abstracta y desligada de sus características físicas, tiene sin embargo más relación con lo físico de lo que querríamos pensar. Cuando leemos un libro creamos, aun de manera inconsciente, un mapa mental, de la misma forma que haríamos con un territorio anteriormente desconocido para nosotros. Y para ello utilizamos diferentes referencias, como la localización en la página de un contenido concreto o la división por capítulos. Estos marcadores, como ocurriría en un comercio que nos ha llamado la atención a la hora de orientarnos en una ciudad que no conocemos, han desaparecido con los ebooks o son menos fáciles de identificar.

Con un ebook, un microrrelato o las más de mil páginas de 'La montaña mágica' de Thomas Mann pesan lo mismoPor supuesto, la memoria visual tiene mucho que ver con ello, y la desaparición de esas pistas complica nuestro recuerdo de lo leído, que nos parece un texto sin fin. Las esquinas que enmarcan al libro representan, por ejemplo, un territorio finito que nos ubica cada momento donde estamos, y que nos permite saber la cantidad de páginas que nos faltan y las que hemos leído. En Proust and the Squid: the Story and Science of the Reading Brain (Harper Perennial), uno de los libros más importantes relacionados con este tema, sus autoras, Maryanne Wolf y Catherine Stoodley, explicaban el largo proceso evolutivo que había llevado al hombre a comprender textos escritos, y que se ha desarrollado a lo largo de los siglos. Por ejemplo, nos cuesta más leer una tipografía en cursiva porque, en el proceso de lectura, nuestro cerebro está escribiendo mentalmente dichas letras.

Otros detalles diferencian enormemente las experiencias asociadas a dichos aparatos. Por ejemplo, la serendipia o casualidad significativa que puede provocar que, a la hora de pasar las páginas de un libro al azar, encontremos relaciones entre los diferentes capítulos que serían casi imposibles de hallar a través del uso de artilugios electrónicos. El libro físico proporciona un sentimiento de control sobre el texto que desaparece con la lectura informática, y la manipulación del objeto (subrayados, doblados, etc.) nos ayuda a comprender mejor el texto.

Un último detalle es el que se refiere al peso, que da buena muestra de esas diferencias radicales pero que pasan inadvertidas: con un ebook, un microrrelato o las más de mil páginas de La montaña mágica de Thomas Mann pesan lo mismo, lo que pese el aparato en el que se lee, a pesar de que su longitud es totalmente diferente. El problema es que no nos damos cuenta de la importancia de este tipo de cualidades, en principio secundarias, hasta que no tenemos un ebook en las manos, el momento en el que comenzamos a echar de menos el viejo libro de papel.

Cuando uno de nuestros amigos nos comunica que él sigue prefiriendo leer una novela, artículo o estudio en papel antes que hacerlo en un lector de ebooks o en la pantalla de un ordenador, corremos rápidamente a tildarlo de anticuado, de nostálgico o de ignorante. Sin embargo, muchos nos hemos dado cuenta de que, a pesar de nuestro optimismo tecnológico, es más complicado leer un libro digital de lo que pensamos. ¿Por qué, si en el fondo se trata de palabras en negro sobre un fondo blanco?