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El invento que acabará con los listas de espera de los trasplantes
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'"SON EL FUTURO PRESENTE"

El invento que acabará con los listas de espera de los trasplantes

Los corazones artificiales de última generación podrían poner fin a los problemas más comunes ocasionados por los trasplantes, como el alto porcentaje de rechazo en los

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El invento que acabará con los listas de espera de los trasplantes

Los corazones artificiales de última generación podrían poner fin a los problemas más comunes ocasionados por los trasplantes, como el alto porcentaje de rechazo en los pacientes o la falta de donantes. Los tres principales modelos bioprotésicos desarrollados hasta ahora presentaban diferentes taras como el excesivo tamaño, la tendencia a sufrir adherencias de plaquetas, formando trombos o coágulos que ponen en riesgo la función de la válvula, o la falta de capacidad para responder a las necesidades del organismo. Unos inconvenientes que parecen haber quedado superados gracias a los últimos avances científicos.

Las bioprótesis cardiacas han experimentado una fuerte evolución en los últimos años, si bien las válvulas artificiales comenzaron a utilizarse en los años 60 en EEUU. Los fabricantes de los modelos de última generación aseguran haber superado los desafíos planteados hasta la fecha, como es el caso de la compañía francesa Matra que ha desarrollado la prótesis denominada Carmat.

La Sociedad Española de Cardiología ha definido los corazones artificiales de última generación como “el futuro presente”, al contemplarlos como la mejor opción para hacer frente a la caída de donantes jóvenes (especialmente de aquellos fallecidos por traumatismo encefálico, sea por accidente de tráfico o laboral).

Principales beneficios

En España se practican se media cada año 5,2 trasplantes por cada millón de personas, mientras que la media de espera para los casos más urgentes (uno de cada tres) se eleva a los 14 días. Inevitablemente, algunos de los pacientes sin disponibilidad inmediata de órganos compatibles acaban falleciendo, por lo que este avance podría salvar numerosas vidas. Además, las bioprótesis cardiacas también incrementarían la expectativa de vida de los trasplantados en una media de tres años. Actualmente, el 70% de los pacientes superan los dos años de vida, el 60% supera la década y uno de cada tres los 20 años.Sus costes serían similares a los de un trasplante normal, pero se ahorra el tratamiento antirechazo

El incremento de la expectativa de vida con los órganos artificiales se debe a que éstos presentan una tasa de rechazo mucho menor. Los pacientes en los que se ha ensayado no necesitan seguir tratamientos a posteriori y, lo más importante, tampoco esperar a que aparezca un donante.

Todas estas ventajas, sumadas a la disminución de los gastos que supondría para los sistemas de salud (cuesta lo mismo que un trasplante normal, pero se ahorra el tratamiento antirechazo) han hecho que Francia se plantee ya su uso masivo en hospitales públicos. “Solo hace falta que la prótesis Carmat obtenga las autorizaciones sanitarias necesarias y los equipos médicos de los hospitales se familiaricen con ella”, según avanzaba al diario galo Le Figaro, el cirujano cardiaco y miembro de la Academia francesa de las Ciencias Alain Carpentier.

Baja autonomía energética

El científico francés destaca de esta nueva prótesis su “miniaturización”, gracias al uso de técnicas similares a las utilizadas por la industria aeroespacial. En segundo lugar, pone de relieve la ventaja de utilizar materiales de origen biológico que reducen el riesgo a sufrir trombos al renovarse en un 99% el flujo sanguíneo. En tercer y último lugar asegura una tensión arterial óptima, incluso en las condiciones más desfavorables, gracias a una serie de sensores de presión en las membranas que el resto de prótesis tampoco tenían.

La principal deficiencia que las prótesis fabricadas por Carmat no han logrado superar tiene que ver con la necesidad de alimentar energéticamente el corazón artificial. El mecanismo ideado se compone de dos pilas de litio, normalmente colgadas a la cintura, cuya autonomía se reduce a doce horas. Sin embargo, esta incomodidad para el paciente se ve ampliamente superada por el aumento de la esperanza de vida y el abandono de los tratamientos antirechazo.

Los corazones artificiales de última generación podrían poner fin a los problemas más comunes ocasionados por los trasplantes, como el alto porcentaje de rechazo en los pacientes o la falta de donantes. Los tres principales modelos bioprotésicos desarrollados hasta ahora presentaban diferentes taras como el excesivo tamaño, la tendencia a sufrir adherencias de plaquetas, formando trombos o coágulos que ponen en riesgo la función de la válvula, o la falta de capacidad para responder a las necesidades del organismo. Unos inconvenientes que parecen haber quedado superados gracias a los últimos avances científicos.