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¿De verdad son seguros los medicamentos que nos recetan?
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MITOS Y VERDADES DE LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA

¿De verdad son seguros los medicamentos que nos recetan?

La industria farmacéutica vuelve a estar en el punto de mira. El pasado miércoles, la agencia francesa de seguridad del medicamento (ANSM, por sus siglas en

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¿De verdad son seguros los medicamentos que nos recetan?

La industria farmacéutica vuelve a estar en el punto de mira. El pasado miércoles, la agencia francesa de seguridad del medicamento (ANSM, por sus siglas en francés) ordenó retirar del mercado la píldora anticonceptiva Diane 35 después de que se filtrasen unos informes en los que se asociaban cuatro muertes al consumo de este fármaco. Un medicamento que en España se prescribe principalmente para tratar el acné y la alopecia. 

La desconfianza de la sociedad francesa hacia la industria farmacéutica ha alcanzado un niveles similares a los de 2009, cuando saltó a la luz pública el escándalo del Mediator, un medicamento para tratar la diabetes y al que se asociaron 64 muertes por sus efectos secundarios. Y es que el propio ministerio galo ha instado a la UE a que reconsidere la autorización comercial de varias marcas de píldoras anticonceptivas de tercera y cuarta generación. 

Los medios de comunicación del país vecino han puesto su foco sobre esta cuestión desde hace varias semanas. Mientras tanto, el ensayo Le guide des médicaments: utiles, inutiles ou dangereux de Philippe Even ha tenido una repercusión sin parangón, liderando las listas de ventas y obligando a la editorial a triplicar la tirada (hasta alcanzar los 200.000 ejemplares) por la expectación generada en la primera semana de su publicación.

Los más inseguros

La tesis central de este profesor emérito de la Universidad París Descartes y antiguo miembro de la comisión científica del Ministerio de Sanidad galo es que “sólo un medicamento de cada tres es eficaz de verdad”, mientras que apunta a la complicidad entre laboratorios, gobiernos y médicos como principal causa de esta situación. Entre la opinión pública española la preocupación apenas existe, aunque los especialistas sí han llamado la atención sobre cuestiones como la medicación excesiva, el elevado número de personas mayores polimedicadas y los efectos secundarios de algunos fármacos.Even señala la complicidad entre laboratorios, gobiernos y médicos como principal causa de esta situación

Entre los medicamentos más peligrosos para la salud, según los datos obtenidos por Even y su equipo de colaboradores tras analizar cerca de 20.000 informes sobre fármacos comercializados en Francia, el porcentaje más alto se encuentra en aquellos destinados a tratar la hipertensión arterial, la osteoporosis, la diabetes, el asma y el colesterol.

La Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas) menciona alguna de estas cuestiones en su último informe bianual, así como la consejería de Salud valenciana en el Boletín de Información Farmacoterapéutica. Pero, realmente, ¿existen motivos para preocuparse? La doctora en Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid, María Teresa Tejerina Sánchez, responde a El Confidencial que no, puesto que los controles son ahora más rigurosos que nunca. Además existe una serie de mitos falsamente construidos que es necesario matizar para entender el mundo de la industria farmacéutica y de la medicación.

Los medicamentos no son universales

No todo el mundo reacciona igual a un mismo fármaco. “La respuesta de cada paciente depende de sus biomarcadores”, por lo que es fundamental que se adecue el tratamiento a estas características, como se propone desde el campo de estudio de la medicina personalizada. Tejerina sospecha que las cuatro muertes en Francia asociadas al consumo de la píldora Diane 35 se deben a que no se suministraron a la persona correcta.

Otra de las explicaciones que señala Tejerina a los efectos secundarios de los medicamentos provendrían del “abuso” que hacen de ellos los pacientes, tanto por una medicación excesiva como por el consumo de fármacos demasiado fuertes para la dolencia que se tiene.

Los fármacos inútiles no son rentables para la industria

La farmacóloga entiende que no existen medicamentos inútiles porque “desarrollarlos supone una inversión media de 1.318 millones de dólares y entre diez y doce años de trabajo”. En un principio, añade, no merece la pena hacer una apuesta inversora de este tipo si las expectativas de éxito en el mercado no son muy altas. Esto no significa, añade la doctora, que existan algunos medicamentos que tengan un efecto placebo para determinados pacientes.Los medicamentos deben administrarse en base a un riguroso historial clínico del paciente

Unos argumentos que chocan con los de Philippe Even, para quien "un tercio de los medicamentos comercializados son completamente ineficaces, sin ningún efecto terapéutico. Otro tercio puede causar problemas secundarios al no ser bien tolerados por el paciente o se utilizan mal al prescribirlos a personas que no los necesitan”. Por último, establecía en el 33% restante la cantidad de fármacos “realmente útiles para curar una enfermedad o algún problema de salud”.

Para la farmacóloga “todos los medicamentos sirven para algo, siempre y cuando sean bien administrados por el médico en base a un riguroso historial clínico del paciente”. Lo que no se puede hacer, sentencia, “es eso del café con leche para todos porque cada paciente es diferente”. Además, añade que de entre los 35 fármacos aprobados el pasado año por la Food and Drug Administration (FDA), la agencia reguladora norteamericana, casi la mitad de ellos fueron calificados como de “gran innovación médica”.

Los controles son cada vez más exhaustivos

“Hoy en día la aspirina no conseguiría una autorización para su comercialización”. Un ejemplo que pone Tejerina para demostrar cómo se han endurecido y evolucionado los controles de la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Pese a ello, apunta que existe una agresiva campaña a nivel europeo de las distintas administraciones públicas contra la industria farmacéutica. 

Una reacción generalizada que podría deberse a la guerra de la financiación de los fármacos por parte de los sistemas nacionales de salud. Sin embargo, Even pone el foco sobre los intereses económicos que compartirían laboratorios, gobiernos y médicos. Para ello no duda en señalar al máximo responsable de la EMA, Andreas Pott, por tener una gran cantidad de acciones en empresas farmacéuticas. Un extremo que el propio Pott ha negado rotundamente a este periódico, ya que “la EMA tiene una estricta política interna” para evitar un conflicto de intereses. Todos los altos cargos deben hacer una declaración pública al respecto que, en el caso del máximo responsable de la EMA, no se observa ningún tipo de relación financiera ni con las empresas del sector ni de ninguna otra industria.

La industria farmacéutica vuelve a estar en el punto de mira. El pasado miércoles, la agencia francesa de seguridad del medicamento (ANSM, por sus siglas en francés) ordenó retirar del mercado la píldora anticonceptiva Diane 35 después de que se filtrasen unos informes en los que se asociaban cuatro muertes al consumo de este fármaco. Un medicamento que en España se prescribe principalmente para tratar el acné y la alopecia.