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“Las empresas más eficientes son las que promueven la estupidez”
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CONTRATAN INCOMPETENTES FUNCIONALES

“Las empresas más eficientes son las que promueven la estupidez”

Las críticas de los consumidores a las grandes empresas que ofrecen servicios o que trabajan con bienes intangibles suelen centrarse en la incompetencia de sus departamentos

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“Las empresas más eficientes son las que promueven la estupidez”

Las críticas de los consumidores a las grandes empresas que ofrecen servicios o que trabajan con bienes intangibles suelen centrarse en la incompetencia de sus departamentos de atención al cliente. Algunas de las quejas más frecuentes de los usuarios chocan con su liderazgo en el mercado y las cifras de facturación que manejan. Una mala praxis que, según el reconocido profesor de Estudios Empresariales Mats Alvesson, no es fortuita.

El último artículo científico publicado por este profesor de la Universidad de Lund (Suecia) en el Journal of Management Studies, sostiene la tesis de que “la estupidez cumple un importante papel en el aumento de la productividad de una organización empresarial”. La Teoría de la Estupidez Funcional, según el nombre que él mismo ha propuesto para esta práctica, consiste en que la falta de reflexión crítica entre los trabajadores y su falta de astucia ayuda a promover “el consenso interno, evitando así que se cuestionen las decisiones tomadas por la dirección o las estructuras y dinámicas de los centros de trabajo”. Una peligrosa paradoja, pues como él mismo reconoce, la reflexión crítica es fundamental para superar y prevenir las crisis. Sin embargo, a corto plazo “aumenta la productividad”.La falta de crítica interna aumenta la productividad a corto plazo

Las grandes empresas que, conscientemente, podrían estar aplicando esta teoría están jugando con un arma de doble filo. Por un lado, se trata de estrategia “funcional” porque “hace que los trabajadores se concentren solamente en sus respectivas tareas y lo hagan con entusiasmo”. Sin embargo, por otro lado tiene el riesgo de que “no se identifiquen los problemas internos” o que pese a conocerlos, los trabajadores no se impliquen en corregirlos.

El origen de la crisis financiera

La provocadora tesis de Alvesson va mucho más allá al realizar un paralelismo con los gobiernos que, en parte, son consecuencia de esta especia de “gestión de la estupidez” porque “marginan a los críticos y bloquean la comunicación horizontal”. Una comparación que lleva al terreno financiero hasta el punto de vincular la crisis sistémica a la adopción de estas perniciosas prácticas. A corto plazo, dice, la utilización de recursos humanos con un pobre bagaje intelectual y acrítico “engrasa la maquinaria organizativa, contribuye a la armonía y aumenta la productividad. Sin embargo, a largo plazo, es su perdición”.La estupidez funcional es la causa de las grandes crisis

La tesis del sueco está teniendo un fuerte eco en los círculos financieros que, mayoritariamente comparten el grueso de su teoría. El editor asociado del Financial Times Andrew Hill, firmó una columna de opinión en la que relaciona la “ceguera voluntaria” y la “incompetencia cualificada” con la causa de la burbuja de las puntocom, la quiebra de fondos de inversión como Lehman Brothers o el escándalo del Libor. Es decir, con la estupidez funcional. “Si usted todavía se pregunta por qué se desató la crisis financiera y los desastres empresariales, la respuesta salta a la vista: es la estupidez, estúpido”, sentencia el analista económico.

Para Hill, las grandes compañías de servicios financieros, los bancos, las consultoras y las organizaciones empresariales que venden bienes intangibles son las más propensas al desarrollo de esta teoría. En el caso del resto de industrias, si un producto es defectuoso o algo falla en la cadena de producción, salta más a la vista.

Controles internos y externos

En el incendiario artículo del Financial Times se citan unas declaraciones de Marcel Rohner, el máximo responsable de UBS, como el máximo exponente de la estupidez manifiesta. El banquero afirmó la pasada semana que no sabía nada de la manipulación del Libor, ya que su labor dentro del banco se centraba en otro tipo de asuntos. Además, admitió que tenía una “confianza mecanicista” en la gestión de riesgos, por lo que delegó toda su responsabilidad en otras personas.

Alvesson no solo se limita a realizar una lectura de la realidad, sino que también lanza una serie de propuestas para corregir estas disfunciones organizativas. Así, opina que todos los procesos internos de las empresas e instituciones económicas deben estar sujetos a auditorías externas, rigurosas y periódicas. Además, dice que se deben fomentar y premiar la crítica interna de todos y cada uno de los miembros de una organización empresarial.

Las críticas de los consumidores a las grandes empresas que ofrecen servicios o que trabajan con bienes intangibles suelen centrarse en la incompetencia de sus departamentos de atención al cliente. Algunas de las quejas más frecuentes de los usuarios chocan con su liderazgo en el mercado y las cifras de facturación que manejan. Una mala praxis que, según el reconocido profesor de Estudios Empresariales Mats Alvesson, no es fortuita.