Es noticia
La mejor carta de presentación de la historia, según Wall Street
  1. Alma, Corazón, Vida
SINCERIDAD BRUTAL Y SENTIDO DEL HUMOR

La mejor carta de presentación de la historia, según Wall Street

“La verdad es que no tengo habilidades increíbles o especiales ni excentricidades de genio, pero poseo una media de estudiante casi perfecta y trabajaría duro”. Quizá,

Foto: La mejor carta de presentación de la historia, según Wall Street
La mejor carta de presentación de la historia, según Wall Street

“La verdad es que no tengo habilidades increíbles o especiales ni excentricidades de genio, pero poseo una media de estudiante casi perfecta y trabajaría duro”. Quizá, según nos ha enseñado durante los últimos años el mundo de los Recursos Humanos, esta no sea la mejor manera de venderse ante una oferta de trabajo. El acento se ha situado de tal forma en recordar continuamente nuestras virtudes y habilidades, aunque estas no se correspondan a la realidad, que todos los responsables de elección de personal han terminado aceptando de manera tácita los currículos más espectaculares e inflados, ya que se da por sentado que, como se suele decir, “todos mentimos un poquito”.

Sin embargo, una carta de presentación recibida este mismo lunes por un encargado de personal de Wall Street y que se ha convertido en uno de los grandes fenómenos virales de este mes de enero, ha puesto en tela de juicio tal concepción. Reenviada a todos sus contactos bajo el nombre de “la mejor carta de presentación que he leído nunca” por un profesional cuya identidad se desconoce, la misiva ha terminado siendo publicada en las páginas del Business Insider. En ella, su autor empleaba términos como “montón de mieeeerda” (crapp en el original), para referirse a todos los méritos que no se iba a adjudicar falsamente, al mismo tiempo que reconocía que no iba a hacer perder el tiempo del seleccionador “inflando mis credenciales”.

Todos coincidieron en que había que llamar al autor de la misivaEl artículo del Business Insider señalaba que, frente a las cartas que circulan habitualmente por estos ámbitos y que generalmente resultan engreídas o manifiestamente falsas, este es un texto muy consciente de sí mismo y que “muestra energía, honestidad y agallas”. ¿El resultado? Que, a juzgar por las respuestas recibidas, es más que probable que el autor de la carta haya conseguido su objetivo y, sea quien sea, vaya a conseguir una beca en un banco de inversiones.

Valiente y honesta

El autor de la carta solicita, a través de la misma, “una posible beca de verano en su oficina”. Él mismo reconoce que es muy poco común que el estudiante de una universidad como la suya (dicho nombre aparece borrado en la carta), sin haber concluido sus estudios, termine en una compañía como a la que aspira, pero esa mezcla de sinceridad y ambición ha sido precisamente la que ha hecho que los corazones más duros de Wall Street se derritan. En la cadena de correos electrónicos que siguió al primer mensaje, algunos comentaristas realizaron comentarios como que era “hilarante pero audaz” o “muy potente”. Todos se mostraban de acuerdo en que merecía la pena llamar al autor de la misma, algo que según la persona que había recibido el mensaje en primer lugar (y que ya conocía de antemano al estudiante), ya habían hecho.

Seguramente también les haya conquistado la voluntad del joven estudiante por realizar cualquier tarea que se le encomiende, por engorrosa que sea. “No tengo ningún escrúpulo por ir a por los cafés, limpiar los zapatos o acudir a la lavandería, y trabajaré casi gratis”. Una falta de pretensiones que le sitúa casi como el sueño húmedo de muchos empleadores: barato, sacrificado y dispuesto a hacer casi cualquier cosa, aunque a cambio, persigue lo que en teoría debería definir este tipo de prácticas: la adquisición de experiencia. “Con honestidad, simplemente quiero estar cerca de otros profesionales y aprender tantas cosas como pueda”.

Hay voces que afirman que 'no es para tanto', y que una buena carta de presentación no garantiza nadaLa misiva concluía pidiendo perdón por lo “directo” de la misma, y señalaba sus próximos proyectos, entre los que se cuentan realizar un máster en contabilidad. Desde luego, este texto no es la habitual enumeración de méritos académicos y fantasías personales aderezadas con una gota de épica, ni la distante amabilidad forzada tan frecuente, sino una carta sin dobleces, donde lo que hay es lo que se ve, sin aspavientos ni rodeos. Tan sincera que, a pesar de podría haber corrido el peligro de pasar desapercibida, ha conseguido distinguirse de una multitud de textos semejantes escritos con plantilla. Lo más sorprendente es que, frente a lo que apunta el tópico, quizá la humildad sea más importante en Wall Street de lo que se pensaba.

No todo es tan perfecto

Como no podía ser de otra forma, tratándose de un fenómeno tan viral, poco a poco han comenzado a alzarse determinadas voces que creen que “no es para tanto”. Por ejemplo, en ForbesLex Van Dam, trader de Goldman Sachs y responsable de un fondo de inversión, mostraba sus reservas respecto a las reacciones de sus colegas y aseguraba que “viven en otro planeta y seguramente nunca han visto antes ninguna de estas cartas ya que sus departamentos de recursos humanos no están formados más que por monos amaestrados”.

Más allá de su despiadado retrato de los seleccionados, Van Dam admite que, aunque la carta está bien escrita, suena a “súplica” y que él, personalmente, aunque sienta cierta simpatía por el autor, preferiría a alguien que supiese ofrecer algo distinto. Al fin y al cabo, señala, la habilidad para escribir una carta no es lo que te hará rendir bien el trabajo, sino “pensar de manera diferente y hacer cosas fuera de lo ordinario”.

“La verdad es que no tengo habilidades increíbles o especiales ni excentricidades de genio, pero poseo una media de estudiante casi perfecta y trabajaría duro”. Quizá, según nos ha enseñado durante los últimos años el mundo de los Recursos Humanos, esta no sea la mejor manera de venderse ante una oferta de trabajo. El acento se ha situado de tal forma en recordar continuamente nuestras virtudes y habilidades, aunque estas no se correspondan a la realidad, que todos los responsables de elección de personal han terminado aceptando de manera tácita los currículos más espectaculares e inflados, ya que se da por sentado que, como se suele decir, “todos mentimos un poquito”.