Cómo adelgazar comiendo lo que quieras (cuando tienes hambre)
Según las reglas de San Benito y San Agustín, que han regulado la vida de los monasterios católicos desde la Edad Media, los monjes deben comer
Según las reglas de San Benito y San Agustín, que han regulado la vida de los monasterios católicos desde la Edad Media, los monjes deben comer sólo lo necesario, siempre a la misma hora y en silencio, mientras escuchan a uno de sus compañeros leyendo la Biblia. Los cristianos no fueron los únicos que asociaron meditación, silencio y comida, ritualizando todo lo relativo a la alimentación; normas muy parecidas se encuentran en la mayoría de monasterios budistas e hinduistas, que eran muy estrictos respecto a la alimentación de sus residentes.
Hoy en día, pocos asocian las comidas con el recogimiento y la meditación, unos valores que el movimiento del mindful eating (“alimentación consciente”, en español) está intentando recuperar desde un punto de vista moderno, sin las restricciones propias de los refectorios, pero recogiendo parte de su espíritu. Sus teorías surgen de adaptar las enseñanzas del mindfulness al terreno de la nutrición. Esta corriente de pensamiento –que cada vez tiene más adeptos en Estados Unidos y está golpeando fuerte en Europa– nació hace unos 30 años para dar cabida dentro del mundo de la psicología a ciertos pensamientos budistas, dejando a un lado su contenido religioso. Su tesis es muy clara: la sociedad contemporánea va demasiado deprisa y si queremos dejar de actuar como marionetas, guiados por hábitos preestablecidos que no controlamos, debemos prestar atención de forma consciente al momento presente.
Las personas con sobrepeso teóricamente disfrutan más de la comida, pero son las personas menos conscientes de lo que comenPero ¿es que acaso no somos conscientes de lo que comemos? Según Enrique Escauriaza, especialista en el método de alimentación consciente, socio de Atrévete a comer y uno de los principales promotores del mindful eating en España, no sólo somos comemos de forma rutinaria, sin disfrutar el momento, además engullimos sin pensar siquiera en lo que estamos comiendo: “Si te preguntan por la tarde qué has comido por la mañana tienes que pararte a pensarlo porque, en realidad, te has alimentado de forma inconsciente. Las personas con sobrepeso teóricamente disfrutan más de la comida, pero en realidad son las personas menos conscientes de lo que comen. Comen de forma automática. Su cuerpo come, pero no su mente”.
Cómo “ser” delgado
Aunque la alimentación consciente surgió en entornos budistas, Escauriaza puntualiza que, al menos el método que él promulga, no tiene componentes religiosos, ni monacales. Su regla de oro es simple: “Come lo que quieras, pero sólo si tienes hambre”. Para lograr esto hay que dejar de centrarse en cúando comemos o qué comemos, que es en lo único en que se fijan las dietas, para fijarse en para qué comemos.
En multitud de ocasiones no comemos para alimentarnos, sino para calmar ciertas emocionesLos teóricos de la ‘alimentación consciente’ son críticos con el sentido mismo de las dietas. En su opinión, un régimen concreto puede ayudar a adelgazar mientras se está llevando a cabo, pero no trata el problema de raíz. Para Escauriaza, “todas las dietas son eficaces pero en realidad ninguna funciona bien. Sirven para adelgazar, pero no para ser delgado”. Lo que propone la alimentación mindful es comer sólo cuando se tiene hambre, y hasta que acabemos con ésta, algo que sólo se logra si somos plenamente conscientes de lo que comemos. Según Escauriaza, en multitud de ocasiones no comemos para alimentarnos, sino para calmar ciertas emociones: “Si abres la nevera y te quedas mirando para ver qué te apetece comer es que no tienes hambre, vas allí porque te aburres. Si estás en la oficina y vas a comer algo a media mañana no es porque tengas hambre, es porque quieres descansar. Si tomas un helado porque estás enfadado no tienes hambre, probablemente tienes ansiedad. Solo plantearse analizar bien por qué comes lo que comes te hace cambiar”.
Aprendiendo a comer conscientemente
La herramienta principal para ayudar a las personas a ser conscientes de lo que comen –algo que, según Escauriaza, supone el 90% del trabajo– es la meditación. Uno de los ejercicios más comunes de los métodos de alimentación consciente consiste en invitar a los participantes a comer una mandarina, o un puñadito de pasas, en 20 minutos. Sí, es mucho tiempo, pero según los promotores de la alimentación consciente, sólo así podemos experimentar todo lo que rodea al acto de comer para valorarlo justamente. En este tiempo podemos mirar la fruta, reflexionar sobre ella, tenerla entre nuestras manos, llevarla a nuestra boca, masticar pacientemente y disfrutar de su sabor. Parece aburrido, pero Escauriaza explica que este tipo de ejercicios nos ayudan a descubrir todo lo que nos estamos perdiendo por comer de forma automática.
Nos han metido en la cabeza que tenemos que acabarnos siempre el plato, un dogma que no resuelve nadaUna vez que el método está interiorizado no hace falta comer tan lento, 20 minutos es suficiente para toda una comida, pero sí es necesario seguir una serie de normas, como comer lento, en un lugar adecuado –está absolutamente prohibido comer enfrente del ordenador o la tele–, saboreando cada bocado y acabando en el momento en que no tenemos más hambre. Este último punto, tal como cuenta Escauriaza, es de largo el que más nos cuesta a los españoles, que estamos educados ferozmente para no dejar ni una miga en el plato: “Nos han metido en la cabeza que tenemos que acabarnos siempre toda la comida. Es un dogma, una creencia que no tiene nada que ver con los pobres de África y que no resuelve nada a nadie. Es algo que tenemos que trabajar con nuestros alumnos. La primera semana tienen que dejar algo en el plato y tirarlo, para que rompan el hábito. Les decimos que pongan un euro en una hucha cada vez que se dejan algo y se lo den a una ONG. Eso ayuda mucho más que comérselo todo. Comer conscientemente es a la larga más responsable, pues se acaba comiendo menos y dando más valor a la comida”.
7 PASOS PARA ALCANZAR UNA ALIMENTACIÓN 'MINDFUL'
1. Cada vez que comes, preguntate para qué vas a comer
Si la respuesta es que te aburres o quieres descansar, no comas. Trata de resolver esos problemas de otra forma.
2. Si te entra hambre, primero bebe agua
En ocasiones no sabemos distinguir entre el hambre y la sed, y acabamos comiendo cuando deberíamos estar bebiendo. Si te entra hambre prueba antes a beber un vaso de agua, en ocasiones esta desaparece.
3. Come saboreando
Come de todo, disfrutando lo que puedas, como si cada plato estuviera preparado por Ferran Adrià.
4. Entre bocado y bocado deja el tenedor en la mesa
Es un hábito que debes trabajar. Cada vez que masticas debes concentrarte en la comida, no en pinchar un nuevo bocado. Si cuando estás comiendo el tenedor no está sobre la mesa es que estás haciéndolo mal.
5. Come en un sitio concreto y agradable, sin televisión
Prepara la mesa en un sitio agradable, siéntate a comer y céntrate en ello. Recupera el rito de la comida. No comas nunca en el sofá, ni viendo la tele.
6. Visualiza tu objetivo
Imagina cómo quieres estar en unos meses. Siente que estás allí. Piensa que todo lo que has logrado en tu vida lo has logrado porque te lo habías propuesto antes. Si quieres adelgazar tienes también que imaginártelo.
7. Oberva quién acaba el último de comer y acaba después de él
Para comer emplea como poco 20 minutos. Si comes acompañado, trata de acabar el último. Piensa en tus amigos. ¿Quién acaba siempre el último de comer? ¿Tiene sobrepeso? Lo más probable es que no.
Según las reglas de San Benito y San Agustín, que han regulado la vida de los monasterios católicos desde la Edad Media, los monjes deben comer sólo lo necesario, siempre a la misma hora y en silencio, mientras escuchan a uno de sus compañeros leyendo la Biblia. Los cristianos no fueron los únicos que asociaron meditación, silencio y comida, ritualizando todo lo relativo a la alimentación; normas muy parecidas se encuentran en la mayoría de monasterios budistas e hinduistas, que eran muy estrictos respecto a la alimentación de sus residentes.