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"Ponme un gin-tonic pero sin ginebra, por favor"
  1. Alma, Corazón, Vida
RECORRIDO POR el 'GAFAPASTA SHORE'

"Ponme un gin-tonic pero sin ginebra, por favor"

No los llames 'hipsters', porque no son 'hipsters'. Se les ha llamado modernos, aunque la definición que mejor les encaja es la francófona 'bobos', burgueses bohemios

Foto: ¿Qué es un 'hipster'? Esto es un 'hipster'. (Corbis)
¿Qué es un 'hipster'? Esto es un 'hipster'. (Corbis)

1. Un brockman sin brockman

El hombre normal se sienta en la barra de 'La Realidad'. 'La Realidad' se parece a la realidad en una cosa definitiva: es muy cara. El whisky que acaba de pedir le va a costar al hombre normal diez euros. Sin embargo el bar –'La Realidad' es un bar– está lleno. Mujeres afrancesadas y tipos estilosos que podrías presentar a tu madre. "Gin-tonics y micropoesía", reza su lema. En la puerta hay anuncios de revistas contraculturales y de la barra cuelgan, mustios, libros pequeños atados con cuerdas de plástico que son como cadenas. El hombre normal coge uno de esos libros, abre al azar y lee “pese a las fuerzas fuertemente desestabilizadoras que gobiernan el momento posmoderno…”. Luego se dedica a beber. Otros dos hombres jóvenes, de aspecto limpísimo pero no común, con las barbas recortadas milimétricamente, se sientan junto a él y empiezan a hablar en alemán. La camarera –argentina– se acerca y pregunta qué quieren beber.

–Mira –le dice uno de ellos en perfecto castellano–, yo quiero un 'Brockman’s' (una ginebra cara, con menos graduación de la normal) pero sin 'Brockman’'s.

–¿Perdona?

–Sí, yo quiero un Brockman’s sin Brockman’s y mi amigo un Hendrick’s sin Hendrick’s.

–¿Pero, en serio?

–Sí, un gin-tonic sin ginebra, sólo con tónica, pero nos lo preparas igual, ¿eh?

Y la camarera prepara un 'Brockman’s' sin 'Brockman’s', con el enebro y lo demás, y un 'Hendrick’s' sin 'Hendrick’s', con el pepino y toda la pesca. Pone, incluso un pétalo de rosa que adorne para la fugaz eternidad las dos modestas tónicas.

–¿Quieres la rosa?

–Sí, por favor.

¿Que qué es un 'hipster'? Esto es un 'hipster'.

2. Sepultando el pasado

Si lo buscas en la wiki, que es lo que hace la gente, te perderás la mitad de la idea. A estas alturas, nadie –ni la red– parece recordar que el término original cuajó –aunque venía de antes- en los cincuenta, en lo que algunos llaman la “era del jazz”, en plena y fructífera colisión entre la cultura negra y la blanca, en Norteamérica, cuando se gestaba el cataclismo de los sesenta, y en franca unidad con la eclosión de la generación beat. El “movimiento” de los nuevos hipsters ha (re)surgido con tanta fuerza que a nadie le importa ya eso y los artículos y los libros sobre esta subcultura urbana crecen como setas y marcan su nacimiento en 1999, su auge a mitad de la primera década del XXI y su decadencia poco después. Ese olvido de la procedencia, ese borrar las huellas, es en sí misma una característica que definitoria de los nuevos hipsters. Todo ocurre ahora…

Un pijo es un hombre educado que ha optado por la superficialidad, un hipster es lo mismo pero disfrazado, porque oculta que es superficial

En España, con los clásicos diez años de retraso, el asunto pegó en los medios el año pasado, con la publicación de 'Qué fue lo hipster', de Mark Greif, (Alpha Decay) pero la Realidad no se nutre de los medios, y los especímenes van en aumento en nuestra vida cotidiana. El habitante de barrios como Malasaña lleva conviviendo con el espécimen mucho, mucho tiempo: jóvenes modernos absorbidos por una estética de cine y comic, cuyas referencias son esencialmente americanas y cuyo dogma es el barniz: aparentemente cultos, aparentemente divertidos, aparentemente distintos, aparentemente “cool”. Ellos han sido uno de los agentes principales de la gentrificación (sea esta positiva o negativa) que ha cambiado para siempre la cara de más de un barrio. Malasaña es el tubo de ensayo perfecto. Un barrio de “creadores” donde no hay salas de conciertos ni salas de exposiciones, pero donde abundan las tiendas especializadas en golosinas retro, las cafeterías con fotos de jazzmen y los dinners con rótulos en inglés. Todo ello mezclado, claro, con algunos bares de toda la vida que sobreviven y dan color.

Pero no los llames 'hipster's, porque no son hipsters. Se les ha llamado pijoflautas, también modernos, aunque la definición que mejor les encaja es la francófona bobos, burgueses bohemios: pertenecen a la clase media, media/alta, pero se separan de su origen a través de la puesta en juego de determinadas elecciones estéticas, muy alejadas de los cánones de corrección y de conformidad de la alta burguesía. Como dice Marta, camarera, "un pijo es un hombre educado que ha optado por la superficialidad. un hipster es lo mismo pero disfrazado,ya que trata de ocultar su superficialidad".

placeholder Alaska y los Pegamoides también eran 'hipsters'.
Alaska y los Pegamoides también eran 'hipsters'.

Aunque el concepto que les ha hecho reconocibles no ha sido ni 'hipsters' ni burgueses bohemios. Todo el mundo les conoce por gafapastas. Que es más español, y mucho más apropiado. Entre otras cosas porque el americano 'hipsters' alude a una tipología aquí inexistente. Lo más cercano fueron esos jóvenes de la alta burguesía que a finales de los sesenta y primeros setenta se metieron en el cine, leían a Cortázar y tomaban más drogas de la cuenta. O esos chicos de clase alta que en la época de la Movida descubrieron que el punk podía ser divertido si lo mezclabas con la cultura televisiva y que podías estar colgado y ser artista.

El gafapasta es esa persona que ve la compra de artículos de consumo de masas como una forma de arte

“Para mí el término 'hipster' es una reformulación de lo que antaño conocíamos como ‘moderno’, opina Roger Estrada, periodista, brand voice, community manager y crítico musical, intentando pasar de lo gaseoso a lo sólido. “Supongo que cuando esa vieja etiqueta dejó de hacer justicia a su propia definición (el posmodernismo fue un apaño transitorio) el más listo de la clase de naming generacional decidió recuperar del baúl de los recuerdos el palabro ‘hipster’. Lllámalo hipster o moderno, el treintañero que consume cultura y ocio siguiendo, de forma consciente o inconsciente, el lema "esto es lo que hay que escuchar / leer / ver para estar ‘in’ se repasa las listas de lo mejor del año de Rockdelux, adora las series de la HBO, no deja escapar ningún lanzamiento de Blackie Books y reza por que un día Animal Collective toquen en el salón de su casa. ¿Hay algo de malo en todo lo anterior? Excepto en lo último, no”.

3. El consumista en su jardín de infancia

Es sábado y hay mercadillo en la plaza del Dos de Mayo, en el barrio de Malasaña, ejemplo prototípico de barrio gentrificado que los gafapastas han tomado y hecho suyo manteniendo algo de color local que les amenice las tardes. El hombre normal se toma unas cañas a precio prohibitivo en un bar con un amigo. Miran a la gente. Su amigo dice:

–A los modernos se les distingue por los perros. Cuando hablemos de los modernos dentro de los años distinguiremos las fases por perros.

–¿Qué perros?

–Pues sus perros. Los últimos cinco años han sido la era del bulldog francés. Ahora ha empezado la era del pincher.

–¿El qué?

–El pincher, es esa especie de doberman de bolsillo. Mira, ese.

Una chica con una boina roja y los labios más rojos y un abrigo de piel de leopardo sintético pasea a dos miniaturas negras y saltarinas.

Ha empezado la era del pincher.

–Y te digo una cosa. Los perros, los modernos los copian de los gais.

placeholder Thomas Frank.
Thomas Frank.

El gafapasta es consumista, y sigue ávidamente las tendencias. Ha aprendido a mirar de otra manera, lo que le permite encontrar todo tipo de rastros de los que apropiarse en la cultura popular y en la vida cotidiana. Como dice Marcela, camarera en un local de moda y que se traga todas las noches a los del brockman’s, (“bueno, también vivo rodeado de ellos en mi vida ‘real’”) el gafapasta es “un paleto, un moderno de pueblo disfrazado, alguien que va de que sabe de todo y en realidad no tiene idea de nada. Creo que ven demasiado la MTV. La estética es tan pensada... Bueno, a lo mejor no leen la MTV sino que leen a Kerouack, pero cuando lo leen sólo piensan en la ropa que lleva Kerouack”. La propuesta gafapasta de hoy es esencialmente “estética”, y eso es lo que hace que sus señas de identidad exteriores fluctúen y mantengan el concepto de “tribu” en estado gaseoso. Lo dice Mark Greif en su libro, donde subraya que “gafapasta es es una forma de denominar al «consumidor a la última», lo que Thomas Frank solía llamar consumidor rebelde. El gafapasta es alguien que, por definición, no es creador de arte. Si produjera arte, no sería gafapasta…. Es esa persona que ve la compra de artículos de consumo de masas (aunque con matices, pues él busca la camiseta vintage específica y los vaqueros específicos y la comida específica) como una forma de arte”. Esto es un gafapasta, la persona que trata de hacer de sí mismo un objeto estético, de adornarse continuamente con nuevas referencias, y de hacer visible una personalidad a través de signos visuales y objetos de consumo. Ellos son la obra de arte…

*La segunda parte de este reportaje se puede leer aquí.

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