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La depresión, el mal del que los futbolistas no hablan en público
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ES UN PROBLEMA PARA EL 78% DE LOS JUGADORES

La depresión, el mal del que los futbolistas no hablan en público

El entrenador de la selección de fútbol galesa Gary Speed tenía sólo 42 años cuando se quitó la vida. Nada hacía sospechar que estaba pasando por una

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La depresión, el mal del que los futbolistas no hablan en público

El entrenador de la selección de fútbol galesa Gary Speed tenía sólo 42 años cuando se quitó la vida. Nada hacía sospechar que estaba pasando por una mala racha. Tenía esposa y dos hijos, una exitosa carrera como futbolista a sus espaldas –llegó a ganar una Premier League con el Leeds United–, y había logrado tres victorias consecutivas con una selección poco acostumbrada a los éxitos. El suceso, acontecido en noviembre de 2011, conmocionó a la sociedad británica, que no lograba entender lo sucedido. ¿Por qué una persona aparentemente exitosa decidía acabar de ese modo con su vida?

Lo que no sabían la mayoría de los británicos es que Speed sufría una fortísima depresión. Y no es un caso aislado en el mundo del fútbol. Tras su muerte, la Asociación de Futbolistas Profesionales de Inglaterra envió folletos de asesoramiento a 50.000 exjugadores, y la prensa trató de concienciar a aficionados y clubes de la gravedad de la situación. Los esfuerzos no parecen haber servido de mucho: según una encuesta publicada esta semana en la revista británica Four Four Two un 78% de los futbolistas profesionales de Inglaterra y Escocia creen que la depresión es un problema importante en el gremio. Uno de los entrevistados asegura que el trastorno afecta a muchísimos jugadores, que no tienen otra salida que dejar el deporte por completo.

El psicólogo deportivo Alejo García-Naveira, coordinador del grupo de trabajo de Psicología del Deporte del Colegio de Psicólogos de Madrid, ha explicado a El Confidencial que la depresión es un trastorno emocional que puede afectar a cualquiera, pero está especialmente presente entre los deportistas de alto rendimiento: “No es algo exclusivo del fútbol. Los deportistas son personas y aunque muchos de ellos tengan una ‘tranquilidad económica’, sienten y padecen. Tienen su actividad deportiva (profesión) y su vida personal, y ambas áreas pueden ser fuente de de presión”.

Un problema de todas las ligas

La depresión no es un problema exclusivo de la liga inglesa. En España hemos vivido varios casos de cerca. En la temporada 2002-2003 llegó al F.C. Barcelona un nuevo portero: Robert Enke. El guardameta alemán venía del Benfica, donde había labrado una estupenda temporada, y todo apuntaba a que iba a ser uno de los fichajes estrella del conjunto azulgrana. Pero no fue así. Su tragedia comenzó cuando el Barcelona perdió un partido de Copa contra el Novelda, un equipo de Segunda B. Su compañero, Frank de Boer, le reprendió en público, la prensa le atacó con virulencia y Enke acabó la temporada en el banquillo. Desde entonces, y tal como el portero confesó en su diario, empezó a sufrir una tremenda depresión. Aunque profesionalmente logró recuperarse, la ansiedad y la muerte de su hija de dos años acabaron con las pocas ilusiones que le quedaban. En noviembre de 2009, con 32 años, se arrojó a las vías de un tren.

Los jugadores tienen que enfrentarse a numerosas situaciones estresantesNormalmente, las depresiones más graves, como la de Enke, aparecen por un cúmulo de circunstancias que no sólo tienen que ver con lo deportivo. A la hora de desarrollar una depresión influyen diversos factores, que no son fáciles de detectar sin ayuda profesional. Según explica García-Naveira “entran en juego la personalidad (gente más o menos propensa), las posibles situaciones estresantes (el éxito, los fracasos, altas exigencias, etc.), las habilidades psicológicas de que dispone el jugador (control de la ansiedad, concentración, motivación, etc.) y la valoración personal de dichas situaciones y recursos (si esta situación me supera o no)”. Además de esto, aclara el psicólogo, “también pueden influir hechos puntuales de gran impacto (por ejemplo, la muerte de un familiar o ser querido) y estar expuesto a una situación estresante durante un largo período de tiempo (no jugar, estar lesionado, etc.)”.

¿Un ambiente especialmente hostil?

El deporte de élite está repleto de historias de fracaso, derrotas humillantes y dolorosos ostracismos. La prensa no ayuda. Un día estás en la cima, y al día siguiente no vales nada. La afición, en la mayoría de ocasiones, tampoco. Y es que muchos, al calor de las masas, gritan en el estadio cualquier tipo de barbaridades. ¿Cómo se siente un jugador cuando más de 50.000 personas le gritan “muérete”? Es difícil de saber, pero lo que es seguro es que nadie se ha preocupado de poner coto a este tipo de manifestaciones.

La mitad de los entrevistados asegura que la cocaína se toma con frecuencia en su entornoLa encuesta británica no entra a valorar el comportamiento de medios y aficionados, pero no deja en buen lugar el ambiente que se vive en los vestuarios. El estudio, en el que han participado 100 futbolistas anónimos, pone de manifiesto que la liga inglesa tiene un importante problema de drogas: la mitad de los entrevistados asegura que la cocaína se toma con frecuencia en su entorno. Amañar los partidos es algo relativamente habitual (un 14% reconoce haber vivido una situación de este tipo) y el racismo y la homofobia están muy extendidos.

Un cuarto de los encuestados aseguran que han visto de primera mano cómo algún compañero profería insultos racistas y uno de los participantes reconoce que todos los negros tienen que aguantar insultos de forma regular. Los gais, aunque suelen permanecer en el anonimato, no lo tienen mucho mejor: un cuarto de los futbolistas reconoce que un jugador homosexual sería repudiado. No es un dato que extrañe, teniendo en cuenta lo que le ocurrió a uno de los primeros jugadores homosexuales declarados de la historia, Justin Fashanu (Londres, 1961), que fue además el primer futbolista negro en alcanzar el millón de libras por su traspaso. El entrenador de su equipo, Brian Clough,  lo expulsó nada más enterarse de su condición sexual. Su vida estuvo marcada por el rechazo: sus padres le abandonaron en un centro de acogida siendo solo un niño y, tras proclamar libremente su homosexualidad, fue condenado al ostracismo. El 3 de mayo de 1998 se quitó la vida colgándose con una soga.

El entrenador de la selección de fútbol galesa Gary Speed tenía sólo 42 años cuando se quitó la vida. Nada hacía sospechar que estaba pasando por una mala racha. Tenía esposa y dos hijos, una exitosa carrera como futbolista a sus espaldas –llegó a ganar una Premier League con el Leeds United–, y había logrado tres victorias consecutivas con una selección poco acostumbrada a los éxitos. El suceso, acontecido en noviembre de 2011, conmocionó a la sociedad británica, que no lograba entender lo sucedido. ¿Por qué una persona aparentemente exitosa decidía acabar de ese modo con su vida?