Los chimpancés también tienen sufren la crisis de los 40
En el momento en que nos acercamos a cumplir nuestro 40º aniversario, las alarmas empiezan a saltar. Que si hemos desaprovechado nuestro potencial, que si apenas
En el momento en que nos acercamos a cumplir nuestro 40º aniversario, las alarmas empiezan a saltar. Que si hemos desaprovechado nuestro potencial, que si apenas hemos alcanzado ninguno de nuestros objetivos, que si necesitamos darle un nuevo impulso a nuestra existencia… Todos ellos son síntomas de la célebre crisis de los 40 que, en el ecuador de nuestra vida, nos hace replantearnos el sentido de aquello que hacemos y las relaciones que mantenemos. Pero una reciente investigación acaba de recordarnos que no debemos echarle la culpa a nuestra familia, a nuestro jefe o a nosotros mismos, sino que puede ser que estemos destinados a ello: como señala un estudio publicado esta misma semana, los chimpancés en cautividad también presentan síntomas de depresión y decaimiento cuando afrontan la edad madura.
Las razones de la crisis de los 40 parecen ser biológicasAlexander Weiss, uno de los responsables del estudio, señaló a The Guardian que la crisis de los 40 es algo que ya se había localizado en culturas muy diferentes, lo que lleva a pensar que no se trata de algo propio de las sociedades capitalistas modernas. Sin embargo, hasta ahora no había esa confirmación científica de lo importante que es lo estrictamente biológico en esta sensación de pérdida de la mediana edad. Lo que señala esta noticia es que, al contrario de lo que podría pensarse, las razones de esta crisis de la edad madura no son exógenas (“no he cumplido el sueño de mi vida”, “le queda poco tiempo a mis padres”, “pensaba que el matrimonio sería otra cosa”) sino que pueden ser parte de la programación biológica de los mamíferos.
Escrito en nuestros genes
“Es como si estuviese inscrito en la biología de los humanos”, afirma uno de los responsables del estudio, el rofesor de economía de la Universidad de Warwick Andrew Oswald. De esa manera, se apunta a la posibilidad de que parte de la herencia de nuestros antepasados primates sea precisamente esta crisis de los cuarenta. “Hemos dado un paso atrás y nos hemos preguntado si es posible que en lugar de que la crisis de la mediana edad esa específicamente humana, y originada únicamente por factores sociales, refleje una tendencia evolutiva a que las personas de mediana edad vivan peor”, añadía Weiss. En el caso de estos simios, que suelen vivir algo más de 50 años, su nadir vital se encontraba entre los 27 y los 35 años, dependiendo de si se trataba de un chimpancé o un orangután.
El cénit de nuestra felicidad se encuentra a los 20 añosLos investigadores se toman su descubrimiento con una pizca de humor. El profesor Oswald, señalaba que al contrario de lo que ocurre con muchos hombres –que se lo puedan permitir–, ningún chimpancé deprimido “se habrá comprado un coche deportivo”, aludiendo a las equivocadas y apresuradas decisiones que en muchas ocasiones se suelen adoptar en esta encrucijada vital. Además, aclara, esto ocurría con chimpancés de todas las esquinas del globo (de Estados Unidos a Asia pasando por Singapur), por lo que las razones ambientales no explicarían esta paradoja. Incluso el profesor Frans de Waal, un célebre primatólogo de la Universidad de Emory en Atlanta (Georgia) que generalmente se ha mostrado crítico con los estudios que han perseguido explicar al hombre a través de la investigación con chimpancés, ha declarado que los resultados parecen “intuitivamente correctos”, a pesar de que los datos se hayan basado en la percepción de los cuidadores (porque, obviamente, los primates no podían expresar su satisfacción).
Deslizándonos por la curva de la U
No todo son malas noticias para los simios ya que, como ocurre con los humanos, el ánimo de estos animales suele aumentar con el paso de los años y la llegada de la vejez. Es la llamada “forma de U” de la felicidad humana, que indica que los picos de nuestro bienestar se encuentran en el alba y el ocaso de nuestra vida, es decir, durante nuestra adolescencia (aproximadamente a los 20 años) y nuestra senectud (con un pico en los 70). “Es una de las constantes de la vida humana”, señalaba Oswald. “Tarde o temprano todos vamos a terminar deslizándonos por el tobogán de la U, para bien o para mal”. Es alrededor de los cincuenta años cuando comenzamos a escalar por la pared de esa “U”.
A partir de los 70 años, seremos tan felices como a los 20Este concepto de la forma de U se ha manejado con cierta frecuencia desde hace unos pocos años, y fue precisamente acuñado por Oswald y sus compañeros, en un artículo publicado bajo el nombre de ¿Tiene la felicidad a lo largo de la vida forma de U? los investigadores, tras recabar opiniones de más de dos millones de personas repartidas por 80 países diferentes. Después de su investigación, llegaron a la conclusión de que la caída a los 40 años aparecía en personas de todo el planeta y, eso sí, no era exclusiva de los hombres sino que también afectaba a las mujeres. Daba igual la clase social a la que se perteneciese o el tipo de familia que se hubiese formado. Además, había países donde los efectos de esta crisis se dejaban notar de forma más notable. Por ejemplo, en Norteamérica el descontento era mayor que en el Este de Europa, Latinoamérica y Asia. Sin embargo, la puerta a la esperanza quedaba abierta en el estudio: a partir de los 70 años, seremos tan felices como a los 20.
En el momento en que nos acercamos a cumplir nuestro 40º aniversario, las alarmas empiezan a saltar. Que si hemos desaprovechado nuestro potencial, que si apenas hemos alcanzado ninguno de nuestros objetivos, que si necesitamos darle un nuevo impulso a nuestra existencia… Todos ellos son síntomas de la célebre crisis de los 40 que, en el ecuador de nuestra vida, nos hace replantearnos el sentido de aquello que hacemos y las relaciones que mantenemos. Pero una reciente investigación acaba de recordarnos que no debemos echarle la culpa a nuestra familia, a nuestro jefe o a nosotros mismos, sino que puede ser que estemos destinados a ello: como señala un estudio publicado esta misma semana, los chimpancés en cautividad también presentan síntomas de depresión y decaimiento cuando afrontan la edad madura.