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"Qué caro sale ser pobre": las consecuencias de tener muy poco
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LA ESCASEZ CAMBIA NUESTRA MENTALIDAD

"Qué caro sale ser pobre": las consecuencias de tener muy poco

El escritor afroamericano James Baldwin, precursor del movimiento por los derechos civiles, tenía una idea clara acerca de la carestía: “Cualquiera que haya lidiado con la

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"Qué caro sale ser pobre": las consecuencias de tener muy poco

El escritor afroamericano James Baldwin, precursor del movimiento por los derechos civiles, tenía una idea clara acerca de la carestía: “Cualquiera que haya lidiado con la pobreza sabe lo extremadamente caro que resulta ser pobre”. Aunque Baldwin se refería a los altos precios que tenían que pagar pobres y negros en una sociedad que les cerraba la puerta a cualquier tipo de oportunidad, bien podría referirse a las dificultades que encuentra cualquier persona con escasez de recursos en el devenir de sus días.

Se ha estudiado mucho acerca del contexto que rodea a la pobreza, pero muy pocos han abordado en qué medida la escasez de recursos –que es la esencia misma del pobre– está asociada a un tipo determinado de comportamiento. Anuj Shah, profesor de psicología de la Universidad de Chicago, quiso “entender por qué el hecho de ‘tener menos’ cambia el modo en que pensamos, actuamos y decidimos”. Sus conclusiones fueron publicadas la pasada semana en la revista Science («Some Consequences of Having Too Little») y confirman lo que muchos ya habían observado: los pobres actúan normalmente de una manera que hace aún más difícil que salgan de la pobreza.

Estudios anteriores habían constatado que las personas con menos ingresos juegan más a la lotería, no se inscriben en los programas de ayuda, ahorran poco y se endeudan demasiado. Los expertos han tratado de explicar este tipo de comportamientos en términos ambientales, tratando de observar sus problemas con la vivienda o las finanzas, o tratando de entrever la propia personalidad de los pobres. Shah y sus colegas han tratado de ofrecer una visión alternativa, viendo la pobreza como escasez de recursos, no como un condicionamiento sociológico. En su opinión, una persona con escasez de dinero tiene problemas similares a, por ejemplo, una persona con escasez de tiempo. Sería por tanto la carestía de un recurso, la que determina un determinado comportamiento psicológico: tener menos hace que la gente se centre solo en sus problemas más inmediatos y descuide los menos urgentes.

La carestía tiene consecuencias psicológicas y ambientales

Para probar todo esto los investigadores estudiaron el comportamiento de un grupo de personas, a las que asignaron papeles de ricos y pobres en una serie de juegos, dando a los primeros más recursos que a los segundos. Se hicieron varios experimentos que demostraron cómo la escasez de recursos, incluso cuando se crea en laboratorio, produce un endeudamiento excesivo en las personas que la padecen, algo que es contraproducente y solo empeora la situación.

La psicología de la escasez está caracterizada por la estrechez de mirasLos investigadores sugieren que la carestía de cualquier tipo tiene dos consecuencias, que explicarían este comportamiento. La primera de ellas es ambiental, en la medida en que la escasez deja menos espacio para cometer errores: perder 20 euros es mucho más costoso cuando tienes un presupuesto de 100 euros que cuando tienes 10.000. Pero la segunda, que los investigadores señalan como más importante, es la psicológica. En su opinión, “la psicología de la escasez está caracterizada por una estrechez de miras, una tendencia a desviar la atención a un solo recurso limitado, que inevitablemente nos hace rechazar alternativas”. Por ejemplo, un comportamiento muy habitual entre las personas con menos recursos, gastar el dinero en una abultada factura de móvil o en el supermercado, sin guardar dinero para pagar el alquiler. En definitiva: ante la escasez de recursos tenemos a endeudar el futuro para aliviar las estrecheces del día a día. Esto conduce a una espiral de endeudamiento, bien documentada en otros estudios, que sólo lleva a que los pobres sean aún más pobres.

Otro de los aspectos que comprobaron los investigadores es que, pese a que la gente escasa de recursos presta más atención a sus elecciones y gastan más tiempo pensando en ellas, no son más productivos, pues finalmente acaban más fatigados y pierden demasiado tiempo centrándose en una sola cosa.

Para los investigadores, todo esto debería servir para que los gobiernos afinen sus políticas de asistencia social, dejando de tratar a los pobres desde un punto de vista sociológico para adentrarse en este aspecto psicológico, creando programas que enseñen a la gente en situación de carestía a manejar mejor sus reducidos recursos, ayudándolos a ahorrar y empujándolos a no endeudarse. 

El escritor afroamericano James Baldwin, precursor del movimiento por los derechos civiles, tenía una idea clara acerca de la carestía: “Cualquiera que haya lidiado con la pobreza sabe lo extremadamente caro que resulta ser pobre”. Aunque Baldwin se refería a los altos precios que tenían que pagar pobres y negros en una sociedad que les cerraba la puerta a cualquier tipo de oportunidad, bien podría referirse a las dificultades que encuentra cualquier persona con escasez de recursos en el devenir de sus días.