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“El cielo es real”: los casos más recientes de vida tras la muerte
  1. Alma, Corazón, Vida
LOS TESTIMONIOS SE CUENTAN POR MILES

“El cielo es real”: los casos más recientes de vida tras la muerte

Aunque el signo de los tiempos parezca empujarnos hacia lo material, especialmente en lo concerniente a nuestro bienestar económico, un gran número de noticias recientes señalan

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“El cielo es real”: los casos más recientes de vida tras la muerte

Aunque el signo de los tiempos parezca empujarnos hacia lo material, especialmente en lo concerniente a nuestro bienestar económico, un gran número de noticias recientes señalan que la preocupación de nuestra sociedad por la vida después de la muerte es cada vez mayor. No sólo la Fundación John Templeton ha destinado este mismo mes cinco millones dólares para que un grupo de investigadores de la Universidad de Riverside investigue sobre el asunto, sino que además un cirujano de Harvard ha causado una gran conmoción pública al afirmar en un nuevo libro que la vida después de la muerte existe, ya que él mismo ha tenido acceso a ella, lo que le ha llevado a ser portada de publicaciones poco sospechosas de esoterismo como Newsweek.

Eben Alezander cuenta en el libro, cuyo inequívoco título es Prueba del cielo: El viaje de un neurocirujano a la otra vida (Simon & Schuster), que vio la vida ultraterrena después de caer en un coma causado por una infección de meningitis. Pero ¿de verdad ver un a luz al final del túnel significa que existe una vida eterna, o este tipo de visiones no tienen más explicación que la puramente fisiológica, como afirman los más escépticos? En definitiva, ¿qué significan estas visiones como la relatada por Alezander? Como Glenn Croston, biólogo y autor de The Real Story of Risk: Adventurous in a Hazardous World (Prometheus Books), señala en Psychology News, las respuestas que este libro han suscitado han alineado a la gente en dos bandos bien diferenciados y contrapuestos. Por una parte, los escépticos que consideran que todo es producto de los impulsos neuronales que se producen en el cerebro cuando este se aproxima a la muerte. Por otro, el cada vez más nutrido grupo de los que consideran que esta es la muestra definitiva de la existencia de la vida después de la muerte.

Miles de casos en todo el mundo

Aunque el libro de Alezander haya gozado de una relevancia mucho mayor a la esperada, no se trata ni del primer ni del único libro destinado a señalar las experiencias cercanas a la muerte de sus autores, aunque sí, en teoría, uno de los más legitimados en cuanto que ha sido escrita por un neurocirujano de reputación internacional. Es más, los libros referentes a las experiencias cercanas a la muerte han terminado conformando un subgénero relativamente amplio, que goza de un gran número de adeptos que consideran cada una de estas publicaciones como una prueba más de que hay vida en el otro mundo.

Estas experiencias son inherentes a nuestra condición de seres humanosEs el caso, por ejemplo, del best seller Heaven Is for Real: A Little Boy’s Astouding Story of His Trip to Heaven and Back (Thomas Nelson), que hace un par de años se convirtió en uno de los grandes éxitos del mercado editorial. En él, sus autores, el pastor Todd Burpo y la periodista de The New York Times Lynn Vincent contaban la historia de Colton, el hijo de Burpo, que a la edad de cuatro años estuvo a punto de morir y, en el ínterin, asegura haber visitado el cielo, donde se encontró con Dios, Jesucristo, San Juan Bautista, un grupo de ángeles y el Espíritu Santo, que básicamente le anunciaron que, efectivamente, el cielo existe. Además, le fue anunciado que la batalla final se encuentra a la vuelta de la esquina. Tal fue el éxito del libro que se espera que un par de años se estrene en la gran pantalla la adaptación de las aventuras celestiales del joven Burpo.

En un artículo llamado Mi hijo fue al Cielo y todo lo que conseguí fue un número 1 en ventas, publicado en el propio New York Times, el neurocirujano Kevin Nelson señalaba que lo que ocurre en este tipo de experiencias es que nuestro subconsciente refleja las ideas que ya tenemos sobre cómo es la vida en el otro mundo. Precisamente en uno de sus libros, The Spiritual Doorway in the Brain (Dutton Adult), Nelson intenta explicar desde un punto de vista científico la experiencia de Dios, y en él aborda todo tiempo de experiencias en las que “el alma se separa del cuerpo”, que recopiló durante más de 30 años, sin “enervar al lector espiritual”.

Por ejemplo, Nelson defiende que “la actividad en el bulbo raquídeo primitivo, junto al sistema límbico, es decir, la zona más antigua de nuestro cerebro evolucionado, es lo que conduce a una variedad de experiencias espirituales”. Sin embargo, el neurocirujano también carga contra los “ateos extremos”, puesto que considera que es imposible desterrar esta clase de experiencias de nuestra vida, ya que son inherentes a nuestra condición de seres humanos.

La inteligencia colectiva de la red

Una página web lleva recopilando este tipo de experiencias desde el siglo pasado. Bajo el nombre de NDERF (Near Death Experience Research Foundation), esta organización se dedica a recopilar todos aquellos testimonios de personas que han visto, o creído ver, el más allá cuando se encontraban a punto de morir. Ahora mismo, cuentan con más de 3.000 declaraciones que defienden haber entrevisto otro mundo; lo que más llama la atención es que en muchas de ellas se habla de una sensación de bienestar y calma después de atravesar el, en teoría, traumático episodio. Otros participantes señalaban que desde ese momento, su miedo a la muerte había desaparecido, y que se sentían más preparados para afrontar su propio deceso.

La mayor parte de estas experiencias influyen de manera positiva en los que las han vividoLa Asociación Internacional para el Estudio de las Experiencias Próximas a la Muerte (IANDS) intenta dar en su página web explicación a este tipo de cuestiones. Por ejemplo, señalan que entre el 80% de los que han vivido este tipo de experiencias es frecuente sentir “que sus vidas habían cambiado para siempre”. La Asociación matiza que  no es sólo que sus ideas hayan cambiado, sino que también lo han hecho su psicología y fisiología –por ejemplo, la sensibilidad hacia la luz aumenta–, algo que se repite en personas de todas las edades. Además, la IANDS señala uno de los problemas habituales con las llamadas NDEs: que son altamente subjetivas, y por lo tanto, difícilmente comunicables en términos científicos, lo que dificulta su estudio objetivo. En cualquier caso, lo que los investigadores de la organización afirman es que, en muchos casos, las consecuencias de este tipo de visiones –pasados los primeros tres años de confusión– suelen ser positivas.

Es lo que cuenta la singapurense Anita Moorjani en su best seller Dying to Be Me (Hay House), en el que cuenta cómo cambió su vida después de estar a punto de fallecer a causa del cáncer, momento en que vivió una experiencia al borde de la muerte. Sobre dicho episodio, Moorjani asegura “haber cruzado al otro lado, engullida por una sensación total de amor”, inmediatamente antes de despertar curada. Auténtica experiencia paranormal o engaño de la percepción, lo que es seguro es que su vida cambió a partir de entonces, ya que asegura haber aprendido a “vivir sin miedo, desde cero, y a reconocer la magnificencia de toda vida humana”.

Aunque el signo de los tiempos parezca empujarnos hacia lo material, especialmente en lo concerniente a nuestro bienestar económico, un gran número de noticias recientes señalan que la preocupación de nuestra sociedad por la vida después de la muerte es cada vez mayor. No sólo la Fundación John Templeton ha destinado este mismo mes cinco millones dólares para que un grupo de investigadores de la Universidad de Riverside investigue sobre el asunto, sino que además un cirujano de Harvard ha causado una gran conmoción pública al afirmar en un nuevo libro que la vida después de la muerte existe, ya que él mismo ha tenido acceso a ella, lo que le ha llevado a ser portada de publicaciones poco sospechosas de esoterismo como Newsweek.