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Las transfusiones de "sangre joven" contribuyen a retrasar el envejecimiento
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“PODRÍAN SER UNA SOLUCIÓN PARA EL ALZHEIMER”

Las transfusiones de "sangre joven" contribuyen a retrasar el envejecimiento

Muchos recordarán El ansia (The Hunger, 1983), el debut en la gran pantalla del recientemente fallecido Tony Scott, en el que la vampira interpretada por Susan

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Las transfusiones de "sangre joven" contribuyen a retrasar el envejecimiento

Muchos recordarán El ansia (The Hunger, 1983), el debut en la gran pantalla del recientemente fallecido Tony Scott, en el que la vampira interpretada por Susan Sarandon se alimentaba de la sangre de sus víctimas para alargar su longevidad durante siglos. Ligado culturalmente al vampirismo –también se decía que la condesa húngara Elizabeth Báthory se mantenía joven gracias a una dieta rica en carne humana–, la utilización de la sangre fresca como una herramienta para prolongar la vida humana había sido una mera hipótesis propia de la literatura y el cine de terror, al menos hasta la pasada semana. La diferencia es que por primera vez ya existe evidencia científica suficiente para pensar que la inyección de sangre de los más jóvenes puede detener el envejecimiento.

Esto es lo que se deduce de los resultados de un experimento realizado por el grupo de investigación del profesor Saul Villeda durante el último año y que fueron presentados el pasado miércoles en la reunión anual de la Sociedad de Neurociencia que tuvo lugar en la ciudad norteamericana de Nueva Orleans. Aunque el experimento se haya llevado a cabo con ratones, el responsable principal de la investigación ha señalado que cree que podría aplicarse también para el ser humano. “¿Creo que habría causado también el mismo efecto con humanos? Cada vez estoy más seguro de que podría ser así.”, señaló el científico, que ha sido galardonado este mismo año con el premio Early Independence, otorgado por el NIH (Instituto Nacional de Salud estadounidense).

El Alzheimer podrá comenzar a prevenirse a los cuarenta años“Hace tres años no podía imaginarlo, pero hoy sí”. Villeda se muestra muy confiado en que su descubrimiento podría contribuir de manera positiva a la mejora de determinadas enfermedades relacionadas con el declive cognitivo causado por el envejecimiento, como el Alzheimer, cuyo efecto se podría comenzar a ralentizar a partir de los cuarenta o los cincuenta años. “Pienso que si podemos comenzar a detectar antes la enfermedad, cuando nuestro cuerpo aún tiene el control para prevenir que esto ocurra, quizá ya no tendríamos que buscar una cura contra el Alzheimer, ya que simplemente podríamos prevenirlo”, señaló Villeda durante su ponencia en el congreso.

De ratones y hombres

El pasado año, Villeda y sus compañeros de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford habían conseguido demostrar en un estudio llamado El entorno sistémico del envejecimiento regula negativamente la neurogénesis y la función cognitiva que la inyección de la sangre de ratones ancianos en otros más jóvenes podía detener la regeneración de neuronas cerebrales, al aumentar las dificultades de conocimiento y aprendizaje de los mismos, debido a las proteínas inflamatorias que se introducían en la sangre de estos animales más jóvenes. Esta vez los científicos han seguido el camino contrario y han comprobado los efectos de la sangre joven en cerebros viejos, que causa el efecto completamente opuesto de lo observado el pasado año.

En su experimento, Villeda cruzó los sistemas circulatorios de un ratón anciano (en concreto, de 18 meses) y otro de menor edad, a través de ocho inyecciones diferentes espaciadas durante el curso de un mes completo. Pasados varios días, el grupo de investigadores examinó cuidadosamente al ratón de mayor edad, y descubrieron que, tal y como sospechaban, su envejecimiento se había ralentizado. En concreto, estos ratones al borde de la muerte comenzaban a comportarse “como si tuviesen entre cuatro y seis meses”, en palabras de Villeda, y a tomar decisiones que un mes antes les habrían resultado prácticamente imposibles. Por ejemplo, al situarlos en un laberinto de agua donde debían encontrar la salida para mantenerse a flote, averiguaron el camino correcto de manera mucho más veloz que la que se correspondería con las habilidades mentales de su edad.

Durante el envejecimiento, las conexiones neuronales comienzan a extinguirseEl tejido en el hipocampo del ratón analizado había aumentado en apenas unas jornadas de 200 a 300 genes, un crecimiento aún mayor en aquellos tejidos relacionados con la plasticidad sináptica, es decir, vinculada al aprendizaje y la memoria. Los científicos californianos también notaron cambios en aquellas proteínas que intervienen en el desarrollo de las terminales nerviosas. El número de las conexiones entre neuronas había aumentado en un 20%, cuando la tendencia lógica es que con el tiempo, estas tiendan a desaparecer, lo que suele ocasionar la mayor parte de problemas cognitivos relacionados con el envejecimiento. “Se cree que es lo que subyace en las deficiencias de la memoria”, recordaba Villeda. “Si tienes menos conexiones, las neuronas no se están comunicando, así que de repente te cuesta aprender y recordar”.

Un futuro optimista

Aunque el estudio aún ha de revisarse y publicarse de manera definitiva, la comunidad científica ha recibido por ahora de manera positiva los resultados, ya que los componentes que cambian en la sangre de los ratones con el paso del tiempo son muy similares a los del ser humano. Chris Mason, profesor de medicina regenerativa en el University College de Londres, señalaba en The Guardian que puede ser uno de esos casos en los que un pequeño descubrimiento puede ser de gran valor en el largo plazo y para las futuras generaciones, aunque aún falten muchas preguntas por contestar como, por ejemplo, cuál es el componente de la sangre de los ratones que influye en el proceso de envejecimiento, y que se convertirá en el próximo objeto de estudio del grupo de investigadores de la Universidad de Stanford, que consideran que es posible que tenga que ver con los lípidos o las hormonas.

Evidentemente, aún falta mucho por investigar para comenzar a aplicar estos descubrimientos al ser humano, pero se abre una nueva vía de investigación para científicos de todo el mundo a la hora de tratar un problema cada vez más extendido como es la enfermedad de Alzheimer. Aunque quizá el fallecido Kim Jong-Il se anticipase a todos estos estudios ya que, como contaba la leyenda, el Líder Supremo gustaba de inyectarse sangre de jóvenes vírgenes con el objetivo de aumentar su longevidad, aunque de haberlo hecho, ello no le permitió superar la edad de los 69 años, apenas tres años por encima de la media de esperanza de vida mundial y seis años más que la media de su país, Corea del Norte. Cuidado con los vampiros.

Muchos recordarán El ansia (The Hunger, 1983), el debut en la gran pantalla del recientemente fallecido Tony Scott, en el que la vampira interpretada por Susan Sarandon se alimentaba de la sangre de sus víctimas para alargar su longevidad durante siglos. Ligado culturalmente al vampirismo –también se decía que la condesa húngara Elizabeth Báthory se mantenía joven gracias a una dieta rica en carne humana–, la utilización de la sangre fresca como una herramienta para prolongar la vida humana había sido una mera hipótesis propia de la literatura y el cine de terror, al menos hasta la pasada semana. La diferencia es que por primera vez ya existe evidencia científica suficiente para pensar que la inyección de sangre de los más jóvenes puede detener el envejecimiento.