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“Dejemos de condenar el sistema financiero y recuperémoslo”
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SHILLER PROPONE UN 'SEGURO DE DESIGUALDAD'

“Dejemos de condenar el sistema financiero y recuperémoslo”

Las palabras “finanzas” y “bien común” parecen hoy en día conceptos antagónicos. El estallido de la crisis dinamitó la confianza en el sistema financiero, al que

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“Dejemos de condenar el sistema financiero y recuperémoslo”

Las palabras “finanzas” y “bien común” parecen hoy en día conceptos antagónicos. El estallido de la crisis dinamitó la confianza en el sistema financiero, al que se apunta como responsable de todos nuestros males, y banqueros, inversores y reguladores comparten con los políticos una posición privilegiada en el patíbulo de la opinión pública. Quizá estamos ante el escenario más hostil para publicar un libro titulado Las finanzas en una sociedad justa (Deusto) pero su autor, Robert J. Shiller, uno de los economistas más influyentes del mundo, catedrático de la Universidad de Yale y firme candidato al premio Nobel de su especialidad, tiene claro que es más necesario que nunca. En él defiende una idea muy clara, pero que para muchos puede sonar a camelo: “Dejemos de condenar el sistema financiero y, por el bien común, recuperémoslo”.  

Shiller ha explicado a El Confidencial, antes de pronunciar una conferencia magistral en Madrid, en la Fundación Rafael del Pino, por qué las finanzas pueden ser la mejor herramienta para construir una sociedad más justa. En su opinión, es comprensible que la gente tenga recelo a las innovaciones financieras, pues no han servido para trabajar por el bien común, pero esto puede cambiar: “La innovación financiera ha hecho muy rica a algunas personas. Es una herramienta que ha servido para engordar su riqueza, generando grandes ganancias. El verdadero problema de esta desigualdad es que hay gente que tiene unos ingresos extremadamente pequeños y la innovación financiera podría ayudar a arreglar esto. El problema es que la gente se fija más en la gente súper rica, y cada vez está más furiosa y envidiosa. Entonces ataca a la finanzas, pero en realidad estas riquezas extremas también se pueden y deben controlar mediante técnicas financieras”.

Una batalla frente a la desigualdad

Shiller propone un sistema que impida que crezca la distancia entre ricos y pobres, y que ha bautizado como un 'seguro de desigualdad'En el libro, Shiller aporta medidas concretas para combatir la desigualdad y asegura que la única manera de acabar con ella consiste en la creación de nuevos sistemas impositivos; nuevos gravámenes sobre el patrimonio, sobre el consumo –“una versión moderna de las leyes suntuarias”, los impuestos sobre el lujo– y, ante todo, un sistema que impida que crezca la distancia entre ricos y pobres, que ha bautizado como un 'seguro de desigualdad': “Mi propuesta consiste en indexar la desigualdad, para aplicar impuestos que puedan frenarla. El principal problema al que nos vamos a enfrentar es que la desigualdad va a ser todavía mayor, es la tendencia y lo lleva siendo mucho tiempo. Vamos a peor. Hay un riesgo de una desigualdad masiva y puede ser muy difícil lidiar con ella si sigue avanzando. Debemos actuar antes de que se extienda. Por eso propongo que se establezca un sistema impositivo que, de forma automática, eleve los impuestos a los ricos y reduzca los de los pobres, si la desigualdad empeora. Es una solución financiera, pues hace frente al riesgo antes de que éste sea una realidad. Así será más fácil lidiar con esto. Es como una póliza de seguro. Tienes que firmarla antes de que se derrumbe la casa”.

La idea no parece irrealizable (no es muy distinta a los impuestos progresivos de muchos estados) pero, ¿están los políticos dispuestos a trabajar en ello? En el prefacio de su libro Shiller califica al 15-M, y los movimientos que surgieron después a imagen de éste, como una “bienvenida afirmación de los valores democráticos y la responsabilidad ciudadana”, aunque, apunta, sus argumentos y su retórica no sean siempre coherentes.

Las ideas de Shiller, en el fondo no son muy distintas a las de los ‘indignados’. El eslogan de Occupy Wall Street es “somos el 99%”. El economista apunta a que están hablando de lo mismo (“es una referencia a la desigualdad”) pero cree que no se está dando importancia a lo verdaderamente importante: “El foco no debe estar en los más ricos, sino en la otra parte de la balanza, en los más pobres. Es lo que realmente debería importarnos, que la gente que ya es pobre no sea aún más pobre. Este es el gran problema.”

Lo que realmente debería importarnos es que la gente que ya es pobre no sea aún más pobreHa pasado año y medio desde que las imágenes de la Puerta del Sol abarrotada por manifestantes dieran la vuelta al mundo, y ayer las calles de Madrid vivieron un nuevo episodio en la escalada de protestas. Los políticos, sin embargo, no parecen haber recogido ninguna de las reivindicaciones. ¿Podemos confiar en que lo hagan en algún momento? ¿Aunque sea gracias a un economista de la Universidad de Yale? “Supongo que la opinión pública española siente simpatía por el 15-M, pero piensa que está formado por radicales”, apunta el economista. “Lo cierto es que, definitivamente, no se puede confiar siempre en los gobiernos, pero tampoco creo que se deba desconfiar siempre. La gente tiene que dejar de lado la violencia y prestar atención a las buenas ideas. Creo que los sistemas legales que han desarrollado muchos países son buenos, muy buenos. No el de la Alemania nazi, claro, pero sí muchos otros”.

Trabajando por un “capitalismo bueno”

Es habitual escuchar que los economistas no son de fiar. No es sorprendente, dado el transcurso de los acontecimientos. Muy pocos fueron capaces de vaticinar la crisis. Shiller fue uno de ellos –fue el primer economista que alertó sobre el estallido de la burbuja inmobiliaria en EE.UU.– pero sus advertencias no fueron escuchadas: “El problema es que es difícil lidiar con el pensamiento grupal. Si todo el mundo está diciendo que todo va bien es muy difícil llegar y decir que no, que no va nada bien. Lo hice, pero me costó mucho. La realidad es que nada de esto se podía probar. De hecho, había argumentos para afirmar lo contrario. Por ejemplo, en 2005 cuando lancé mi libro [la segunda edición de Exhuberancia irracional, Turner] David Lereah, que era jefe de economía de la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios, publicó otro libro que decía lo contrario, que la accesibilidad de las viviendas era bastante buena, aunque subieran los precios, porque las tasas hipotecarias habían bajado mucho en veinte años. Esto sonaba plausible. Era verdad, las hipotecas no estaban tan altas. No era un caso cerrado. Todo eran juicios, hipótesis, y todas las ideas podían ser rebatidas”.

Shiller utiliza una metáfora para definir la crisis financiera de 2008. En su opinión, el desastre no llegó por un estallido repentino de maldad, “la situación durante el boom que provocó la crisis se parecía más bien a la de una autopista en la que la mayoría de coches sobrepasa el límite de velocidad permitida. En una situación así, los conductores bienintencionados se limitan a adaptarse al tráfico”.

Y bien, ¿dónde estaba la policía? ¿Acaso está bien que todo el mundo sobrepase los límites de velocidad? “La policía es una forma anticuada de lidiar con esto”, afirma tajante el economista. “Puedes meter a la gente en la cárcel, o ponerles multas, pero tenemos maneras más eficientes de lidiar con un problema como éste. Podemos poner sensores automáticos de velocidad y señales que avisen de que se está yendo muy deprisa. El problema es que la gente pensaba que conducía a la velocidad permitida, pero la sobrepasaron y el sistema no estaba preparado para ello. En general, no sabían que estaban haciendo nada malo. Debemos crear un sistema más responsable que ponga límites, que se adapten a cada situación”. 

Una apuesta decidida por la innovación financiera

El sistema financiero tiene la capacidad de hacer las cosas bien y hay suficientes innovaciones que pueden hacer que la situación mejoreEn su opinión el sistema financiero tiene la capacidad de hacer las cosas bien, y hay suficientes innovaciones que pueden hacer que la situación mejore. Darle la espalda y pretender guardar el dinero debajo del colchón es lo peor que podemos hacer, pero es necesario hacer que las finanzas sean más justas y éticamente sostenibles. ¿Cómo evitar la mala praxis? Shiller tiene una idea: “Los gobiernos deberían subvencionar las buenas prácticas financieras, fomentando el trabajo de asesores financieros que sean leales con los clientes, y cuiden de sus intereses, sin preocuparse sólo por la comisión que van a ganar. Serían una especie de asesores financieros gubernamentales que evitarían que la gente cometa este tipo de errores”.

“Cuando vuelva a su país le van a llamar socialista”, le comento entre risas. “Ya me lo han llamado muchas veces”, contesta, “pero quizás consiga convencer a alguna gente para que entienda que si se quiere arreglar el sistema tienes que aprender sobre finanzas y trabajar sobre el terreno, cambiando el sistema desde dentro. No sirve de nada quemarlo todo, o meter a la gente en la cárcel, sino arreglar lo que han hecho”. 

Las palabras “finanzas” y “bien común” parecen hoy en día conceptos antagónicos. El estallido de la crisis dinamitó la confianza en el sistema financiero, al que se apunta como responsable de todos nuestros males, y banqueros, inversores y reguladores comparten con los políticos una posición privilegiada en el patíbulo de la opinión pública. Quizá estamos ante el escenario más hostil para publicar un libro titulado Las finanzas en una sociedad justa (Deusto) pero su autor, Robert J. Shiller, uno de los economistas más influyentes del mundo, catedrático de la Universidad de Yale y firme candidato al premio Nobel de su especialidad, tiene claro que es más necesario que nunca. En él defiende una idea muy clara, pero que para muchos puede sonar a camelo: “Dejemos de condenar el sistema financiero y, por el bien común, recuperémoslo”.