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Leer revistas femeninas consigue que disfrutes mucho más del sexo
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LOS EFECTOS POSITIVOS DE LOS MAGAZINES

Leer revistas femeninas consigue que disfrutes mucho más del sexo

Que los medios de comunicación y las expresiones culturales determinan, en un alto grado, las costumbres y hábitos sexuales de cada época, no sorprenderá a nadie.

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Leer revistas femeninas consigue que disfrutes mucho más del sexo

Que los medios de comunicación y las expresiones culturales determinan, en un alto grado, las costumbres y hábitos sexuales de cada época, no sorprenderá a nadie. Lo que no queda tan claro es de qué manera la exposición a determinadas ideas, argumentos o, incluso, fotografías, puede cambiar nuestros comportamientos en el corto plazo. Es decir, ¿leer un periódico deportivo puede darnos ganas inmediatas de salir a jugar al fútbol? ¿Es posible que la lectura de una novela romántica nos empuje a mostrarnos esta misma noche de manera más amorosa con nuestra pareja? O, tal  y como acaba de publicarse en un artículo publicado por dos profesoras estadounidenses, Janna L. Kim y L. Monique Ward, en la revista Psychology of Women Quarterly, ¿es posible que leer Cosmopolitan cambie los comportamiento sexuales de las mujeres? Según aseguran, así es.

Este enfoque se basa en las consecuencias en el comportamiento humano que produce la recepción de determinados mensajes producidos por los medios de comunicación. Cada producto daría lugar, así, a una visión del mundo diferente: una perspectiva que abre un amplio campo de estudio. ¿De qué manera influyen los magazines femeninos en los comportamientos de las mujeres? Como las profesoras de la Universidad de California y de la Universidad de Michigan indican, las mujeres que leen revistas como Cosmopolitan consideran los encuentros sexuales de manera mucho más positiva. Es decir, en el grupo de mujeres estudiadas, los matices negativos de la sexualidad desaparecían, y percibían el sexo como una actividad mucho más recreacional.

Para las profesoras, desde el punto de vista de la evolución social de la mujer, este tipo de revistas, que dividen en dos grupos (para adolescentes y para young adults veintañeros y treintañeros), son más positivas que negativas, ya que juegan un papel importante en la educación sexual de la hembra contemporánea. Por ejemplo, señalan que las lectoras de Cosmopolitan se muestran menos inclinadas a adoptar un papel dócil y seductor en su relación con los hombres, y prefieren adoptar un papel más activo. Además, esta adopción de un papel mucho más asertivo en sus relaciones ya no tiene como fin la felicidad y el placer masculino, como ocurrían en tiempos pasados, sino el propio.

No todo es positivo

Los magazines para mujeres han sido objeto de polémica en repetidas ocasiones en el mundo del feminismo, ya que muchas veces han sido acusados de difundir estereotipos negativos de la mujer. Sin embargo, los estudios más recientes señalan que, por ejemplo, las lectoras de estas revistas saben mucho más de los métodos anticonceptivos y poseen una mejor educación sexual que otras chicas, especialmente en lo que ocurría con las estudiantes universitarias.

Helen Gurley Brown, directora de Cosmopolitan, fue una de las personalidades más influyentes de su épocaLas profesoras recuerdan, no obstante, que no todo es positivo, por lo que hay que recibir los resultados con un “optimismo cauto”: muchas veces, este tipo de publicaciones ponen de manifiesto la importancia de la apariencia de las mujeres en su éxito social, se les anima a vestirse de manera provocativa y a adelgazar, y promueven un ideal de la belleza femenina muy concreto, que es el de la joven blanca caracterizada por su delgadez, palidez y peinado liso, tal y como señaló Kathryn MacMahon en 1990 en un artículo denominado The Cosmopolitan ideology and the management of desire. En el mismo, denunciaba que el papel de la mujer que desde los años sesenta promovía la cabecera lanzada en 1886 era uno subordinado a las necesidades masculinas. Además, las profesoras advierten que la visión del sexo como una actividad placentera y recreativa puede conducir a las mujeres a pasar por alto los riesgos que puede acarrear la promiscuidad sexual. Igualmente, recuerdan que la orientación de estas revistas sugiere que el comportamiento sexualmente activo de la mujer “ya no es un derecho, sino un deber”, dando lugar a otro prejuicio social.

Las autoras señalan utilizaron una comparación entre Cosmopolitan y Entertainment Weekly (utilizado como grupo de control, al ser una revista para todos los públicos) para llevar a cabo su investigación, y concluyeron que la primera originaba conductas mucho más sexualizadas. El enfoque, aseguran es “innovador”, ya que por primera vez se demuestra que las mujeres toman lo leído no como una fantasía, sino como una guía de comportamiento en su vida privada y pública.

Un modelo vital

No se puede pasar por alto la importancia que revistas como Cosmopolitan han jugado en la imagen de la mujer durante la segunda mitad del siglo XX. Helen Gurley Brown, que se encargó de dirigir la revista en los años sesenta y setenta, fue considerada una de las personalidades más influyentes de la sociedad americana durante aquel período de tiempo. Sus controvertidas decisiones editoriales fueron repetidamente criticadas como una objetivización frívola de la mujer, especialmente por los sectores más duros del feminismo, pero también por el sector más conservador de la población que se sentía ofendido por lo explícito de sus ideas sexuales. Lo que no se puede negar es que ensayos como Sex and the Single Girl (1962) o Sex and the Office (1965) cambiaron el papel que la mujer desempeñaba en la sociedad, pero también la visión que la sociedad tenía de la mujer.

La revista sigue siendo, más de un siglo después de su fundación, la más vendida en Estados Unidos, con unos tres millones de ejemplares en circulación. Como señalan las investigadoras, fue la primera publicación en retratar a mujeres “con necesidades y deseos más allá de la familia y el hogar, tanto en lo referente al sexo como al trabajo”. Sus efectos, concluye la investigación, no sólo se han dejado notar al cabo de las décadas, sino también inmediatamente después de concluir su lectura; y es que el efecto que los medios de comunicación causan en nosotros parecen ser mucho más profundos de lo que querríamos pensar.

Que los medios de comunicación y las expresiones culturales determinan, en un alto grado, las costumbres y hábitos sexuales de cada época, no sorprenderá a nadie. Lo que no queda tan claro es de qué manera la exposición a determinadas ideas, argumentos o, incluso, fotografías, puede cambiar nuestros comportamientos en el corto plazo. Es decir, ¿leer un periódico deportivo puede darnos ganas inmediatas de salir a jugar al fútbol? ¿Es posible que la lectura de una novela romántica nos empuje a mostrarnos esta misma noche de manera más amorosa con nuestra pareja? O, tal  y como acaba de publicarse en un artículo publicado por dos profesoras estadounidenses, Janna L. Kim y L. Monique Ward, en la revista Psychology of Women Quarterly, ¿es posible que leer Cosmopolitan cambie los comportamiento sexuales de las mujeres? Según aseguran, así es.

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